El regreso
Ingrit
En éste momento me encuentro en un avión aterrizando hacia donde será mi destino desde el momento en él llegue a este maldito mundo. Un mundo que no quise para mí, un mundo en el que me vi obligada a entrar. Si pudiera volver a nacer lo haría, haría cualquier cosa para no volver a mi realidad.
Miro por la ventana, recordando la vez que me fui, la vez que dejé todo, la vez que sentí que mi mundo se derrumbó, la vez que hice de todo para estar yo aquí en lugar de ella.
Una vez el avión aterrizó me desabroché el cinturón, me levanté del asiento, caminé por el pasillo hacia la salida.
Una vez afuera bajé por la escalera ansiosa de ver a mi padre, ansiosa de ver al hombre que me metió aquí, un hombre que no llamaría padre, pero lo es, es desgraciadamente mi padre, el hombre que me engendró.
No tuve una vida fácil, desde muy chica estuve sola, sin compañía de nadie solo de la servidumbre, ellas eran mi único vínculo con la vida. Las únicas personas que no se alejaban al saber mi apellido.
Mi familia nunca estuvo para mí, yo era como un estorbo en sus vidas, en las fechas importantes nunca estuvieron presentes, todo lo arreglaban con obsequios, pero yo no necesitaba eso yo lo único que quería era que estuvieran para mí, aunque sea un solo minuto de su preciado tiempo.
A los pocos años nació mi hermana Irina, ella tuvo todo lo que yo no pude tener, pero lo más importante tuvo el cariño de nuestros padres.
Ella era un Ángel y yo un demonio, ella luz y yo oscuridad.
Yo era Ingrit Le Brun una chica destrozada por dentro sin ninguna luz solo oscuridad a mi alrededor. Rota y Sola esa eran mis palabras que me identificaban perfectamente.
No demostraba mis sentimientos, yo por fuera me veía elegante una chica fuerte e independiente, pero por dentro era todo lo contrario estaba destrozada sin nada ni nadie a quien acudir.
Camine hasta el carro n***o, una vez allí mire hacia la puerta trasera que se encontraba abierta por el guardaespaldas.
-Buenas noches señorita. -dice él.
-Buenas noches. -eso fue lo único que dije.
No fue necesario preguntar por mis padres, ya sabía la respuesta como siempre el trabajo esta antes que su hija o mejor el crimen que cometen en ello.
Me subí al carro y vi como el guardaespaldas metía mis maletas al baúl.
Ahora nos escondemos en la autopista, yo miraba por la ventana viendo como los autos pasaban al igual que mi vida, viendo como ellos podían andar sin problemas a comparación de mí.
Siempre me pregunté qué pasaría si yo no hubiese nacido, que pasaría si no me hubieran tenido a mi primero, que pasaría si yo no me tuviera que hacer cargo del negocio familiar tendría una vida normal, no lo creo, el destino te elige por algo y a mí me toco una vida distinta a las normales, pero bueno no me quejo es lo que quiso para mí.
Hoy volvía de un internado en el que me metieron con apenas 19 años para aprender de lo que me esperaba en el futuro, aprender a pelear, karate, defensa personal, a disparar toda clase de armas y más…
En 12 años no vi a nadie de mi familia, no sé porque, o talvez si talvez no quisieron verme y por eso se liberaron de mí.
Hoy en día tengo 31 años en los que los pase sola, con la única compañera de cuarto, la única que sabía lo que me pasaba, en la única en la que podía confiar absolutamente, se ganó mi cariño, aunque no se lo demuestre.
No soy de demostrar nada a nadie, soy una persona con un desplante serio, de pocas palabras. O en eso me refugie, llorando sola en medio de cuatro paredes.
-señorita hemos llegado -dice él- miré por la ventana y era cierto, estaba enfrente de la casa en donde pasé mi niñez, en donde vi mi mundo arder con solo mi llegada.
Yo solo asentí y bajé del carro, no tenía ninguna expresión en mi rostro, no tenía ganas de fingir ser una chica que está contenta con la vida de miarda que le tocó.
