48. ÚLTIMO PENDIENTE

2744 Words
Dos días después Max Teníamos nuestros papeles arreglados y estábamos listos para partir al día siguiente a Londres donde buscaríamos nuestro hogar, Adler, Ares y Sasha se encargaron de preparar un almuerzo de despedida para nosotros, estábamos ayudando a servir la mesa cuando suena el timbre, Ragnar y yo salimos de la cocina, vemos que todos están petrificados y a la vez se refleja la ira en los rostros de los Müller, al seguir su mirada vemos a un hombre de pie y no es sino hasta que Ragnar susurra el nombre de Wesker que entiendo la situación. —Lárgate de mi casa Wesker, no tienes nada qué hacer aquí, todo quedó pagado, no nos debes, no te debemos. Le dice Ares con un odio tan profundo, que siento que los tres nos arrojaremos contra él como leones. —Déjalo Ares, si no te importa tomaré tu oficina prestada unos minutos. —Pero Ragnar ¿qué diablos crees que haces? —pregunto bastante desconcertado. —Vamos Wesker, aún tenemos un asunto pendiente. Tomo su mano intentando evitar que algo pase, pero ella solo me da una caricia y sin sonido alguno me dice con sus labios: "confía en mí", suelta mi agarre y continúa al despacho con Wesker que no se ha pronunciado para nada. Todos quedamos preocupados por lo que pueda ocurrir en ese lugar, pero sabemos que si ella dijo eso no debemos intervenir, yo menos que nadie, así que nos quedamos en la sala esperando a que salgan. Ragnar En cuanto cierro la puerta Wesker pone el seguro y me atrae a sus labios sin darme tiempo a nada, es profundo, pasional y cargado de las mismas sensaciones que me dio los primeros días en su casa. —Te extrañé demasiado, por un momento pensé que no volvería a verte. —No corres con tanta suerte Wesker, bien sabes que soy dueña del báratro y yo decido cuándo regresar a esos aposentos. —No lo dudo —hace una señal para que tomemos asiento en el sofá y me entrega algunas cosas. —Todo está tal cual lo acordamos, puedes revisarlo con confianza. Examino el contenido con tiento encontrando dos cartas, las cuentas bancarias con el capital correspondiente, el acuerdo de traspaso de poder firmado y sellado por él y una pequeña caja negra que estaba cerrada. —¿Y esto? —Es un obsequio de despedida. Retira un collar que tenía en su cuello y con el dije abre la cerradura, en esta caja resguardaba unas fotos de esos días en la mansión, algunas eran tan grotescas que harían vomitar a cualquiera, otras eran más íntimas donde estábamos en la cama como amantes. —Una despedida digna de ti. Mantengo mi tono neutral para no mostrarle cuan afectada me había dejado las imágenes en las que me torturaba. —No tienes que fingir conmigo Ragnar, sé bien lo que te hice, lo que viviste y lo que sentiste, pero si te muestro esto no es para seguir con mi tortura, sino para recordarte el temple que tienes y el cual siempre llevaré en mi mente hasta el final de mis días. —Hay mejores formas de recordarlo. —Lo sé, pero entonces no serían propias de mí. Me levanté buscando una carpeta que había ocultado entre los libros y se la entregué. —Puedes confirmar que está todo lo solicitado. Él revisa la información corroborando todo y su rostro va cambiando a medida que va leyendo, al finalizar, cierra la carpeta sacando una hoja previamente la cual quema con su encendedor en lo que contiene su dolor, me siento a su lado y tomo su mano con fuerza viendo el fuego expandirse, aunque él me sorprende tomando las fotos quemándolas también. —Quedamos a mano Ragnar, no me debes, no te debo —acuna su mano en mi mejilla mirándome igual que el primer día en su casa. —Gracias por darme eso, sé que fue difícil para ti, pero lo atesoraré siempre —une nuestras frentes y vuelve a fundirnos en un beso. —Me alegra