—Tu-tu apartamento es...lindo— observó a mi alrededor con detenimiento, buscando que las mariposas en mi estómago no me hagan pasar por un momento vergonzoso, esto es adrenalina para mí, algo que si no estuviera ebria, no haría.
El lugar es enorme, solo la sala es igual de grande que mi casa, tiene un juego de sofás de color carmesí, que combinan a la perfección con el tapiz del piso, la pared del lado opuesto de la puerta es de cristal, las demás son de concreto, pintadas de color azul cielo, lo que le da un poco de vida al lugar. La vista a la ciudad es hermosa y justo en medio hay unas escaleras doradas que dan a un segundo piso. No miento al decir que es hermoso.
—gracias, contesta, quitándose el saco y dejándolo sobre el perchero de madera, cerca de la entrada.— toma asiento.— señala el sofá.
Acepto la invitación y me acomodo en el sofá más grande, con mis piernas juntas y los dedos de mis manos entrelazados, mirando hacia el piso, mientras en mi mente me preguntó. ¡¿Qué rayos estoy haciendo en el apartamento de soltero de un hombre al que apenas conozco?!
Aunque para eso tengo una buena respuesta.
Venganza.
FLASHBACK
Intento de nuevo, pero parece que soy invisible, el sujeto de cabello oscuro y ojos marrones... o verdes...quizá son negros, no lo sé, (con las luces de la disco casi no logro distinguirlos) se pasea tras la barra sin siquiera voltear a verme.
¿Así de patética soy?
"Las decepciones solo llegan, cuando las expectativas son muy altas". Dice la abuela.
Sin duda Miriam tiene que ser la persona más sabía del mundo, a veces me pregunto por qué no la escucho más, quizá sí lo hubiera hecho antes no me hubiera pasado esto, o al menos hubiera mandado al trasto a Mark antes de encontrarlo follando con otra.
Eso explica porqué me tuvo paciencia todo este tiempo, cuando le dije que quería esperar al matrimonio para "hacer el amor" con él.
¡Ja! Él no conoce esa palabra. A lo que yo entendía por amor, el lo traducía como sexo.
Siempre supe que Mark no era perfecto, pero en verdad esperaba tanto de él, que lo creía incapaz de ser tan...capaz, capaz de engañarme de esa forma.
Estaba tan equivocada.
Escucho el chirrido del banco a mi lado, cuando alguien lo aparta para sentarse.
—Le puede servir una margarita a la señorita.— ordena la persona que ha llegado.
Más que una pregunta, aquello fue una orden. Aquella voz la había escuchado tan solo dos veces, pero era tan fuerte, ronca e imponente que era muy difícil de olvidar.
Parece mentira pero en instantes mi bebida ya estaba frente a mí sobre la barra.
Al parecer tenía poder sobre las personas, no se habían tardado ni cinco segundos en atenderlo.
Sonrío y lo miro con detenimiento, sigue viéndose igual o quizá mucho más atractivo que en la mañana. —¿Una margarita?— preguntó con incredulidad, pero sin dejar de sonreír.
Asiente.— Las demás son demasiado fuertes para ti.
Enarco una ceja—¿Y que te hace creer eso, es por qué soy mujer?—
Hace un dobladillo con sus labios, mirando hacia el bartender de nuevo. —que sean dos margaritas más, para mí— me guiña un ojo.
Encontrarlo una vez más, en este lugar, es una gran coincidencia, pero no es algo a lo que le tome demasiada importancia, puesto que este es uno de los lugares más famosos de la ciudad.
—¿Celebras que también fuiste seleccionado para entrar a la editorial?— le doy un trago a mi bebida, luego recuerdo que extraordinariamente no he dicho ninguna tontería y agradezco al cielo por qué el alcohol existe.
Hace una mueca de fastidio y repite mi acción, tomando de un trago su margarita. —Me gustaba más mi antiguo empleo, era menos responsabilidad.—
¡Genial! Otro tipo que le huye al compromiso. Lo bueno es que eso no tiene porque importarme.
Me acomodo un poco más de lado sobre mi asiento y ladeo mi cabeza, concentrando mi atención en él.— No te gustan las responsabilidades.—
—No me gustan las personas.— deja el vaso sobre la barra. — ¿Y tú?.
Suspiro fuerte, recordando lo miserable que me siento y el dolor en mi pecho, al recordar la forma en la que encontré a Mark con esa chica, en su cuarto.
—No lo sé, creo que no quería llegar a casa, no quería que mi abuela me viera así.— me señalo completa.
Soy un desastre y su sonrisa obvia me lo confirma.
—¿Un mal día?— asiento.
¿Alguna vez se han sentido tan mal, como para contarle si tragedia a alguien, porque no les queda nada más que hacer, y sienten que se ahogan, la garganta les duele y sienten una profunda opresión en el pecho?, Pues justo así es como me siento.
La abuela también suele decir que las penas compartidas, son más llevaderas.
—puedes contarme, seré algo así como una especie de cofre, o puedes llamarlo catarsis.—
Ofertas como esas no se escuchaban todos los días y no era necesario que me insistiera, estaba lo suficientemente ebria y despechada como para contarle mis desgracias a un desconocido.
—mi vida es un desastre.— inicié.— mi madre murió hace un tiempo y me dejó con la abuela, la amo y no sé adónde estaría sin ella, ella siempre me advirtió sobre Mark, dijo que era un imbécil pero estaba tan enamorada que no me di cuenta, hasta hace dos horas que lo encontré en su cuarto con otra.— caigo de frente sobre la barra.
