Capítulo 05: Quiero conocerla

1565 Words
Alonzo Tratar con Lia a veces resultaba ser una de las cosas más complejas para mi. Por un momento era la amable chica dulce que me invitaba un poco de café caliente y al otro ya se encontraba reprochándome que no tenía la necesidad de estar a su lado. Siempre era igual de caótico, sin embargo, nunca habíamos llegado hasta el punto de la violencia como ese día. Mientras conducía camino a casa no pude evitar pensar en todas las emociones que me había demostrado en una sola noche y quise creer que se debían a la repentina aparición de Raffael en su vida, después de todo no era un tema del que no tuviéramos que preocuparnos. –¿Alonzo? ¿Cariño? La voz de mi madre, la gran Leticia Conte, llegó a mis oídos en cuanto puse un pie dentro de la casa en la que viví los primeros años de mi infancia. Me vi obligado a despejar mi mente de cualquier pensamiento que incluyera a esa loca mujer cuando los brazos de mi progenitora me rodearon con amor. –¡Pequeño, mira nada más como has crecido! –chilló llenándome la cara de besos– ¿Por qué no fuiste a recoger a tu madre al aeropuerto? ¿Eh? –Hola mamá –susurré tratando de devolverle la calma– perdona, es que tuve muchas cosas que hacer y se me dificultó llegar por ti, afortunadamente Fernando estuvo allí a tiempo ¿Verdad? El mencionado elevó una mano desde su posición en uno de los sofás cercano, con ese gesto trataba de comunicar que si había cumplido con su palabra y pasado por mi progenitora a tiempo. –Sí, él estuvo allí, me sorprendió saber que ha crecido tanto como tú. –Apenas nos vimos en navidad, no exageres… –y seguía tratándome como a un adolescente– –Lo sé cariño, es solo que nunca podré dejarte de ver como mi bebé, el pequeño chiquillo delgaducho al que tuve que llevar a la escuela toda la primaria para que no se asustara. Escuché la risa de mi amigo a sus espaldas, siempre se burlaba de aquel detalle cada vez que lo recordábamos. –Sé que ya eres todo un hombre y es probable que en cualquier momento vengas a decirme que ya escogiste a la mujer para casarte. –eso iba a resultar un poco complejo, la mujer que yo quería ya estaba casada y con dos hijos, aunque ella nunca se enteraría de aquel amor imposible– Ya viene siendo hora de que me des algunos nietos ¿No crees? Sonreí agraciado al saber que ya estábamos entrando en la etapa en la que se pedían nietos encarecidamente, quizá porque todos a mi alrededor estaban tomando las riendas de su vida, menos yo. –¿Descargaste ya todo tu equipaje? –consulté solo para cambiar de tema– ¿Por cuánto tiempo piensas quedarte esta vez? Me moveré contigo aquí el tiempo que desees pasar aquí. –No hace falta cielo, sé que estás muy ocupado con tu trabajo, así que mi amiga Mónica me invitó a quedarme en su casa con Francesco y los niños. Ya me han contado que pasas mucho tiempo allí, así que estoy segura de que nos veremos más seguido que si me quedo aquí. –Pensé que ibas a… –No te preocupes, sé que estás muy ocupado por el estilo de vida que llevas. Si quise volver a mi natal Roma fue para pasar tiempo contigo y con los que amo, no a incomodar. Asentí dándome cuenta de que aquella había sido una decisión ya antelada y tomada con tiempo de reflexión, mamá pasaba muy poco tiempo en Italia, por lo que siempre estaría dispuesto a hacer lo que fuese para que tuviera una buena estancia dentro de las tierras que la vieron nacer. –Me muero por ver a todos los demás, –cambió de expresión a una más alegre apartándose de mí en busca de los paquetes que estaban haciéndole llegar a la gran sala en la que nos encontrábamos situados– traje regalos para los niños, seguramente mi hermoso Ángel debe haber crecido demasiado como para reconocerlo, Emiliana me mandó algunas fotos, puedo ver que cada día se parece más a su padre. Por cierto ¿Cómo está ella? El embarazo no le está dando complicaciones ¿Verdad? Negué en silencio y solo Fernando comprendió mi incomodidad. Mi suerte era tan perra que por alguna razón mi madre terminó adorando a Emiliana hasta el punto de comunicarse con ella incluso a lo lejos y adoraba a la familia que formaba con mi mejor amigo. A veces llegaba a pensar que