Ajustando su abrigo oscuro, Axel dirigió su mirada hacia la entrada principal del festival, donde Emily y Sophie lo esperaban, sus rostros estaban iluminados por las cálidas luces navideñas que aún brillaban en el lugar. La pequeña saltaba emocionada sobre sus pies, mientras Emily la sostenía con una mezcla de paciencia y ternura. Antes de ir hacia ellas, Axel se dirigió a Carlos, que estaba frente a un puesto de regalos, observando con curiosidad una de esas esferas de cristal que dentro contenía nieve artificial y decoraciones con el nombre del pueblo. —Carlos —llamó a su asistente, caminando hacia él con paso firme—, ya es tarde. Puedes ir al hotel a descansar. Carlos levantó la vista y sonrió de manera pícara al darse cuenta de que Axel no se marchaba solo. —¿Está seguro, señor? —p

