—Estamos enviando oficiales, señora. ¿Qué aspecto tiene? Volví a mirar la pantalla. "Tiene unos treinta y tantos años, es alto, lleva vaqueros y camisa de franela. ¡Date prisa, ella no se mueve y él sigue pateándola!" Colgué el teléfono y nos sentamos a mirar. Si Olivia no fuera un hombre lobo, no habría sobrevivido a la paliza que le propinó. La levantó y la arrojó sobre el capó de su coche; cuando intentó levantarse, la agarró del pelo y la tiró al suelo de nuevo. La estaba pateando de nuevo cuando vi que todos se quedaban quietos, y luego todos corrieron a sus casas. Las patrullas aparecieron y los agentes entraron en la casa, con las armas en la mano, mientras Olivia yacía inmóvil en el jardín delantero. Por suerte para ellos, a los hombres lobo les inculcaron el hábito de no expone

