Natalia
Me siento tan cansada, después de la paliza de azotes ayer, es como estar borracha. Cómo aquel día, cuando había recuperado a mi Nick.
Victor
En el pasado:
Se propuso enborracharse y lo logro, pero no estaba preocupado por eso, si no por el método que utilizo, es que Nickelay “su mejor amigo” le ovedecio ciegamente, comenzó para mí fastidio dándole de su propia boca y se les unió una mujer rubia y no paró hasta lograrlo.
¿Celoso?, un poco si, cabreado no era el calificativo suficiente, está mujer quería morir de una gestación etílica. Me acerque hasta el trío, que reían de algo que murmuraban, Nick me saludó con un sentimiento, se lo regrese de mala gana, Natalia me dedico una mirada ebria, ofreciéndome un chat.
– ¿Quieres intentarlo? Unete a la fiesta.
Aunque fuera muy tentador lo que quería era sacarla de en medio.
– Nos vamos – dictamine. Ella gruño.
– No seas aguafiestas… es divertido.
Le ofreció el chat a la rubia y echó la cabeza hacia atrás, esperé impaciente hasta que terminara. Toque su rodilla.
– Ya fue suficiente.
– Aún no – dijo enderezando su cabeza – Esto no es nada cariño.
– Apoyo a Víctor – dijo Nick – Vas a caer en un coma etílico.
– Por eso te tengo a ti¿Tú vas a cuidarme? ¿Verdad? – Nick parpadeo atontado por la mirada de Natalia, le estaba coqueteando para manipularlo. La he visto hacerlo.
– Definitivamente nos vamos – tomé su mano y tire de ella, no puso mucha resistencia, rodee su cintura con mi brazo, no era la primera vez que la tocaba, pero la sensación de adrenalina era la misma.
– Oye – se quejo intentando apartarme – Voy a golpearte… Sueltame.
– No lo aras – la acerque ami y intento caminar hacia atrás, pero la retuve. – Despídete de tu amiga.
– Eres muy mandón – ¿Siempre es así de irritante borracha? Intento hacer lo mismo conmigo, pero ya me conocía sus trucos y era inmune. Mire a Nick y asintió ami pregunta silenciosa.
Natalia se tambaleó en mis brazos y la sujete con más fuerza. Así evitaría que nos cayesemos.
– How – se queja – Todo jira, todos jiran.
– Lose cariño.
Mis escoltas nos flaquearon y salimos del club abriéndonos pasos. Cuando el aire golpeó a Natalia y maldijo.
– Te lo dije, ya era suficiente.
– Siento no haberte hecho caso. Cómo siempre.
En cuanto entramos al vehículo recargo su cabeza en mi hombro, empezó a tararear una canción, jugando entre mis manos con el reloj de mi muñeca.
– Sabes que pedo decodificar una computadora estando ebria.
– No tenía ni idea.
– Pues ponme aprueba, puedo hacer casi cualquier cosa ebria.
– ¿Lo has hecho antes?
– Nickelay me obligó a caminar por una cornisa el día de nuestras vacaciones. – lo mire enarcando una ceja.
– Yo también lo hice. No era tan alto. – añadió Nick a nuestro lado.
– 36 pisos – dijo Natalia en un ruso perfecto, no era la primera vez que la oía hablar en mi idioma, borracha y era tan sexi.
– Naty ¿Cuántos idiomas hablas?
– 15 – contesta en mi idioma natal de nuevo. Me gustaba más de lo que debería.
Empezó a enumerar los nombres, todos en mi idioma, sin perder el acento, no se detuvo hasta que llegamos a casa, yo conté como 20 idiomas y no 15, ¿Cómo cabía tanta información en su cabeza?
Nick se puso ala par contestándole en idiomas que según Natalia eran de comics.
Al intentar hacerla bajar, ya no se sostenía por si misma, llegamos a las escaleras de la casa y los ojos le brillaron.
– Tienes bonitos ojos – dijo derrepente ladeando la cabeza – Me gustas mucho.
Tome sus manos y las enrede en mi cuello.
– ¿Vas a cargarme?
– Voy hacerlo – tome sus muslos e hice que me rodea con ellas la cintura, quién no se resistió.
Camine con su aliento en mi cuello, sus dedos acarician mi piel.
