Gratas sorpresas

1822 Words
—Eso realmente me encantaría. —responde Dara sonriendo emocionada. Dara se acerca a Michael accidentalmente con la intención de tomar la cinta, el roce de sus hombros provoca que Michel ofrezca una tímida sonrisa. —Mejor hagámoslo juntos. —propone Michael con determinación. —¡Hagámoslo! —responde. Ambos ponen sus manos una encima de la otra tomando la cinta adhesiva que una las dos tapas de la caja. —¿Estás lista? —pregunta Michael mirando a Dara directo a los ojos. Ellos se están tomando este momento demasiado en serio, es como si se tratara de un momento crucial en sus vidas, la conexión es evidente. —Nací lista. —afirma Dara con semblante serio y sin quitar la mirada de la cinta. —¡AHORAAAA! —Michael da la señal con voz más proyectada de lo que debería. —AAAAAA —Dara grita mientras tira de la citan. —AAAAAA —Michael también guita mientras tira de la cinta. El momento de algarabía aún no acaba ya que entre ambos abren rápidamente la caja levantando cada una de las tapas. —¡Wooooow que geniaaal! —Dice Dara con gran emoción. —¡Está COOOL! —Michael no se queda atrás. Ambos se quedan callados un momento mirándose a los ojos, tienen un bate de y guante de béisbol en la mano, Dara se acomoda un poco e incluso pueden escucharse las pelotas rodando por la caja rectangular. El momento de seriedad no tuvo una razón, solo se dieron cuenta que la emoción los llevo a comportarse como verdaderos niños y eso le causó gracia a ambos así que al mismo tiempo sueltan una estruendosas carcajadas que resuenan por todo el cuarto. Repentinamente abren la puerta y es una mujer vestida por completo de blanco con semblante malhumorado. Los chicos inmediatamente retienen su risa y se quedan a la espera de lo que dirá la enfermera de turno. —No pueden hacer tanto ruido, hay otros pacientes durmiendo así que si continúan con el desorden Michael tendrá que irse a su habitación; miren que el doctor me dejó indicaciones precisas, de por sí yo no estaba de acuerdo con lo que él me pidió así que no dudaré en llamarles nuevamente la atención y remitirlas a cada uno a su cuarto. —advierte con voz cansada y a la vez arrogante. —Disculpe. —dice Michael apenado. Le enfermera voltea los ojos de manera odiosa y cierra la puerta sin permitir que los chicos dejaran nada más. —Confieso que siempre me ha caído mal pero esta vez quizás si tenía razón. —admite Dara. —A mí también, es que no es una persona muy amigable, ¿Nunca te ha puesto la vía intravenosa? —No, ¿A ti si? —Espero que nunca lo haga Ja, ja, ja. —dice Michael. Ambos ignoran lo ocurrido con la enfermera y continúan su rato juntos. Michael decide explorar más en la caja y encontró una ficha completa de tarjetas de colección con temática de los Atléticos de Oakland. Al ver dicha ficha no lo pudo creer y su cara de asombro es eminente; Michael siempre quiso formar parte de ese equipo pero lo que le resulta más impactante es como descubrió el señor de la tienda su deseo tan grande por cada cosa relacionada a ese deporte y sobre todo el equipo. también en la caja hay una tarjeta de cumpleaños que Michael decide leer en voz alta. —Querido Michael, desde niño te he dado caramelos, cuando solías venir a la tienda con tu mamá; básicamente te he visto crecer y superar muchas etapas difíciles de tu vida. De corazón espero que tengas un feliz cumpleaños y que este obsequio te regale a también una sonrisa que es bien merecida para ti en tu día. —Wooow ese señor te debe de tener bastante aprecio y es muy lindo eso. —opina Dara. —Si, la verdad él siempre me ha tenido mucho cariño... Pero bueno, ¡es hora de brindar por las buenas noticias! —anuncia Michael. —Yeiiii. —Traje tu bebida favorita... —revela Michael. Este saca de un pequeño bolso que lleva dos latas de Kool-Aid y le extiende una a Dara, ella deja ver una gran sonrisa de felicidad. —Definitivamente podría ver esas sonrisa siempre. —expresa Michael. Dara Inmediatamente se sonroja y baja la mirada hacia su lata. Ambos la abren al mismo tiempo y toman un sorbo. —Brindemos por las buenas noticias de hoy y todas las que vendrán. —indica Dara. —Salud. —responde Michael chocando su lata con al de Dara. —Salud. —Dara toma otro sorbo de su bebida. Michael copia  lo mismo. —Te tengo una sorpresa... —¡No! —dice Michael con asombro. —¡Si! —responde Dara graciosa. —No tenías que hacerlo Dara. —confiesa Michael apenado. —Yo quería hacerlo, es tu cumpleaños así que debe ser especial y que mejor momento para... —Dara deja sus palabras en el aire. —Cierra tus ojos por favor y no chismosees. —indica Dara firmemente. Una vez que Michael tiene los ojos cerrados y además también puso sus manos tapándolos, la chica se levanta de su camilla, la rodea y abre un gabinete que hay del lado izquierdo a su cama, toma su regalo y lo lleva hasta donde está su compañero sentado. —¿Ya? —pregunta Michael con una alta dosis de intriga. —Si, ya puedes