Es que, si me dijeran que Diego era el hermano de Adrián sin verle el rostro, no me creería que fueran hermanos. Menos trillizos. Después de su comentario burlón, no espero ni que su hermano o yo fuésemos a abrir la puerta. Entro como Pedro por su casa con una caja de cartón rosa pequeña. —¿Me extrañabas? — Diego va a abrazar efusivamente a su hermano que pone sus ojos en blanco y no le corresponde el abrazo rápido — no tienes que decirlo en voz alta, lo siento en tu ser hermano. Seguido lo besa en la cabeza antes de que Adrián pueda hacer algo. Yo muerdo mi labio para esconder mi sonrisa ante su mirada de regaño. Posteriormente, Diego se sienta a mi lado sonriente. —Lily, a-mi-gaaaaa — sigue payaseando — ¿te gusta el chocolate? —Bastante — afirmo. —En hora buena entonces — coloca l

