Capítulo 2

1434 Words
Narra Rocío Vuelvo corriendo para unirme a mi turno y dedico algunas horas extra. ¡Cinco mil dolares! ¿Cómo voy a conseguir esa cantidad de dinero en sólo una semana? Sólo gano el salario mínimo. Incluso con turnos dobles sin parar en ambos lugares, nunca ganaría lo suficiente a tiempo. Mientras entro mi bicicleta al estacionamiento, noto la fila de clientes que se extienden frente a la puerta. Una sensación de hundimiento se instala en mi estómago y sé que mi partida abrupta ha dejado a mis compañeros de trabajo luchando por tomar el relevo. Respiro profundamente y salgo de mi auto, preparándome para la tormenta en la que estoy a punto de entrar. —¡Rocío!—una de mis compañeras de trabajo, Tina, grita tan pronto como entro al restaurante—¿Dónde diablos has estado? ¡Estamos abrumados! —Lo siento– me disculpo rápidamente, atando mi delantal mientras me apresuro detrás del mostrador—.Tuve una emergencia. —¿Una emergencia?—espeta, sus ojos se estrechan hasta convertirse en rendijas—.Será mejor que tengas una buena explicación para esto. –Mira, no puedo hablar de eso ahora— digo, tratando de mantener la voz firme—. Pero prometo que lo compensaré a todos. —Como sea— resopla Tina antes de volver su atención a los clientes, que están cada vez más impacientes. —¡Próximo!—grito, poniendo una sonrisa en mi rostro mientras trato de dejar de lado mis propios problemas por el momento. No es justo dejar que mis problemas afecten a mis compañeros de trabajo o a los clientes. —Ya era hora—refunfuña un hombre mientras se acerca al mostrador—.He estado esperando aquí durante veinte minutos. —Otra vez, lo siento mucho— le digo, forzando las palabras a salir con los dientes apretados—¿Cuál es su pedido?—la noche se prolonga y cada cliente descontento es un claro recordatorio del desastre que he causado. Pero no es nada comparado con el desastre que me espera fuera de estos muros. Mientras tomo pedidos y sirvo comida grasosa, mi mente piensa en posibles soluciones a mi problema. Necesito dinero... y rápido. ¿Quizás pueda pedirle a Dave más horas? ¿Un adelanto? En el momento en que termina mi turno, prácticamente corro hacia la oficina de Dave, impulsada por la desesperación. Sé que necesito compensar el hecho de haber dejado el trabajo antes y la única forma que se me ocurre es trabajar horas extras—.Dave, por favor—le ruego mientras irrumpo en su oficina, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho—¿Puedes dejarme trabajar algunas horas extra? Haré cualquier cosa: limpiar, abastecerme, lo que necesites. Él levanta la vista de su papeleo, con expresión severa. —Rocío, lo que pasó hoy fue inaceptable. Nos dejaste colgados durante las horas pico a pesar de que te dije que no podías. —Lo sé. Lo siento mucho— digo, con lágrimas brotando de mis ojos—.Pero algo terrible pasó con mi familia y no tuve otra opción. Por favor, necesito el dinero. —Tus compañeros de trabajo tuvieron que tomar el relevo— dice, impasible ante mis súplicas—.No puedo recompensar eso dándote más horas. —Por favor—dije entrecortadamente de nuevo, sintiéndome completamente derrotada—.No preguntaría si no fuera importante. —Rocío —suspira Dave, frotándose las sienes—.Eres una buena trabajadora, pero tengo que trazar un límite en alguna parte. Después de considerarlo un poco, he decidido que tenemos que dejarte ir. Lo miro con incredulidad, mi corazón se hunde como un peso de plomo en mi estómago. ¿Realmente acaba de decir eso? Estoy a punto de perder mi trabajo y mi última esperanza de salvar a mi hermano de las garras del tío Carl. —¿Qué?