El aire era cálido y el sol brillaba intensamente mientras nos bajábamos de la camioneta negra. La emoción burbujeaba dentro de mí, pero la incertidumbre también me inquietaba. Tyler había planeado todo como una sorpresa, y aunque confiaba en él, no podía evitar preguntarme a dónde me llevaría. El restaurante tenía un ambiente acogedor, decorado con luces tenues y mesas de madera. El aroma de las hamburguesas recién hechas llenaba el aire, y mi estómago rugió en respuesta. Tyler sonrió al escuchar el sonido, y su risa era contagiosa. —¿Listo para probar la mejor hamburguesa de la ciudad? —preguntó, guiándome hacia una mesa en la esquina. Me senté, observando cómo el lugar se llenaba de risas y conversaciones. La decoración era un reflejo de la cultura local, con fotografías enmarcada

