Seguía teniendo la sensación de que alguien me seguía... Y ese alguien era Athan... ¿Cómo demonios puede verme? Estaba nerviosa... sabía perfectamente que algo estaba mal... Que algo no iba bien, por que un humano no puede ver a una diosa... pero... ¿Y si Athan no es un humano? me quedé pensando y luego me reí de las estupideces que se me pasaban por la cabeza.
Tiene que ser un humano, si no no estaría en contacto con otros humanos y no iría a un colegio de humanos y no viviría en una ciudad llena de más humanos. Sin darme cuenta había llegado hasta una especie de parque... bueno... luego me di cuenta de que no era un parque, pero un cementerio. Di un suspiro aliviada. Estaba segura de que Athan había dejado de seguirme. Era imposible que me encontrase entre la m******d de las calles.
-- Como se entere de esto mi padre, estoy condenada... -- suspiré en voz alta y me apoyé en una de las lápidas. Me aparté el pelo blanco de la cara, sentía como estaba... cada vez más pálida.
-- No te apoyes en eso. Es algo sagrado. -- dijo una voz masculina que hizo que me quedase de piedra. Me giré hacia esa voz dejando de apoyarme así en la lápida. Era él, pelo n***o con mechas rojas se le caía en la cara, los ojos negros me miraban con curiosidad, pero seriedad a la vez. Dio un paso hacia mi y yo automáticamente retrocedí.
-- ¿Cómo es que puedes verme, mortal? -- pregunté con un tono amenazador, pero el se echó a reír nada más oír la palabra mortal.
-- Es normal que te vea, eres una persona. -- sonrió y me miró de forma divertida.
¿Él piensa que soy una persona?
-- Aunque admito que nunca había visto a una chica con el pelo tan blanco, ni tan pálida. -- añadió intentando ser simpático. Volvió a dar un paso hacia mi y yo automáticamente retrocedí otro dándome con una de las lápidas que me hizo un fino corte en el antebrazo.
Me quedé sorprendida cuando vi del corte salir sangre... ¿Qué demonios pasa? Se supone que tenía que curarse.
-- ¿Estás bien? -- preguntó Athan y volvió a dar unos pasos hacia mi. Creo que se quedó bastante sorprendido al ver que esta vez no había retrocedido. Me cogió del antebrazo y se quedó mirando el corte.
-- Tranquila, es solo un rasguño, mañana ya ni se notará. -- sonrió y me guiñó el ojo. Me aparté de él.
-- ¿Quién demonios eres? -- pregunté y le miré con algo de rabia a los ojos.
-- Soy Athan. Me has visto hoy en clase. -- respondió haciendo una broma.
-- Mmm... -- suspiré y bajé la mirada. Empezaba a tener frío.
-- Estás congelada. ¿No tienes frío? -- preguntó con amabilidad y se quitó la sudadera gris que llevaba puesta. -- Toma, te la presto. -- sonrió.
Con inseguridad la cogí y me la puse. Sentí como me había picado la herida al pasarla por donde se encontraba. Me venía grande y olía demasiado a colonia lo que me hizo estornudar.
-- Salud. -- me guiñó el ojo Athan. Era algo raro... pero la verdad es que... me gustaba que me viese... ya que era la primera persona que me trataba de la forma que siempre había soñado.
-- Por cierto... ¿No te estarán buscando tus padres? Empieza a hacerse tarde. -- suspiró y se quedó mirando el sol que estaba entre las nubes.
Tiene razón... mis padres...
No puedo volver al Inframundo sin saber antes quien es este chico... y como es posible que me vea. Tengo que conseguir esa información... luego arreglarlo... y luego podre volver tranquilamente a casa a esperar las consecuencias.
-- No tengo padres... -- respondí y bajé la mirada para que la situación fuese más dramática. -- Murieron en un accidente y... bueno... no tengo familia... ni donde estar... -- añadí al ver que se había quedado sorprendido con la respuesta.
-- Vaya... lo siento... Si quieres puedes quedarte en mi casa. Hay espacio de sobra. Vivo solo, esta un poco desordenado el piso, pero esta bien. -- empezó a ponerse nervioso.
Pico.
-- No me gustaría molestar. -- suspiré.
-- No molestas, si fueses una molestia, no te lo ofrecería. Venga, andando compañera. -- sonrió, me cogió del otro antebrazo y tirando de él me llevó fuera del cementerio. -- Y en serio, deja de apoyarte en las lápidas. -- añadió con una sonrisa.