saber que valió la pena —dije una vez nos separamos. —Quisiera pedirte algo más, considéralo un último favor. —Dime —Desnúdate Me levanté quedando entre sus piernas y él acomodó sus manos en mi cintura retirando mis prendas hasta dejarme expuesta, sus dedos repasaron primero sus marcas en mi espalda y posterior me dejó frente a él nuevamente. Su mirada era intensa, pero no me veía como si admirase su dantesca obra, sino como grabando cada parte de mi cuerpo en su memoria de forma especial. —Ven. Me acercó un poco más a su cuerpo y levantó una de mis piernas apoyándola sobre el sofá, repartió castos besos en esta hasta llegar a mi centro donde volvió a deleitarse llevándome otra vez a la recamara que presenció más de un acto nuestro. No era una bestia la que despertaba mi placer, sino el hombre que guardaba el último gramo de humanidad en su ser. —Wesker... —pronuncié jadeante. —No te contengas Ragnar, déjame sentirte una última vez. Aún cuando hubiese querido; no pude aguantar mi orgasmo el cual fue recibido por su boca, abrió su pantalón bajándolo lo suficiente y colocándome a horcajadas sobre él, pero no ingresó de inmediato, solo movía su falo rozando mi entrada y bañándose en mis jugos. Estábamos agitados, deseosos, mas él era el mismo hombre que me admiraba sentimental. —Te di dos días libres y hoy cobraré uno, pero en ti quedará el control del próximo movimiento. Esta faceta de Dr. Jekyll y Mr. Hyde era única en almas como las nuestras. No lo pensé tanto y descendí sobre su enorme m*****o controlando el gemido de mi boca, uno que él parecía absorber al abrir la suya cerca de la mía con el mismo placer. Moví mis caderas en un vaivén gitano que era reforzado con el agarre de sus manos en mi trasero y ardientes besos, chupadas y mordidas que dejaba en mis senos, era lava infernal, era el único amor que él podía brindar y que, según sus palabras, no había obsequiado a nadie más que a mí, pues no sentía que Kathya fuese la persona que debiese recibir la mejor versión de él. Se levantó en el acto sin soltarme, me percaté que en algún punto retiró su calzado y demás prendas inferiores y caminó llevándome hasta una pared donde siguió penetrándome, abrí su camisa retirándola prontamente entre rasguños que marcaban su cicatrizada piel y sentí un orgasmo aproximarse, el cual reconoció al sentir las contracciones en su falo. —Hazlo, libera todo de ti Ragnar. Su voz era tan gruesa y ronca que solo bastó escucharla para soltar una fuente entre sus piernas y los múltiples espasmos lo hicieron gruñir e introducirse más rápido en mí. —No te detengas... —Jamás. Arremetió con más ímpetu reluciendo un poco a Mr. Hyde, pero sin dejar de ser el mismo Wesker. Al haber incrementado la intensidad en el momento justo a la llegada de mi orgasmo, otra ola de placer vino a mi cuerpo enloqueciéndome por completo. —Wesker —gemí. Nos besamos como queriendo llegar a la garganta del otro, me empotraba con la misma fuerza y pasión con la cual me torturó y yo rasgaba sanguinaria su piel con mis uñas al punto de querer reventarlas. —Ragnar —jadeó ronco. —Hazlo Wesker. Un movimiento final que descargó un maremoto en ambos, nuestros cuerpos temblaban ante un placer bestialmente indescriptible y el aire no nos era suficiente. Sin soltarme, me llevó al sofá acomodándonos como antes y nos apoyamos sobre el otro hasta recuperar la cordura y el aliento, nuestras caricias mostraban al otro una ternura que solo se le daría al ser más amado y los besos se tornaban esperanzadores. Me separó un poco, nos perdimos en la mirada del otro y suelta una sonrisa tan serena que me sorprende. —Me llevaré momentos como este de recuerdo y tu mirada será lo último que vea cuando muera. —¿Eso es una