Se abalanzó sobre el lobo que iba delante con un gruñido furioso, desgarrándole el hombro. Dos lobos se acercaron para flanquearla mientras ella luchaba, y empecé a disparar. Los lobos eran rápidos, pero no a mil pies por segundo. Disparé tres veces al de la derecha antes de que cayera, y luego apunté al lobo n***o de la izquierda. Disparé un tiro cuando vi algo borroso con el rabillo del ojo; de repente, un lobo marrón me agarraba el antebrazo y mi arma se dispersaba por el camino.
Grité de dolor cuando sus dientes me desgarraron el brazo. En lugar de intentar zafarme, me agaché y le mordí la nariz y la mandíbula. Gimió de dolor, pero no me soltó, así que usé los dedos sanos de mi mano izquierda y le di un golpe fuerte en el ojo izquierdo. Eso funcionó; me soltó, saqué el cuchillo del ca
