Me quito una zapatilla por abajo de la mesa y acomodo mis anteojos de lectura que Max me obligó a usar desde que vio que parpadeaba demasiado cuando leía, al tiempo que degusto un pay de chocolate y unto mis dedos con la crema de maní. — ¿Eso no es dañino para ti?.— Levanto mi mirada y lo veo con mi entrecejo fruncido, dejando el libro de lado. — ¿Por qué me haría daño?. Se encoge de hombros. — dímelo tú. Max está demasiado raro, tanto que he llegado a sospechar que sabe lo de mi enfermedad, pero Daniel me dijo que no le diría a nadie y quiero creer que ha cumplido su promesa. — no hay nada que decir, es solo un pay de chocolate con crema de maní. — es dulce… — Siii, es lo que lo hace exquisitamente delicioso.— llevo otro pedacito de pastel a mi boca y suelto un pequeño jadeo de lo

