Jordan Tu abuela ya no está. Acabas de enterarte de que no la tendrás más y lo primero que haces es besar a un hombre casado. Me dijo mi fuero interno mientras sentía los labios de Alexander moviéndose al compás de los míos. No podía negar que me sentía segura y protegida a su lado, pero mi conciencia no lo permitía. –Lo siento… perdón. No tengo idea de que estoy haciendo. Por todos los cielos, ahora… ¿Qué voy a hacer? –Empezarás por contarme todo –contestó separándose mientras se daba cuenta de lo peligroso que había sido corresponder el beso– ¿Quién más sabe de esto? –Bianca y Leonida. –¿Leonida Castelli? ¿El que te dio su apellido en la morgue de Palermo? Asentí recordando aquel penoso incidente. –Bien, vamos por ella. El imbécil de Fabrizio está ebrio, me importa poco

