Fárfara entró en la cursi casa de la bruja, le dolían los pies y el orgullo, debió suponer que escapar del territorio de un brujo no sería tarea fácil, Cleome tarareaba en la cocina, ¿Estará lanzando algún otro hechizo?
«Espero que yo no termine en aquella olla» pensó observando un gran caldero colocado sobre una rejilla metálica, justo debajo un fuego de color lila bailaba lamiendo el culo del caldero.
La bruja al ver a la mafarki sonrió con calidez y la tomó de la mano, mientras le indicaba las secciones de su casa, Fárfara buscaba alguna manera de escapar, ella es una mafarki, una especie maldita, son cazados y exterminados aún cuando no hayan usado sus poderes ni hubieran hecho daño a nadie.
Los mafarki tienen el poder de caminar en los sueños de aquellos que son marcados por ellos y ver sus memorias, no cualquiera es marcado y la forma de colocar la marca en alguien es de manera muy íntima, nadie sabe cómo los mafarki marcan a sus víctimas ni cómo funcionan sus poderes y habilidades, por lo que son temidos y ese temor los está llevando a su extinción.
Fárfara no tenía familia ni tribu, no recordaba nada ni a nadie, su memoria era un lienzo en blanco, solo las últimas dos décadas estaban grabadas en sus recuerdos.
Cleome vio la cara sería de la muchacha y se rio, su risa era cantarina, la mafarki empezó a rezongar mientras caminaba obedientemente detrás de la bruja.
Cleome desnudo a la muchacha y la metió en una gran tina de agua caliente y aromática, con una suave toalla empezó a tallar la piel de la joven al tiempo que empezaba a tararear de nuevo.
— ¿Será qué solo sabes tararear?
preguntó Fárfara con tono molesto.
— ¿No te gusta esta canción? Dime cuál te gusta y la cantaré para ti.
— No me gusta ninguna, no me gusta la música, no me gusta este baño y no me gustas tú, bruja.
— ¡Oh! Bueno, tendremos que trabajar en todo eso y estoy segura de que encontraremos algo que te guste y con el tiempo también estoy segura de que llegaremos a ser buenas amigas.
Fárfara gruñó y se hundió en el agua caliente, en verdad se sentía muy agradable ese baño, y se odio por tener ese sentimiento, ella es una sobreviviente, no necesita de nadie y mucho menos de una bruja tan cursi e ingenua como ella.
El tiempo empezó a caminar, el sol salió y se ocultó detrás del horizonte mientras Cleome cantaba y cuidaba de su jardín, Fárfara buscaba alguna manera de engañar a la bruja para que la dejara ir.
La luna reemplazo al sol y dentro de la casa de la bruja, Cleome tarareaba mientras la mafarki seguía buscando como recuperar su libertad.
Entre cantos y conversaciones una estación dio paso a la siguiente y la nieve empezó a cubrir la tierra, Fárfara se resignó, no iría a ningún lado, Cleome la trataba con tanto cariño y todo el tiempo estaba enseñándole cosas que Fárfara empezó a dudar si en verdad quería irse.
A mediados del invierno un visitante llegó a la casa de la bruja, un mensajero, un hombre noble solicitaba su ayuda como curandera y había enviado incluso un caballo para que la mujer pudiera ir en su auxilio.
Cleome aceptó de inmediato, Fárfara intentó disuadirla, la historia del mensajero sonaba demasiado elaborada, ella conocía el peor lado de los humanos y de los sobrenaturales, algo en la historia del hombre le parecía sospechosa, a pesar de su insistencia la bruja se marchó.
— No te preocupes Fárfara, regresaré pronto, si mis poderes pueden ayudar a alguien menos afortunado con gusto iré.
La muchacha observó a la bruja desaparecer entre el manto blanco de la nieve en la distancia, se quedó observando el camino por el que la bruja se marchó hasta que la nieve rellenó las huellas del caballo, suspiró con resignación y entró en la casa.
…..
Cleome llegó a la casa del noble, nadie ahí sabía que ella era una bruja real, los humanos temen a lo desconocido y ella se hacía pasar por una curandera para poder ayudar a esos seres tan efímeros y débiles que tanta misericordia despertaba en ella.
El hijo del noble estaba muy enfermo, nada que la magia no pudiera resolver, al parecer había tenido un accidente y una de sus costillas estaba presionando su pulmón, un simple hechizo para colocar el hueso en su lugar hubiera sido suficiente, sin embargo Cleome se tomó tres días en curarlo, debía tener cuidado para que no descubrieran su magia, no quería asustarlos.
Bajo su guía prepararon baños de hierbas, compresas y emplastos, la bruja lanzó el hechizo la última noche de esa manera el joven amaneció completamente recuperado gracias a los esfuerzos de la curandera.