– Hueles bien – no respondí, recargue su cabeza en mi hombro, embriagado por su calidez, los pasos de Nick nos siguieron hasta su cuarto. En la primera planta.
– ¿A dónde me llevas?
– A tu cuarto – contesto Nick por mi.
– De ninguna manera – se aferro ami cuello con fuerza.
– ¿Dónde quieres dormir Naty? – pregunto su amigo.
– Con mi hombre – me estrecho más contra si, sus labios tocaron mi cuello expuesto y Nick la miró incrédulo.
– ¿Estás segura? – su voz sonó incrédula. Seguro porque siempre dormia con el y era solo dormir gracias a Dios.
– Victor me gusta – mi pecho se hincho de orgullo – Vitia es mío. Vitia. Es mi hombre.
Joder, está mujer me volvería loco si seguía diciendo cosas así.
– Ahora si que estás ebria – dijo Nick sonriéndole, una enorme sonrisa – Toda tuya. Hasta mañana.
– ¿Así que te gustó he? – pregunté entrando en el ascensor, ni siquiera pesaba para mí y parecía muy cómoda pegada ami. Colgada como un mono.
– Shss si lo dices… te aré mucho daño.
Me reí. Se estaba quedando dormida.
– Descuida. No me enteraré.
En dos minutos llegamos ami planta, entre ami habitación bajando la con cuidado. No me soltó. Acaricio mi pecho.
– Desvisteme – me miró desenfocada.
– ¿Estás segura?
– Si no lo haces dormiré incómoda y yo sé que quieres cuidarme.
Apague todas las luces, me acerque y le quite primero la chaqueta. Dejándola caer al suelo.
– Mi plan no era desvertirte así – continúe en la oscuridad. Segui la línea de su blusa, metiendo los dedos por de bajo. Ignore el cosquilleo en mi entrepierna. – Manos arriba.
Me obedeció sin rechistar y le saque la blusa, mis manos bajaron por sus hombros, defendiendo en la espalda y me paralize, ahogue un gemido tragando saliva, su espalda estaba desnuda.
– ¿No usas sujetador? – susurré ronco.
– Son muy molestos y pican mucho.
– ¿Traes bragas? – si dice que no, nosé que tanto autocontrol pueda tener.
– ¿Quieres ver? – dijo con voz borracha, intente no tocarla mucho, la hice sentarse para quitarle las malditas botas, resistió todo lo que pudo, aunque se moría por tumbarse y dormir. Volví a ponerla de pie, me arrodille y comencé a desabrocharle los jeans. Los baje con rapidez, mientras su mano me tocó el cabello, pasando los dedos, como si sintiera su textura.
– Me gustan tus botas, pero ya sabes me gustas más con falda – dije mientras doblaba su ropa y la dejaba en el sillón. – Ahora a la cama.
El silencio fue estático, estaba ahí parada viéndome inmóvil, era hermosa, con solo las bragas puestas. Acorte la distancia y la guíe de un brazo a la cama. Ella se jiro hacia ami y acaricio mi pecho con toda la intención de ir más abajo.
– Oye. Ahora no. – detuve su mano.
– Quiero desvertirte.
– Estás ebria.
– Y tu estás muy caliente.
Sonreí. Era la primera vez que una mujer me ponía mucho estando ebría.
– No voy a tocarte estando ebria. Quiero cuando lo volvamos hacer estés consciente.
– Lo prometes.
– Lo prometo. Ahora a la cama.
Abrí la colcha, Natalia se deslizó, entre mis sábanas, me fui al baño, duchandome y haciendo mis necesidades. Cuando mi cabeza tocó mi almohada, acortó la distancia acariciando mis labios.
– ¿Vitia?
– Dime cariño.
– Si pudiera enamorarme… me gustaría amarte Ati.
Dicen que los borrachos dicen los verdad, aunque Natalia siempre dice la verdad, ahora está diciéndome algo, estoy seguro, que nunca le ha dicho a nadie. Acorte la distancia, no aparto su mano. Si no que descanso su cabeza sobre mi hombro, su cuerpo desnudo desprendía tanto calor, ser consciente que estaba en mi cama, sin ropa, es lo más cercas que quería estar con ella desde un principio. Y sin sexo. Deseaba conversarla por siempre.
