"Ojalá fuera un sueño", dijo. Me llevó a la sala y me sentó en el sofá a su lado. Frente a mí, sobre la mesa de centro, había una urna doble; era preciosa, cada una pintada a mano con paisajes de montañas y árboles. Una placa de latón cerca del fondo decía: "Mitch y Emma Grey, juntos para siempre", con sus fechas de nacimiento y fallecimiento debajo. Extendí la mano y sollocé al tocar la placa. "Nunca pude despedirme", susurré. "Lo siento. Te quiero". Las lágrimas no pararon hasta que me quedé dormida en el sofá. Desperté a la mañana siguiente en mi cama, con el sol invernal brillando en mis ojos. Había nevado durante la noche, y unos centímetros de polvo esponjoso lo cubrían todo. Fui al baño y me preparé para el día. Mirando alrededor de mi habitación, parecía que habían pasado años d