—tartamudeo, mi voz apenas es un susurro. —No podemos darnos el lujo de tener empleados poco fiables que dejen colgados a sus compañeros de trabajo— explica—. Eres una chica inteligente. Estoy seguro de que encontrarás algo más. —Pero... necesito el dinero— suplico, agarrando con más fuerza mi bolso—.No puedo perder a mi hermano. —Lo siento—dice, pareciendo genuinamente dolido—.Pero todos aquí tienen uno o dos problemas. —Dave, no puedes hacerme esto. Ahora no. —Por favor, vete antes de que tenga que llamar a los guardias— evita mi mirada mientras lo dice. —Bien—susurro, mi voz apenas audible. Cuando salgo de su oficina, siento que mis piernas se van a doblar debajo de mí. –Hola, Rocío— grita una voz comprensiva, devolviéndome a la realidad. Es Jess, una de mis compañeras de trabajo que siempre parece entender cuando las cosas no van del todo bien. ella envuelve su brazoalrededor de mis hombros, guiándome a un rincón tranquilo de la sala de descanso —.Escucha, no pude evitar escuchar tu conversación con Dave— dice suavemente—¿Vas a estar bien? —Yo… no lo sé— empiezo a llorar—.Necesito el dinero en efectivo, Jess. Mi hermano pequeño depende de mí, y es que le debemos dinero a unos tipos. Todo está sucediendo muy rápido y solo tengo una semana para conseguir el efectivo. Jess masajea suavemente mi espalda, ayudándome a calmarme. —Es tan malo, ¿no? —Estoy desesperada, Jess— empiezo a sollozar—. Ya tengo dos trabajos…— me detengo aquí, al darme cuenta de que tenía dos trabajos—.Considerando que me acaban de despedir de uno y que el otro no es exactamente el camino hacia millones, ¿cómo diablos voy a encontrar cinco mil dólares en una semana? —¿Cinco mil dólares?—Jess chilla. Miro hacia arriba con una sacudida repentina. —No ayuda, Jess— le advierto. —Lo siento. Lo siento— murmura. Luego, baja la voz—. Ya sabes. Si necesitas esa cantidad de dinero, puede que haya otra manera. —¿De verdad?—pregunto, la desesperación tiñe mi tono. —Sí—asiente Jess—.Mi prima trabaja en un club del centro. No es el trabajo más glamoroso, pero paga bien y siempre están buscando gente nueva. —¿Club?—pregunto, mi mente inmediatamente salta a todo tipo de establecimientos de mala muerte—¿Qué tipo de club? —Uno de lujo–explica demasiado rápido—.Nada superficial. Sólo... bailar, y las propinas pueden ser realmente buenas si sabes cómo trabajar con la multitud. Tienen algunas cosas privadas. También hay salas de baile—susurra—.He oído que algunas chicas ganan más de dos mil dólares por cliente dando bailes privados. Mientras Jess habla, mi mente se acelera en un torbellino de emociones y posibilidades. Un club en el centro. Baile. Cuartos privados. Todo esto me suena tan extraño e intimidante, siendo una chica que ni siquiera ha puesto un pie en esos lugares. Pero la promesa de dinero rápido, la solución a la crisis de mi familia, eclipsa cualquier temor. La idea me aterroriza. Nunca he sido una gran artista, mucho menos una bailarina exótica. Pero con la espalda contra la pared, no puedo permitirme el lujo de ser exigente. —¿Hablas en serio?—le pregunto a Jess, mi voz apenas es más que un susurro. Ella asiente seriamente, con los ojos llenos de empatía. —Sé que no es ideal, pero tiempos desesperados exigen medidas desesperadas, ¿verdad? Si juegas bien tus cartas, podrías ganar lo suficiente para pagar esas deudas en una semana. —Y no tendré que… ¿sabes?—la idea de tener que tener relaciones sexuales con extraños es demasiado. No es sólo el hecho de que todavía soy virgen lo que me preocupa, sino que me parece un concepto muy incómodo. —No, no lo harás. Es sólo bailar, Rocío — me tranquiliza. Respiro profundamente, tratando de fortalecerme contra los nervios que amenazan con abrumarme. —En ese caso— digo finalmente, con determinación en mi tono—¿Tu prima estaría dispuesta a ayudarme a conseguir un trabajo allí?— pregunto, tratando de parecer más segura de lo que siento. —Absolutamente—dice Jess con una sonrisa tranquilizadora—.La llamaré ahora mismo. Cuando ella se va para hacer la llamada, mi estómago se revuelve con una mezcla de miedo y determinación. Esta no es la vida que imaginé para mí, pero haré lo que sea necesario por el bien de mi hermano.
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