Stella
Han pasado cinco días desde que Lars me entregó esa carpeta, y todavía está ahí, sobre mi mesita de noche, mirándome cada vez que entro a la habitación. No la he abierto desde entonces, pero la he mirado tantas veces que ya me sé de memoria cada palabra que contiene.
“Qué te gusta en el sexo, qué estás dispuesta a explorar y cuáles son tus límites.”
¿Cómo se supone que debo saber todo eso? ¿Cómo se espera que responda con certeza si jamás he tenido sexo antes de él?
No tengo una lista clara de lo que me gusta. No tengo nada más que sensaciones abrasadoras, intensas, que me provoca él cuando me toca, cuando me habla con esa voz baja que me desarma, cuando me mira como si pudiera leer mis pensamientos más íntimos. Me gusta lo que me hace sentir, me gusta cómo me toma, como si fuer