Cleome no aceptó el pago del noble y pidió que lo repartieran entre los necesitados, ella nunca se quedaba a ver si su petición se cumplía, los humanos son frágiles tanto de mente como de cuerpo y ella no quería interferir en sus desiciones, solo quería ayudarlos con su poder.
…..
La nieve crujía bajo las pisadas de la bruja, el bosque delante de ella era tan blanco que era difícil distinguir algo entre tanta nieve, Cleome conocía bien el camino, sus pies habían recorrido el mismo sendero por más de cien años.
Se detuvo, delante de ella cerca del camino podía ver un bulto ya cubierto de nieve, se acercó y con cuidado retiró con un movimiento de su mano la nieve acumulada, la nieve flotó hacia el cielo y se evaporó.
«Un vampiro» pensó al ver la capa hecha de pelo de kyoran, retrocedió un paso, los vampiros suelen atacar cuando se sienten desorientados, al igual que los lycans, recordó con algo de aprensión, décadas atrás un lycan herido la atacó cuando ella intento ayudarlo, desde ese día se aleja un poco de los sobrenaturales antes de ayudarlos.
La capucha del vampiro se elevó siguiendo el movimiento de sus dedos, un hombre, el vampiro no reaccionó.
«Qué extraño» pensó, los vampiros no suelen sufrir de hipotermia durante el invierno, se puede decir que son criaturas invernales, ya que es la única época del año en que el sol no los lástima.
Cleome se acercó con cuidado y lanzó un hechizo, motas de luz bailaron sobre la cabeza del vampiro y sus ojos se abrieron, dos ojos azules como un lago profundo, el vampiro la observó por un minuto entero antes de pronunciar una única palabra:
— ¡Ayuda!
Los ojos del vampiro empezaron a cerrarse al tiempo que la bruja lanzaba otro hechizo, de todos los sobrenaturales que se mueven entre las sombras del mundo, un vampiro suele ser el que menos ayuda necesita.
Sus cuerpos son los de un no-muerto, no necesitan respirar, no pasan frío o calor, no sufren ninguna enfermedad, su tiempo de vida es el más largo entre ellos exceptuando a los dragones.
Mientras un vampiro no se exponga a la luz del sol y pueda alimentarse estará en perfecto estado, están en invierno, aún cuando no tenga su capa de kyoran la luz del sol no puede lastimarnos, hay demasiados cristales de hielo en la atmósfera.
El hechizo de Cleome cambio de color, las notas verdes se volvieron marrones oscuras, ¡Veneno!, de alguna manera aquel vampiro fue envenenado, está muy lejos de cualquier nido, si ella no lo trata morirá.
La bruja miró a su alrededor, todavía está algo lejos de su hogar, no puede tratarlo ahí, en medio camino, los copos de nieve habían comenzado a caer otra vez, el cabello dorado trigo del vampiro empezaba a lucir blanco.
— ¿Puedes ponerte en pie?
.....
Evian retiro sus colmillos del cuello de la anciana, no le gustaba beber la sangre de los humanos viejos, su sabor es rancio y es más espesa de lo normal.
La anciana tenía en el rostro una sonrisa deformada, parecía más una mueca que una sonrisa, «Una adicta a nosotros» pensó mientras se convertía en una nube de murciélagos y se alejaba.
Había volado varios kilómetros cuando su forma espectral se disolvió de golpe, Evian estaba a gran altura, su cuerpo se estrelló con tanta fuerza que destrozó un olivo antes de quedar tendido sobre la nieve jadeando, sí jadeando, los vampiros no necesitan respirar, por lo que no necesitan jadear, pero lo estaba haciendo, miró su mano y vio un ligero color azulado debajo de su piel blanca.
¿Veneno? ¿Cómo?
El rostro de la anciana apareció en su mente, la mujer debía de estar consumiendo algo que era veneno para ellos, maldijo en voz baja, debía buscar ayuda, estaba demasiado lejos de su nido y no conocía la ubicación de ningún nido en aquel sector.
Entrecerró los ojos y buscó algún rastro, en la distancia vio las ondulaciones de lo que parecía magia, «Un campo mágico» pensó mientras se ponía en pie y colocaba su hombro en su lugar, «Brujos, espero que sea uno competente»
A medida que avanzaba en dirección al campo mágico sus pies se volvían pesados, debía descansar un poco, con un gruñido se sentó, hace siglos que no se sentía vivo.
No sentía cansancio, ni dolor, odiaba estar vivo, odiaba la parte débil de estar vivo, el es un no-vivo, le gusta ese estado, sus ojos se fueron cerrando y su cuerpo dejo de moverse.