declaración? —No, es una promesa. Al recuperar por completo nuestros alientos, nos vestimos y arreglamos para salir, tomé todas las cosas para retirarnos, pero él me detuvo tomando nuevamente la caja negra sacando otra más pequeña que yacía al fondo y la abrió frente a mí enseñándome una esclava con nuestras iniciales. —Un pequeño secreto para el mundo y la fortuna de compartir estas iniciales contigo —deja un beso en mi dorso después de ponerla en mi muñeca y da una reverencia con su oscura sonrisa y mirada abismal. A pesar del dolor al que me sometió varios días, pude descubrir las dos caras bajo la máscara y de alguna forma el tenerlo nuevamente frente a mí entregándose por completo me confundía un poco, pero más que nada, sentía que me despedía de alguien especial. Tal vez así como yo llegué a calar hondo en él, Wesker también caló profundo en mí. —¿Qué harás ahora? —Buscar una nueva mazmorra e instalar mi calabozo en esta. —Comprendo, buena suerte Wesker, cuídate. —Tú también Ragnar. Dile a Sasha que espero pueda ser feliz y que no espero me perdone por abandonarla, pero que tampoco me busque, no quiero que esté en mi vida, ella es buena. —Así será. (...) Max Casi una hora más tarde ellos salen del despacho, él mira hacia donde estamos nosotros, pero especialmente a Sasha, es extraño, creo ver arrepentimiento en los ojos de él pero no aseguro nada. Inclina su cabeza como señal de despedida y se va de la misma forma en que vino, solo y en silencio. —¿Vamos a comer? Tengo mucha hambre y ya quiero probar el almuerzo, así que espero tengan un excelente postre. Dice Rag como si nada hubiese ocurrido hace un momento, como si nada hubiese pasado en estos meses, entre todos intentamos sacarle alguna respuesta, pero ella solo toma la mano de Sasha y se sientan en la mesa esperando por nosotros, decidimos acercarnos y procedemos a comer en un incómodo silencio. Se supone que sería un gran almuerzo de despedida, pero nadie tiene buen ánimo con lo ocurrido excepto Ragnar. Al llegar el momento del postre ayudamos a Sasha a poner las porciones en la mesa, había comprado un esponjado de limón con chocolate blanco, quien más lo disfrutaba era Rag y fue cuando sentí que las cosas en verdad estaban bien ahora que la veía comer de esa forma, luego vemos que se pone de pie y trae una caja del despacho colocándola encima de la mesa. —Sasha, tu padre dejó esto para ti, me pidió que te dijera que no lo busques, que hagas de cuenta que está muerto y seas feliz en la vida, lo demás lo encontrarás en esa caja —Sasha recibe la caja un poco dudosa. —Ares, Adler, estos documentos son para ustedes, aquí se hace entrega del poder de los Gorsky y los Richter a mi nombre y a su vez yo cedo dicho poder a ustedes por partes iguales haciéndolos cabecillas de la mafia alemana. —¿Qué? ¿pero cómo? —pregunta Adler muy desconcertado. Todos estábamos impactados ante esa revelación, nadie podía entender cómo era posible. —Cuando entregué la carta roja a Wesker no lo hice porque sí, venía con unas condiciones específicas y él sabía el riesgo que corría si alguna llegara a violarse, es por eso que esa noche fue con nosotros, para verificar con sus propios ojos que las condiciones se dieran sin alteraciones. Además, en esas dos semanas no solo cobró la carta, sino que también hablamos de los términos de la entrega de ese poder y lo que haría después, así que él no volverá a intervenir en el país y ahora mismo tomará un vuelo abandonando Alemania para siempre. —Rag, nosotros no podemos aceptar esto, no considerando todo lo pasó en medio —dice Adler. —Justamente por lo ocurrido es que deben aceptar, sino todo lo que pasamos Max y yo en manos de Wesker y Gorsky habrá sido en vano. —Lo siento