—Está bien, Leidolf. Solo... prométeme que regresarás pronto —dije, sintiendo cómo una lágrima amenazaba con escapar. —Te lo prometo, mi Reina. Cuida de ti, y recuerda que siempre estaré contigo, incluso en la distancia. Con esas palabras, sentí que nuestras almas estaban entrelazadas de una manera que no podía entender completamente, pero que era real y poderosa Y con esas palabras, supe que debía encontrar la fuerza para enfrentar esta nueva realidad. Aunque su ausencia se sentiría como un vacío, su promesa de regresar me daría el consuelo necesario para seguir adelante. Leidolf se levantó de la cama, estirando los brazos antes de dirigirse hacia su vestidor. La luz de la mañana se filtraba a través de la ventana, iluminando su figura mientras buscaba su ropa. —Voy a vestirme, —anunc

