Inuyasha El silencio se establece en toda la sala. Mis ojos no se apartaban de su figura, hace algunos años que no sabía de ella, de hecho, pensé que se mudó a otro país. Su sonrisa no se aparta de su cara y eso me pone nervioso, camina hasta estar frente a mí, sus ojos rojos, nunca supe si eran postizos o reales, pero de cualquier forma te dejaban hipnotizado en ellos. ¿Qué hace aquí después de tanto tiempo? Se supone que jamás volvería a verla, por lo menos eso me dijo después de la muerte de Kikyo. Aún recuerdo como me culpó de su muerte, y eso no era nada agradable. No es nada agradable que tu esposa muera dejándote sólo con una pequeña niña, y en ese instante te acusen de su muerte cuando en realidad todo fue producto de un maldito accidente. Yo la quise, quise mucho a Kikyo, pensé

