- ¿Cuántos meses tiene? —Preguntó acariciando a Molly. Me envió a su lado y me miró muy directamente.
—Tiene 8 meses, en unos días cumple 9 meses —le dije acercándome más a ella, besé su frente y se movió, —Gracias por dejarme que me quede con mi hija, de verdad, gracias.
No tienes nada que agradecerme nada, reina —me dijo sonriendo coqueto.
—Gracias —susurré sonrojada. Molly comenzó a llorar y la miré. Ella comenzó a patalear y supe que tenía hambre.
—Tiene hambre —visita, él asintió y me la pasó a mis brazos. Cogió una manta caliente y yo la pasé por las piernas.
—Ahora vuelvo —me dijo cogiendo una bolsa de basura negra y saliendo por la puerta.
Me subí la camiseta y puse un pezón en la pequeña boquita de Molly, despacio y con cuidado. Aprender a darle el pecho a esta glotona fue un verdadero caos. Ella tenía tanta hambre, y yo no sabía ni como tenía que empezar.
Ella succionó fuerte y solté un grito. Molly me miró y siguió mamando de mi pecho, sonreí al verla tan calmada y cambié de pecho cuando no salía nada del otro.
Oí la puerta de la entrada y después a Jared entrar con una expresión neutra. Me miró y miró de seguido al bebé.
- ¿Estás bien? —Le pregunté tapándome un poco el pecho.
—Sí, tranquila —susurró dirigiéndose a su habitación.
—Buenas noches bebé —susurré bajándome la camiseta y afectados a Molly a la habitación de Jared, donde dormía yo. La dejé sobre la cama con almohadas a su alrededor y arropada, sonreí y salí del cuarto. Choqué de espalda con algo duro y me volteé rápidamente.
—Perdón —me disculpé sonrojada por haber chocado con Jared.
No importa —se encogió de hombros, restándole importancia, - ¿Quieres un chocolate caliente? —Preguntó rascando su cabeza.
No hace falta —dije pero anhelaba un chocolate.
—Ven anda con problemas cogiéndome de la mano, sonreí y asentí. Me envió en una tabla de la cocina francesa y lo miré mientras cocinaba el chocolate. Después de un rato me lo entregó y agradecí en silencio.
Lo bebí y gemí al sentir ese sabor caliente y dulce del chocolate. Él me miró y rió mientras miró como yo ponía cómo un tomate.
—Eres tierna cuando te sonrojas —me dijo riendo, y bebiendo un poco de su chocolate.
—Gracias, supongo —agradecí. Terminé el chocolate y sonreí.
—Voy a dormir, Jared, buenas noches —me levanté y dude en darle un beso en la mejilla, pero al final se lo di. Él me miró con una mirada neutra y me fui a la habitación nerviosa.
Molly estaba durmiendo plácidamente, me tumbé a su lado y besé su frente.
—Te quiero —le susurré, me arropé y cerré los ojos abrazándola.
(...)
Abrí los ojos y bostecé, miré a la gran ventana y sonreí. Miré abajo y no vi a nadie, un momento…
¡Molly!
Me levanté corriendo y abrí la puerta del cuarto. Corrí al salón al oír unas risas y vi que Jared estaba jugando con Molly. Suspiré aliviada y él me miró frunciendo el ceño.
— ¿Por qué estas pálida?
—No vi a Molly y me asusté, sólo eso —dije tosiendo levemente. Me senté a su lado y miré a Molly quien sonreía a Jared.
—Estábamos jugando, es una muy niña traviesa —me dijo apretando suavemente la mejilla redonda de Molly.
—Iré a hacer el desayuno —dije levantándome, él asintió y le oí hacer pedorretas a Molly riendo. Sería un gran padre para sus hijos.
Fui a la cocina y saqué leche, harina, chocolate, fresas y azúcar. Preparé unos ricos hotcakes de chocolate y otros de fresa, junto con unos más pequeños sin nada. Los puse en la mesa sobre un plato y en vasos puse zumo de naranja y leche fresca. Doy gracias a mi abuela, que me enseñó de pequeña una gran variedad de recetas.
—Mira que rico desayuno nos preparó tu mamá —oí decir a Jared. Mordí mi labio nerviosa y probó un hotcake de fresa, —Delicioso —dijo masticando lentamente. Molly balbuceaba cosas sin sentido y empecé a preparar su biberón.
— ¿No comerás? —preguntó devorando todo.
—No tengo hambre —le dije girándome, y dándole el biberón con cereales a Molly.
—Debes comer Lya —me regaño. Bajé la cabeza y él suspiro, —Da igual —murmuró entre dientes.
Cogí a Molly y me fui de la cocina, oí el sonido del teléfono sonar y Jared fue a cogerlo.
— ¿Si?... Eh —pauso y me miró, —Claro…vendrá Elena… Si amigo… Adiós —se despidió Jared, sonreí viendo a Molly observarlo, y él puso el teléfono en su sitio.
Entré en la habitación donde dormíamos Molly y yo. Arreglé la cama y puse todo bien puesto. Abrí la pequeña ventana para que se ventilase la habitación, y decidí darme una ducha.
Me lavé el cabello, junto al cuerpo. Tras terminar, envolví mi cuerpo en una toalla y me fui a la habitación para vestirme.
