Capítulo I. El Inframundo

735 Words
Parte I. La Hija de Hades Me llamo Nyx. Mis padres son Hades y Persefoné. Lógicamente al ser mis padres, yo soy su hija. Aun que mi padre siempre había preferido a un chico, nunca tuvo suerte de conseguirlo. Soy demasiado pálida, mi madre siempre que puede me esta comparando con los fantasmas que vemos en el Inframundo. El pelo lo tengo blanco. Aquí es cuando pegaría la comparación de Blancanieves. Mis tíos son Zeus y Poseidon. Es estupenda esta vida, pero aburrida para mi. Hay días en el cual desearía ser una chica normal. Pero se que es algo imposible. Algo inalcanzable, por ser la hija de dos Dioses. Pero al menos tengo a mi pequeño y adorable Phoenix - más conocido como Cerbero -, con el que puedo jugar, cuando no está durmiendo o cuidando alguna parte del Inframundo. Capítulo I. El Inframundo – Mama... ayudame a escapar de las explicaciones sin sentido de papa. – pedí sin avisar, de tal forma que mi madre dio un pequeño grito por el susto. – Sabes que tienes que escucharlas, para poder moverte entre estas paredes del Inframundo. – suspiró mi madre y siguió prestandole atención a su pelo de color azul - plateado. – Pero para que me servirá eso... si lo que más quiero es salir al mundo exterior y ver como son las personas. Dudo que ellos sepan todo de su mundo. – bajé la mirada triste. La verdad es que no entendía por que tenía que estar aquí escuchando explicaciones de como gobernar un Inframundo y que hacer con los fantasmas de los muertos. A mi eso me daba lo mismo. – ¡Nyx! ¡Vuelve aquí! – gritó mi padre perdiendo la paciencia. – ¡No grites! Que está aquí. – le respondió mi madre con grito. Eso es lo mejor de todo, cuando gritan los dos... Mi padre apareció saliendo de una de las paredes, se apoyó en ella y cruzó los brazos. – No puedes seguir escapando de MIS clases de esa forma. – gruñó enfadado. – No me he escapado... Sólo decidí que las tendría luego. – respondí y sonreí. -- Deberías aprender a ser más obediente. Sabes que no estaré mucho tiempo aquí... Y alguien tiene que ocupar mi lugar. -- dijo de forma dramática. -- Papa, los dioses son inmortales. -- comenté y cerré un poco los ojos. -- Eres una aguafiestas. Estaba poniendome dramático para ver si te portabas mejor. -- miró en mi dirección. Mi madre estaba aguantando la risa. -- Persefoné, dile algo a tú hija. -- añadió mi padre y se puso a esperar. -- Eres una perfecta aguafiestas, cariño. -- sonrió y me guiñó el ojo. Me encantaba mi madre en esto. A ella también le gustaba mucho provocar a mi padre. Mi padre dio una patada a una de las paredes de la cueva. A su alrededor aparecieron unas llamas de color azulado. Algunas rocas de la pared se cayeron al suelo. -- Estoy siendo maltratado por mi esposa e hija. -- suspiró. -- Papa, ¿Puedo jugar hoy con Phoenix? -- pregunté con intención de saltarme lo mismo de cada día. -- Está vigilando una parte del Inframundo. -- respondió en seguida con una sonrisa. -- ¿Para que demonios lo vigila? Tendría que estar alguien loco para querer entrar aquí, sabiendo que es casi imposible salir. -- suspiré y le pegué una patada a una piedra. -- Para que no pueda jugar contigo. No se que manía tienes con jugar, tienes 21 años. Deberías escuchar mis explicaciones, para conocerme mejor. -- suspiró mi padre y cruzó los brazos. -- ¡Eso no es justo! -- levanté la voz y le di una patada a una piedra que había en el suelo. -- Tiene el mismo carácter chillón que tú. -- suspiró mi madre. -- ¿Puedo ir a ver al tío Poseidon? -- pregunté ignorando el comentario de mi madre. -- Estuviste allí hace dos semanas. No volvieras a ir allí. -- estaba en contra mi madre. Di un suspiro y bajé la mirada. -- Pero puedes ir a la Tienda de la Tortura a por un frasquito de alma pérdida. -- sonrió mi padre. -- ¿En serio? -- me quedé sorprendida. -- Claro, vamos, te daré los spiritus para que puedas pagar al esqueleto. -- me guiñó el ojo. Sonreí y fui detrás de él.
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