Kätzchen pero no puedo, de hecho, estuve pensando en salir de todo esto, realmente fue demasiado para mí lo que les ocurrió —dice Ares. —Si ustedes dos renuncian a esto Alemania volverá a ser lo que era, el caos abundará en las calles y el orden se perderá por completo hasta que uno logre obtener el poder y sé que en manos de ustedes las cosas se harán bien, piénsenlo y mañana me dan una decisión. —Noche, creo que ellos tienen razón, fue demasiado para todos. —Para ti también hay algo Max —interrumpe tajante. —él dejó este sobre, me pidió que lo disculparas por lo ocurrido con Kathya y que no tendrás nada más de qué preocuparte por ella. Tomé el sobre abriéndolo un poco nervioso, encontré una carta a puño y letra de Wesker pidiéndome una disculpa por lo ocurrido, pero no porque lo lamentara realmente, sino porque a raíz de las decisiones de Kathya ha perdido todo lo que tenía y como parte de una indemnización me ha dejado un monto de veinte millones de euros, pero esto no servirá de nada para recuperar el tiempo de dolor que vivimos ni mucho menos sanar las heridas que nos han provocado. —Kätzchen ¿cuál fue la condición que se violó para que se efectuara esto? —Primero Ares, hay que entender que Wesker y yo acordamos un cambio, en medio del rescate él me daría a Max y yo le daría a Kathya, pero si Max llegaba a tener un solo rasguño producido por ella, entonces él me entregaría el poder de su familia en su totalidad, es por eso que nos acompañó y cuando vio a Max malherido supo que no tenía otra opción. —Pero ustedes quedaron solos cuando Adler y yo sacamos a Max y esa era una oportunidad perfecta para asesinarte sin que nadie se diera cuenta. —Así es, pero Wesker jamás me asesinaría de esa forma, no sin antes disfrutar de su banquete por lo alto y como ya había entregado la carta, no sería tan idiota de desaprovecharla. Todos quedamos un poco tensos con esa respuesta al recordarla al borde de la muerte, no lograba entender cómo ella sonreía después de ese calvario. —Noche, ¿por qué estás tan tranquila con todo esto? Mira lo que nos hicieron a todos y que termine de esta forma no es bueno para nadie. —¿Y cómo es la mejor manera de terminar? Él no irá a la cárcel para pagar por sus crímenes y todos lo sabemos, así que dime la forma en que todos ustedes pueden estar satisfechos. Un silencio inundó el lugar, tenía razón, no había manera de que pudiésemos sentirnos mejor con nada y aún si él muriese, el daño estaba ocasionado. —Si hubieras muerto cuando te trajeron ¿él habría respondido de la misma forma? —Sí Adler, tenía su palabra y él redactó la documentación, una vez tuvo el visto bueno firmamos cerrando oficialmente el acuerdo y de igual forma ustedes llevan teniendo ese poder desde aquella noche. —¿Entonces a qué vino mi padre si ya todo estaba arreglado? —A que le entregara lo prometido, si salía con vida de esas dos semanas él entregaría ese capital a Max y a ti, además de saber que el motivo por el que siempre tuvo esa actitud contigo es porque pensaba que no eras realmente su hija y resulta que sí lo eres, pero no de Kathya, eso lo destrozó y más al recordar todo lo que padeciste en sus manos y que él no evitó, por eso se va del país. —Sabes Kätzchen, hubiese preferido que él nunca apareciera para pasar este último día tranquilos y felices, me duele que se vayan de Alemania con ese mal sabor de boca. —No nos iremos todavía de Alemania, aún queda un pendiente en Mannheim y todos vamos a asistir. —Noche, no otra vez por favor, no tengo la fuerza para pasar por otro suceso fuerte. —No seas aguafiestas, esto les va a encantar. ¿Cómo puede poner esa extensa sonrisa después de todo lo que vivimos?
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