Alexander Quedarme dormido antes de que Marcela llegara a la habitación fue un gran salvavidas, sin embargo, nada me libró de lo que me esperaba a la mañana siguiente cuando salí del baño duchado y perfectamente arreglado. Marcela me esperaba sobre la mecedora junto a la ventana mientras fumaba un cigarrillo, su expresión pronosticaba problemas. –Tardaste mucho en el baño, creí que te habías evaporado con el agua caliente. Empezó con malos sarcasmos, una de las tantas cosas que odiaba de ella. –El baño ya está libre, puedes entrar –contesté cortante– –Pasas más tiempo en el baño que en la cama que compartimos, que raro. –Lo raro es que hables de la cama que compartimos como si fuese un lecho de amantes, ambos sabemos de sobra que no es así. –¿Por eso te parece bien tener ese l

