El gnomo lo miró por un momento, sus ojos reflejando la sabiduría de muchos siglos. —Pueden salir... pero solo los guerreros y guerreras que patrullan las fronteras de sus reinos. No tienen permitido dañar a ninguna criatura ni causar conflictos, salvo que sea en defensa propia o para el bien de las estaciones. Todo se rige por un código... códigos establecidos en las cuatro estaciones. Si alguno de los suyos rompe esas reglas, es deshonrado junto a su familia, y se convierte en una criatura de oscuridad, desterrada del círculo natural. Caliban frunció el ceño al escuchar la gravedad de las palabras del gnomo. —¿Una criatura de oscuridad? —repitió, claramente interesado pero también inquieto por la seriedad de las consecuencias. —¿Y qué pasa con los que rompen las reglas sin ser elfos?