Cogí unos jeans negros, un suéter blanco con un corazón en medio y unas botas negras. También tomé una bufanda negra y me la puse junto a una chaqueta vaquera. Mi cabello lo sequé con el secador y me hice una coleta alta. Cambié a Molly por un conjunto rojo precioso. Le puse un lazo en su pelo castaño y la perfumé con colonia de bebé.
Salí del cuarto con ella y oí voces, vi a Elena con Jared y otro hombre a su lado.
—Hola Lya —me saludó Elena, sonreí tímida, —Hola Molly —le dijo a mi pequeña.
—Iba a dar una vuelta —avisé.
—Te acompaño —dijo Elena cogiendo en brazos a Molly.
—Volveré para comer, supongo —le dije a Jared. Asintió e iba a besar su mejilla pero retrocedió. Ese gesto me dolió, no iba con más intenciones que simplemente ser compañeros de manera cordial. Sin decir más, salí fuera del departamento con Molly, y Elena.
—Hoy iremos de compras, compraremos un carrito y una cuna para Molly —dijo Elena llamando al ascensor para bajar al garaje.
—No tengo dinero, Elena —le dije mirando a Molly.
— ¡Oh! Jared paga, me dio su tarjeta de crédito —dijo sacando la tarjeta de color platino.
—Elena, no quiero que me paguéis nada más que lo necesario.
—Cariño, una cuna y un carrito son cosas necesarias para un bebé.
Un poco de razón sí que tenía.
(…)
Llegamos al centro comercial y entramos a una tienda llamada Baby Place. Había ropa, cunas, juguetes y muchas cosas de niños y bebés.
Fui a ver una cuna rosa pastel con decoración en beige, era mediana y muy coqueta. En ella descansaba un osito y una almohada pequeña.
Miré el precio y suspiré, era demasiado caro.
Me alejé de allí y empecé a mirar ropa de bebé y carritos. Me fijé en un carrito blanco con la capota de color salmón, era muy bonita.
Me volteé y vi a Elena con bolsas de la tienda y unas cajas. Habían dos, una era de la cuna que me había gustado y del carrito que estaba viendo, sonreí negando, y ella pagó.
Salimos de allí y fuimos a otra tienda llamada Fashion, era ropa juvenil femenina y masculina. Miré cosas pero pocas me llamaron la atención. Vi un vestido ajustado de lana blanco, con una cenefa de renos en marrón y dibujitos de navidad. Busqué mi talla, y la cogí de milagro, porque solo quedaba ese ejemplar. Vi que había un vestido en miniatura igual, y era del tamaño de Molly.
—Esos nos los llevamos, y otro para mí —Elena los cogió y pagó. Cogí una camisa de hombre bonita y elegante, para noches de fiesta o en familia. Se la regalaría a Jared, aunque claro, la estaba pagando él… Pero bueno, lo importante es la intención.
Pagamos y después de dos horas andando y comprando por todo el centro comercial, volvimos a casa.
Elena me había dejado en el apartamento y Molly no paraba de poner pucheros. La cuna y el carrito lo traerían mañana. La cuna la montarían y el carrito le pondrían unos tornillos.
Estaba a punto de tocar la puerta pero la voz de Jared me paró.
—Es todo hueso, no saldría con ella ni en sueños —habló la voz de Jared.
¿Ella?
—Vamos tío, te gusta esa bebé y esa mujer te encanta —dijo la voz del otro hombre, supongo que su amigo.
Hablaban de mí.
—Jamás —dijo Jared riendo.
— ¿Entonces por qué vive aquí? —preguntó el otro hombre.
—Elena y mi madre me obligaron, yo no la iba a meter aquí, la trato bien por disimular —dijo Jared, estaba furiosa. Toqué la puerta y sus voces callaron, Jared me abrió y puse una sonrisa forzada.
—Hola Lya, pasa —me dijo, pasé y dejé algunas bolsas en el sillón.
— Hola —saludé al chico que había allí.
—Hola guapa —saludó con una sonrisa pícara.
— ¿Necesitas algo? —Preguntó Jared, lo miré y negué, — ¿Sólo le hablas a él? —preguntó.
—Si —respondí de manera fría. Cogí a Molly y sus cosas y las llevé al cuarto. La dejé jugando con un peluche que le había comprado y me quité la chaqueta junto a la bufanda.
—Vamos a hacer la comidita —dije saliendo con Molly.
— ¿Te quedarás a comer...? —pregunté.
—Soy Paul y si me quedaré —me dijo Paul, asentí y dejé a Molly en la silla de comedor para bebés. Cogí los ingredientes para hacer un plato típico de mi abuela y empecé a cocinar.
Terminé el guisado de pollo con tomate frito, con un ingrediente especial. Lo serví en la mesa con una ensalada pequeña y refrescos. Cogí una porción pequeña de la comida, y la hice puré. Lo puse en un pequeño plato y empecé a darle a Molly.
— ¡Ya está la comida! —grité.
—Cásate conmigo, Lya... está delicioso. ¿Tienes más? —preguntó Paul. Asentí sonrojada y él río.
—Dejo allí a Molly y te sirvo más —le dije llevando a Molly al pequeño sofá, la acomodé y la arropé mientras ella jugaba con un peluche.