miraba al pequeño Ángel como a un verdadero nieto. –Ella está bien, dijo que asistiría mañana a la cena en donde todos nos reuniremos. –Eso está bien, ya tengo ganas de verlos a todos. –miró al pelirrojo Fernando de reojo y habló de él como si no estuviera presente– Este muchacho ya se consiguió una buena mujer, espero que pronto afiance lo que tiene. Tan solo Angelo, Emilia y yo sabíamos que iba a proponerle matrimonio a Sofía la misma noche de la cena familiar. Estaba seguro de que ese día se llevaría una grata sorpresa. –Espero que tú también me traigas a una muchacha tan buena como Sofía o como Emiliana. Sentí el corazón desgarrado tras escuchar el último nombre. Mi madre me dió la espalda, ignorante de todos mis dolores y solo entonces pude dejar disimular un poco de la frustración que me causaba. ¡Quería gritarle que Emiliana debía ser mi esposa! ¡Qué hubiese estado gustoso de presentarle a una mujer como ella y hacerla su nuera! Pero mis instintos egoístas siempre me hacían tener esos pensamientos desgraciados. –Alonzo ¿Por qué no traemos el equipaje que quedó fuera? La voz de mi amigo fue la salvadora, me conocía tan bien como para saber lo que pensaba, así que nunca vi una luz tan agradable como esa. –Sí, iremos a traer el equipaje. Avisé a mi madre antes de darle un beso en la frente e ir tras los pasos del Villa. –¿Cuándo vas a contarle a tu madre lo que sucedió con Angelo y Emiliana? –consultó en un susurro, cuidándose de la presencia de mi progenitora– –No tiene que enterarse, eso pasó hace cinco años, ya todo está solucionado. –contesté parco– –Quizá evitarías comentarios tan hirientes como el de hace rato. Tenía toda la razón, sin embargo, no quería revivir viejas riñas amorosas, no cuando ya no era necesario. –Quizá algún día pueda contárselo. Le respondí con simpleza y él asintió más interesado en saber otra cosa en particular. –Oye ¿Y cómo va el tema de Lia? ¿Pudiste convencerla de quedarse en casa? –Algo así. El maldito de Raffael Vítale va a salir de la cárcel. –¿Qué? –Por alguna extraña razón un juez anuló la sentencia que tenía, sacando provecho de la ausencia de Orlando. Enviaron una copia de los papeles sobre su liberación al departamento de Lia, ya deberás imaginarlo, está aterrada, piensa que Raffael quiere quitarle a Steffano. –Jodido pedazo de imbécil. ¿Cómo logró salir? Ni siquiera tiene contactos, por lo que sé su padre murió de un infarto hace un par de años, no soportó las habladurías sobre su hijo y su madre se fue a vivir a Verona. Quizá fue ella quien lo ayudó. –Creo que el abogado encargado de encerrrarlo está tras todo esto, acabo de amenazarlo por teléfono y se puso demasiado nervioso. Voy a matarlo. –Te pones muy protector cuando se trata de Lia. Empiezo a creer que mis sospechas son ciertas… Su decisión al hablar me tomó tan de sorpresa que me volví hacia él para verlo a los ojos, cosa que no lo intimidó. –¿Cuáles sospechas? –Amigo, ningún hombre se la pasa visitando a una mujer durante tanto tiempo por nada. Es evidente que ella te gusta. Me pareció imposible de procesar. –¿Qué te sucede idiota? Ella… –¿Lia? ¿Quién es Lia? La voz de mi madre tras nosotros quitó toda la hilación de lo que se convirtió en poco tiempo en una tensa conversación. Cuando mi amigo y yo giramos a verla, nos topamos con el gesto confundido y a la vez emocionado de nuestra nueva acompañante. –¿Estás viendo a una chica y todavía no me lo has contado? Fernando suspiró mirando al cielo, tal vez maldiciendo o echándose la culpa por tocar un tema como ese en un entorno tan poco óptimo. Ahora nadie le podría quitar de la cabeza aquel nombre. –Mamá, no… –¡Dios mío! Ya encontraste a la chica indicada y yo apenas me entero, llevas mucho tiempo viéndola. Al menos me alivió saber que no oyó la conversación completa, de ser así ya hubiera preguntado directamente por el nombre de Raffael. –Leticia, no es lo que… –repuso el pelirrojo en vano– –Quiero conocerla. "¡¿Qué?!" –Quiero ver a esa chica con mis propios ojos y conversar con ella. Traela a la cena. Y eso fue todo, a partir de ese momento me encontré en serios problemas.
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