Ada.
Dos días después, Carter se ha quedado a dormir, por el momento, en el dormitorio de invitados.
David aún está profundamente dormido. Su brazo sigue descansando sobre mi cintura, como si incluso en sueños no quisiera soltarme. Me quedo mirándolo por un rato, apreciando la paz en su rostro, sabiendo que esta tranquilidad es frágil, como un fino cristal que puede romperse con la más mínima tensión.
Me escabullo de la cama sin despertarlo y bajo a la cocina, donde encuentro a Carter preparando café. Su mirada se ilumina al verme, y me recibe con una sonrisa que me hace sentir una punzada de culpabilidad, mezclada con deseo. A veces me pregunto si este tira y afloja entre los dos hombres que amo terminará desgastándonos a todos. Pero luego, cuando estoy con Carter, todo se siente tan f