– ¿Entonces te quieres quedar conmigo?
– Si. Sabes, nunca quise nada en mi vida, al principio creía estar enamorada de Nick. Creo que lo estaba, aún no estoy segura.
– ¿Que paso?
– Te conocí – no quería aprovecharme de su embriaguez, solo había algo que necesitaba saber.
– ¿Aún lo amas?
– Eso creía, pero te conocí. – eso fue suficiente para mí. Su respiración se fue relajando hasta que cayó en un profundo sueño, aún así toda la noche no se apartó. Me sentía completo.
Natalia
Al día siguiente después de la borrachera:
Alguien golpeaba mi cabeza con un gongh, una y otra vez, algo caliente y cómodo me rodeaba, cubriendo mi cuerpo.
El olor a tierra húmeda, menta y hierva buena. Intente moverme, pero unos brazos me lo impidieron.
Mis ojos parpadearon, cuando logré ver atravez de mi visión borrosa, mire ami alrededor y los brazos fuertes que me rodeaban, piernas entrelazadas y el rostro de Víctor en mi cuello. Su erección presionando mi culo. Estaba tan cómoda que cuando me removi, Victor gimió.
Se removió, intentando liberarme, pero lo retuve, impidiendo selo, la luz de las ventanas me lastimaron mis cansados ojos.
– Buenos días – “Auch”
– No grites – refunfuñe y el se rió – No te rías.
– Iré por algo para tu cabeza.
Volví a retenerlo, lo aferre del brazo, se pego ami costado, aspirando mi olor.
– ¿Resaca? – aparto mi cabello, era el único que podía tocarlo, me gustaba. Asintió contra mi – Hablaré para que te suban algo. Solo para que lo sepas no hicimos nada.
– ¿Pero intente violarte? – ahogo una carcajada en mi cabello.
– Fue divertído
– No soy divertida
– Estando ebria si.
– ¿Me quitaste la ropa o me la quite?
– Yo lo hice, es la primera vez que te desnudo y no hay sexo.
– Por algo estoy aquí no, para ser tu tentación ¿No hice el ridículo?
– Tu secreto está a salvo conmigo.
– ¿Te dije cosas?
– Estuviste hablando mucho. Te desvesti. Y nos metimos a la cama. Después intentaste aprovecharte de mi y créeme, fue todo un reto.
– No me importa, mientras sea contigo.
– Pues ami me interesa que lo sepas, yo tengo conciencia, tu la tienes algo desviada, pero sigues teniéndola.
– Gracias.
– De nada – tocaron la puerta y ahora sí lo deje ir, me acurruque en su lado de la cama, adsorviendo su calor de bajo de la cama. Mi cabeza fue destapada.
– Desayuna – parpadee de nuevo, soportando el dolor de cabeza. Me senté.
– Dame tu camisa, no paras de mirarme las tetas.
– Me gustan, a de más saben muy bien. – lo golpee con la almohada. Se rio mientras me la entregaba.
– Eres muy cursi para mí gusto.
– Y tu muy hermosa. – me beso rápido.
– ¿Es mucho para mí, come conmigo?
Me levanté, caminando hacia ala terraza, el me siguió con la mirada, como si quisiera comerme, me gustaba su forma de observarme.
– ¿Te gusta lo que vez? – dije sentándome. – Justo ahora no me siento sexi.
– Con mi camisa, te vez esplendorosa. – se sentó a mi lado y mordió un pan tostado con mermelada.
– ¿Que te dije anoche?
– Nunca lo sabrás – sonrió a su tostada.
– Tendré que torturarte.
– Puedes intentarlo. Mi labios están sellados.
– Me gustan los retos difíciles – tome mis platos con huevos fritos y desayunamos en silencio.
Natalia
En la actualidad
Aquí no hay silencio nunca, siempre hay gritos, llanto, ronquidos para los que pueden dormir, han comenzado a torturarnos, nos privan del sueño, los dolores de cabeza nos cansan no solamente mental, también el físico, algunos votaron por hacerse un ovillo, taparse los oídos. El problema es que no todos van a resistir. Algunos Van hacerse daño así mismo y la situación se pondrá caótica una vez más. Sobre todo porque hay algo en el aire, lo huelo. Están dejando escapar un gas.
Mierda es Argomeda.