—eso suena como un pésimo día.
— este fue un pésimo día.— afirmo.— quisiera hacerle lo mismo, ¿Sabes? Quiero hacerlo sentir miserable.
Pido un trago más y ¡Oh, sorpresa! De nuevo el chico de las bebidas parece no haberme escuchado.
—hace mucho ruido aquí...y la verdad estoy cansada.— mira hacia la salida del establecimiento, toma su último trago y rasca su nuca de nuevo.
Es la segunda vez que lo veo hacer eso, creo que solo lo hace cuando está frustrado, o molesto, en segundos sus ojos conectan con los míos de nuevo.— podemos ir a otro lugar.
Si antes me sentía extraña, ahora he comenzado a sentirme nerviosa de nuevo.
Nunca he hecho algo tan arriesgado como irme con un extraño, jamás he bebido tanto al punto de considerarlo, creo que esto sobrepasa mis límites, no obstante maldigo por lo bajo cuando mi teléfono comienza a vibrar en mi cartera.
"Kiss me" de Ed Sheeran me pone en sobre aviso de quien me está llamando, y por primera vez siento ganas de lanzar mi teléfono lejos, y de paso, de demandar a Ed Sheeran por tener tan buenas canciones que enamoran.
Sin pensarlo más, desvió la llamada y miró al sujeto frente a mí, quien espera atento a mi respuesta.
Tal vez me arrepienta algún día de esto, pero al menos le haré sentir a Mark un poco de su propia traición.
FIN DEL FLASHBACK.
Y así fue como terminé aquí.
El sujeto no tiene fotos de él o de su familia, no tiene diplomas como otras personas, en sus paredes, no le he preguntado su nombre y no sé si debería hacerlo, no hay nada con lo que puedan identificarlo si algo me pasara.
Sirve un par de tragos de lo que según la botella es Martini, y me entrega uno.
Mis manos tiemblan.— gracias.— logro gesticular, gracias al cielo la vos no me ha salido chillona.
Sonríe y se sienta a mi lado, toma el control del aparato de sonido y lo enciende. "I want to know what love is" de Foreigner se escucha por todo el apartamento, y más me tardo en darle un trago a mi bebida cuando él ya se ha aproximado a mí.
¡Santos ojos devoradores de los hombres sexys! ¡¿Y ahora qué hago?!
Mis ojos se abren de par en par y me quedo estática, cuando su mano se posa en mi pierna derecha y comienza a subir hasta mis muslos, por abajo de mi vestido.
—¡Vaya!— exclamo agitada, algo que a él solo le provoca risa.—
—¿Tienes miedo?— pregunta con voz ronca, acercando su rostro a mi cuello.
Me quedo en silencio, no sé qué contestar a eso.
No soy así...en verdad no soy así, quiero decírselo pero por alguna razón no soy capaz de detenerlo.
Mas no hay necesidad de hacerlo. Él se detiene y toma de mi mano el vasito, lo deja sobre la mesa y se levanta, extendiendo su mano derecha en mi dirección.
Dudo si tomarla, pero al final lo hago, sintiendo un leve tirón que me impulsa a levantarme del sofá.
Pego en su pecho duro y siento como me toma fuerte de la cintura, pegándome a su cuerpo.
—¿Bailas?—
—un poco...casi no.— confieso.
Ahora que lo pienso, la última vez que bailé fue en el baile de graduación de la secundaria, con Mark.
El imbécil de Mark.
Ese día nos hicimos la promesa de esperar a cumplir nuestros sueños y casarnos para tener nuestra primera vez.
Fui una entera ilusa.
Recordar aquello me da la fuerza para subir mis manos a su pecho y recostar mi mejilla sobre él, mientras damos vuelta en el centro de su sala.
Esto es una locura, pero él alcohol y la conciencia no son muy amigos, y para ser honesta, justo ahora tengo más alcohol que conciencia.
No refuto cuando se inclina y besa mi clavícula, solo cierro mis ojos e intento calmar mis nervios y la ansiedad en mi vientre.
Abro mi boca y suelto un suspiro ahogado, cuando sus labios suben húmedos y suaves por mi cuello, apartando mi cabello con una mano, mientras que con la otra me abraza fuerte de la cintura.
Me arqueo hacia atrás para darle más acceso, algo que pareciera volverlo loco, porque en segundos baja el primer tirante de mi vestido y desliza su mano por mi muslo, metiéndola por debajo de mi vestido.
Estoy excitada. Mi corazón va a estallar y no tengo control sobre mí. Todo el control lo tiene él.
Me gusta, me atrapa y me hace querer más a medida que deja besos en mi cuello. Luego su pecho y por último termino de quitar su camisa, deslizándola por sus musculosos brazos.
—¿Lo has hecho antes? —inquiere en medio de un susurro en mi oído que me vuelve loca, y es entonces que me doy cuenta de que al final sí es importante hablar sobre la virginidad antes de tener sexo por despecho con un desconocido.
Detiene sus caricias y me mira extrañado.
—¿No? —Niego y él se echa para atrás despacio. Con delicadeza acomoda mi vestido.
¡Genial!
Ni siquiera estando ebria logro vengarme de lo que me hizo el idiota de Mark.
Quiero saber que se siente, quiero demostrarle que no solo él puede enrollarse con alguien más si le place.
Al parecer el universo no está a mi favor.
Se aleja de mí, toma mi braga y me ayuda a ponérmela de nuevo, ignorando mi cara de confusión.
¿Qué se supone que pasará ahora? ¿Y por qué ha parado de esa forma?.