mirar. —Afirma Dara sonriendo. Justo en frente de Michael hay un pastel de chocolate tamaño promedio, el pastel está súper bien decorado y tiene un pequeño cartel que dice: " Feliz cumpleaños querido compañero". La reacción de Michael es conmovedora, pone una de su manos sobre su frente en señal de asombro y su mandíbula no se ha cerrado desde el segundo en el que vio su regalo; Él definitivamente no se esperaba contar con un pastel de cumpleaños hoy. La última vez que Michael tuvo un pastel en su cumpleaños fue antes que su madre muriera, ella solía estar atenta con eso y desde ese entonces nadie más le había regalado uno hasta hoy. Dara, por otra parte, es fiel creyente de que ningún cumpleañero debe estar sin un pastel y desde muy pequeña se ha preocupado por regalarle hermosos pasteles de cumpleaños a sus padres, su tía, amigos y compañeros; incluso hasta a los Miller, quienes fueron sus antiguos vecinos malvados de la infancia. —Woow Dará, realmente me dejaste sin palabras... —expresa Michael aún deslumbrado por su pastel. —¡Aún no es todo! —informa Dara emocionada. A Dara le emociona darle regalos a las personas, si fuera por ella lo haría todo el tiempo, sobre todo con las personas más cercanas a ella; ahora Michael se convirtió en alguien muy especial para ella y disfruta de poder hacerlo feliz en su cumpleaños. —¡¿En serio?! —cuestiona Michael con admiración y sumamente maravillado con los gestos de Dara. —¡Claro! —contesta Dara. Ella coloca el pastel sobre la camilla. —Cierra nuevamente tus ojos, ya sabes... ¡No espies! —advierte. —¿Yo? incapaz. —bromea Michael y su vez lleva sus manos hacia su cara.      Dara camina nuevamente hacia el mismo sitio dónde había escondido su pastel. De allí saca una gran caja de crayones, otra de marcadores y también bolígrafos escarchados; junto a eso no podía faltar una hermosa libreta cuya portada es un dibujo de un ave, para ser más específicos, de la especie favorita de Dara, Colorin sietecolores; todo va junto a la compañía de una hermosa, creativa y súper colorida carta hecha a mano por la misma chica, ella se encamina hasta donde está su amigo y al pararse frente a él mese su cuerpo por la emoción. —Ya puedes abrirlos de nuevo... —indica nuevamente sin dejar de sonreír. Michael abre sus ojos y observar el segundo regalo de Dara con sus moños incluido solo no puedo, se quitó de las manos, al principio ella pensó que fue por la emoción pero la verdad es que esta llegó más allá. Él puso su regalo en la camilla, se levantó y le dió un abrazo. Dara se quedó completamente sorprendida, para nada esperaba una reacción así pero sin duda alguna sintió que había valido la pena cada segundo. —Ni te imaginas lo mucho que me encantó tu regalo, fue el más perfecto que alguien me haya dado. —confiesa Michael. Dara abre sus ojos más de los normal por el asombro mientras tiene a Michael entre sus brazos, el es ligeramente más alto que ella así que se inclinó un poco más para quedar a la misma altura. La chica nunca imaginó que su regalo fuese a causar semejante reacción en su compañero pero ese hecho hizo que se sintiera totalmente plena, feliz y hasta realizada por haber logrado su cometido que era hacerlo feliz. Después de un par de minutos Michael finalmente se separa de Dara, su semblante es apenado, teme por lo que Dará pueda pensar pero ella no deja de sonreír cálidamente, proporcionándole un poco de tranquilidad. —Disculparme, es que me emocioné mucho, siempre quise un regalo así. —declara conmovido. —Me encanta pintar, créeme que me proporciona una paz increíble y quise que tú sintieras lo mismo que yo. —También me gusta pintar, no soy experto peor la verdad es que siento lo mismo que tu al hacerlo. Creo tener una foto en mi teléfono. —dice sacando su teléfono del bolsillo. El consigue una imagen rápidamente y extiende su brazo para enseñársela a Dara. Se trata de la pintura de un hermoso paisajes con muchas cosas rojas. —Yo iba a enseñarte uno de mis dibujos pero olvídalo, mejor no ja, ja, ja. —¡Yo quiero! —exclama Michael casi haciendo un puchero. —Es que tú dibujas mucho mejor que yo, creo que mis dibujos con intento de realismo son bebé al lado de lo tuyos. —Tengo mucho tiempo que no dibujo ¿sabes?, no es una competencia, sea lo que sea me gustaría ver tus dibujos, seguro exageras y además tampoco me considero muy bueno. —alega. —Bueno está bien. —acepta Dara—. es hora del cumpleaños porque sino el pastel se derretirá, esa fue la primera advertencia de la tía Marlye. —Ya he visto a tu tía por los pasillos, se ve muy amable. —asume gratamente Michael. —Siiii la verdad lo es, ella me echó una pequeña manito con el pastel y eso, ya que no puedo salir por ahora del hospital y quería que fuera perfecto así que por eso no pedí Delivery. Bueno, sin más preámbulo, tu cumpleaños... —anuncia. Justo en ese momento la puerta se abre...
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