Ahora estaba en el despacho de mi padre, enfrente de las personas que me dieron la vida, ni un solo movimiento en venir y abrazarme. Tampoco me importa mucho si me abrazan o no. Ellos me miraban con la mirada seria al igual que la mía.
-Hija que alegría que allás venido. -dice el hombre que se hace llamar padre.
-se nota padre, -Dije sarcásticamente- tanto que en estos 12 años no se preocuparon en ir a verme.
-Todo lo hicimos por tu bien mi amor, para que tengas todo el aprendizaje que podamos darte. -Dice mi madre.
-Qué hicieron todos estos años que no fueron capaces de ir a ver a su hija -dije enojada.
-Estábamos ocupados. -dice mi padre.
-Haciendo que -hice un suspenso- espera ya se matando. Su trabajo está antes que todo eso no es novedad, pero al menos se pusieron haber tomado unos 5 minutos para mí.
-Lo sentimos hija -dice mi madre- pero, lo podemos arreglar, podemos ir de compras tu y yo como madre e hija.
-En este momento lo que menos quiero es pasar tiempo con una persona que dice ser mi madre después de 12 malditos años que no estuvo presente en mi vida. No te necesito, antes si, pero ahora ya es muy tarde para pasar un día como madre e hija.
-No le hables así a tu madre. - Dijo mi querido padre.
-Estoy cansada de toda esta mierda, de parecer que mi vida es perfecta cuando no lo es, estoy cansada de hacer como si nada pasara, pero es al contrario pasa de todo, es todo gracias a ustedes, mi vida es una miarda gracias a ustedes los que dicen ser mis padres, ahora se acordaron que tienen otra hija. -dije para después recibir una cachetada de parte de mi madre.
Me toque la mejilla y la mire.
-No me faltes el respeto soy tu madre la mujer que te dio la vida la que te crio. -dice.
-En ningún momento te eh faltado el respeto fuiste tú quien se sintió tocada con lo que dije, y si, sos mi madre la que me dio la vida eso no lo voy a negar porque gracias a ti yo hoy estoy aquí, pero de criar no te lo crees ni tú, porque te recuerdo madre que la que me cuidaron las que estuvieron presentes en mi vida no fuiste tú, sino que las empleadas, o lo vas a negar- Dije mirándola seriamente.
-Hija ya basta. -Dijo mi padre.
-No, cierra la boca. ¿Hija en serio?, No soy su hija. Ustedes solo me ven como un objeto, claro soy yo la que traerá dinero a la familia, ¿Hija dices? Que clase de padre mete a su hija en este tipo de trabajo en dónde saben que tiene solo dos maneras de terminar muerta o presa. Al menos deberían estar agradecidos, y saben otra cosa lo que menos quería yo en esta vida era esto, pero ustedes me obligaron-reí sin gracia- claro yo no soy Irinita ella puede ser todo lo que yo no. -ellos me miraron sorprendidos.
- Nosotros no… -Hablo mi padre, pero lo interrumpí.
-No, déjalo así al final si termino muerta llevarán un cargo de conciencia tan grande que no podrán vivir con ello, tómenlo como parte de venganza, -Dije sin importancia- tenía que desahogarme. Hacerles saber lo miarda que son. -ellos no dijeron nada- Ahora podrían salir de mi oficina.
-Ingrit está oficina es mía. -Dice mi padre.
-No, ahora es mía. Salgan de aquí. -Dije.
Ellos me observaron con desaprobación.
- ¿Qué, no querías que me hiciera cargo del trabajo?, Bueno es lo que estoy haciendo. Vamos no me hagan perder tiempo. -tomé una de las botellas de whisky de mi padre y me serví un poco.
- ¿En qué te convertiste hija? -Hablo mi madre.
-Ustedes me hicieron así, ahora aguanten las consecuencias. - levante mi vaso de whisky- Santé [salud] -Tome el whisky.
Ellos se retiraron en silencio. De ahora en adelante mi vida será aún más de miarda.