Me acerqué al jacuzzi y empecé a llenar la bañera. Mientras el agua subía lentamente, puse música y apagué las luces, dejando solo una en la esquina frente a la cama y la bañera. Me quité la ropa y la amontoné en una silla. Me miré en el espejo; tenía moretones y arañazos, cosas que habrían desaparecido con un lobo. Aún conservaba mi cuerpo atlético, con pechos firmes y prominentes y un vientre plano. Pasé la mano por la bañera mientras sentía crecer mi deseo; esta noche escribiría sobre los recuerdos de ese día, igual que escribía sobre los archivos de mi portátil.
Saqué la bolsa y la cinta adhesiva que necesitaba para mantener seca la mano izquierda. Después de asegurarla, acerqué una almohada a la bañera y la coloqué donde pudiera descansar la mano. Suspirando profundamente, me hundí e
