Caroline
No sé cuánto tiempo pueda soportar todo esto, pero de algo si estoy segura y es que no va a ser por mucho tiempo, si tan sólo pudiera salir unos minutos e ir con Morris. Él no sabe que me casé y quisiera poder explicarle todo, no quiero perder su amor.
Sé que fallé al no decirle que me casaría con alguien más, pero todo fue tan rápido que no tuve tiempo de hablar con él. Llevamos tanto tiempo planeando casarnos que ahora no sé si algún día él pueda perdonarme
Es mejor tratar de salir, además no creo que mi nuevo esposo quiera llevarme de luna de miel y menos después de la discusión de anoche, por ahora trataré de mantenerlo alejado de mí, y así poder buscar la manera de ayudar a mi padre sin que se vea perjudicado.
Solo espero que con este sacrificio que estoy tomando por él, deje de una buena vez de lado los juegos de azar, ya estoy cansada de sacarlo de problemas.
Pero no puedo quedarme todo el día aquí sin hacer nada, es mejor ir con Morris. Sí, debo ir con él, eso hará que mi vida junto a Alex sea más llevadera, al menos por el tiempo que esté casada con él.
Me pongo algo ligero de ropa, recojo mi cabello y salgo de la habitación, bajó rápidamente las escaleras, necesito salir rápido, no quiero discutir con Alex, no quiero encontrarlo en mi camino.
—¿A dónde crees que vas? —él me dice.
Me detengo de inmediato al escuchar la voz carrasposa de Alex, me giro y ahí está él, con una reluciente sonrisa dibujada en su rostro, acompañada de un cigarro y un vaso en sus manos.
—Necesito ir con mi padre —le dije a él para luego seguir mi camino.
—Tu no vas a ningún lado, ahora me perteneces y harás lo que a mí me dé la gana —él me dice.
Abro mis ojos de par en par al sentir las manos de Alex puestas sobre mi brazo.
—Ya te dije anoche, yo no soy de tu propiedad, es verdad me case contigo tomando el lugar de mi hermana, pero no quiere decir que te voy a obedecer —le dije firmemente a él, mientras trato de safarme de su agarre.
—Y tu me crees estúpido, ¿Verdad? Pague por tu hermana, pero la que se vendió fuiste tú, ahora quieras o no me perteneces, y de aquí no sales, sin que yo lo diga —me dice el muy cretino, ahora sí va empezar la guerra.
—Yo no me vendí, simplemente tome un lugar del cual ahora me arrepiento, hubiese esperado mejor las consecuencias y no hubiera cometido este error, pero de algo puedes estar seguro Alex Connor, tu no eres nadie para prohibirme absolutamente nada —le dije a él.
Es cierto que estoy aquí por salvar a mi padre, pero eso no quiere decir que me vaya a dejar humillar, eso nunca.
Intento caminar pero el idiota de Alex me toma en sus brazos y me sube sobre sus hombros para llevarme de nuevo a mi habitación.
—¡Bájame! —grité con fuerza. Mientras le pegó en la espalda, con mis puños cerrados.
Lo que si no se puede negar es que tiene un enorme trasero desde aquí arriba. De inmediato me regaño por esos pensamientos.
—¿Quieres que te baje?, pues tus deseos son órdenes. Una cosa más, de aquí no sales —me dice él, lanzandome bruscamente a la cama.
—Eres un bruto, estúpido —le grito a él, llena de impotencia.
—Sí eso soy, me describiste a la perfección, pero de aquí no sales, y si tienes que ver a tu papito dile que venga a verte, porque él y yo tenemos un asunto pendiente —me dice él.
Esto debe ser una pesadilla, en verdad me case con un loco, ahora entiendo porque escapó Marie, seguramente se dió cuenta del loco con que iba a contraer matrimonio.
Espero unos minutos que se vaya, y tan pronto lo hace me asomo rápidamente por la ventana, debe haber un lugar por donde salir.
Solo que para mí desgracia no puedo saltar desde aquí, pero ni crea que me daré por vencida, eso nunca, esperaré el mejor momento para poder salir e ir con Morris, él amor de mi vida.
Espere todo el día encerrada en la habitación, y no pude hacer absolutamente nada, incluso no quise probar bocado alguno, a la espera de algún descuido para poder salir de aquí, necesito ir con Morris y explicarle mi desaparición, no entiendo porque no traje mi celular, vaya que si soy una estúpida, además de olvidadiza
Miro una vez más el reloj, y creo que ya es lo suficientemente tarde como para poder salir sin que nadie se de cuenta, acomodo un poco mi cabello y salgo de mi habitación lo más sigilosamente posible.
—¡Señorita! ¿Va a algún lado?"
Me detengo de inmediato, no puede ser tanta mi mala suerte.
—Hola, por favor no hagas ruido, por favor —le digo a ella.
—Señorita, si el señor se entera que usted salió no sabe lo que pasara, a él no le gusta que desobedezcan sus órdenes —ella me dice.
Miró hacia las escaleras para constatar que no venía Alex y jalo a la pobre mujer.
—Por favor no digas nada, necesito salir solo unas dos horas, te prometo que no tardaré, pero por favor no le digas nada a Alex —le hablo a ella.
La miró a los ojos y solo espero que la mujer me ayude, o de lo contrario tendré un segundo round con el ogro de Alex.
—Esta bien señorita, solo no tarde, y por favor, si mi jefe la llega a descubrir por favor no le diga que yo la deje ir.
Salgo de ahí como alma que lleva el diablo, sé que es demasiado tarde, pero necesito hablar con Morris, no puedo esperar a mañana y que vaya a casa de mis padres y sepa lo que hice por boca de ellos.
Llegó al apartamento de Morris, nuestro apartamento, el que por mucho tiempo ha sido nuestro nido de amor, tomó la llave de repuesto, la misma que siempre dejamos debajo del tapete, por si uno de los dos la llega a olvidar.
Mi corazón empieza a latir con fuerza y se pone a punto de estallar al escuchar unos gemidos provenientes de la habitación, niego con mi cabeza, no puede ser lo que me estoy imaginando, él no me puede engañar.
Abro la puerta con el temor más grande de que no sea lo que estoy imaginando, pero para mí desgracia, es verdad.
Una mujer completamente desnuda está encima de Morris, negué moviendo mi cabeza varias veces, y más porque solo pido que esto sea un sueño, uno del cual muy pronto voy a despertar.
—¡Morris! —le grité a él, con lágrimas resbalando de mis ojos, no creía lo que tenía justo enfrente de mis ojos.
El levanta la cabeza y tira la mujer a un lado, miro todo sin poder creer la escena.
—¡Marie!, Tu… tu y Morris son amantes? — les dije a ellos con mi corazón roto.
—Hola hermanita, pensé que estabas de luna de miel —me dijo Marie con ironía.