Capítulo 6: Iniciar en donde terminó

1059 Words
Jordan  Un tipo extraño se encargó de encerrarme en una habitación del primer piso de la casa.  Al menos me dieron tiempo a solas para asimilar toda la cantidad de eventos increíbles sucedidos durante las últimas horas y sobre todo para pensar en aquella fotografía.  El raro y elegante secuestrador me había obligado a ver un retrato colgado en la pared. En él figuraba una alegre familia celebrando el cumpleaños de uno de sus integrantes, lo impactante fue verme a mi junto a ellos.  O eso era lo que más o menos creí ya que la persona allí era idéntica a mi.  "Ella era Jennifer, tu hermana gemela. La que sí se quedó junto a la familia." Me susurró con paciencia luego de ver mi rostro desencajado. En un principio me pareció imposible y hasta cierto punto tonto. Hubiera podido ser algún fotomontaje fácilmente editado, pero, habían más fotos en las otras paredes que se encargaron de hacerme dudar. No entendí nada. Yo nunca había estado con esa gente, mucho menos me tomé fotos para el recuerdo.  La chica que aparecía en esos recuerdos tenía mi color de cabello, de ojos y de piel. Era más o menos de mi contextura y tenía mis gestos.  Mientras me sumía en la incertidumbre y el miedo durante casi toda la noche, mi mente tampoco podía dejar de pensar en mi abuela. La puerta se abrió cuando los primeros rayos del sol se asomaron por la ventana trancada. El mismo hombre se encargó de sacarme de la habitación a rastras pese a mis gritos y pataletas para llevarme nuevamente ante mi captor, quien me esperaba paciente y desenfadado en la puerta de aquella cabaña.  –Buenos días Jordan. ¿Pudiste dormir algo anoche? Hizo algo de frío, espero que hayas estado cómoda. –Se atrevió a decir ello luego de percibir mi presencia junto a la suya. Al parecer planeaba tratarme como una visita amistosa y no como su rehén– Adivina qué… Acabo de hablar con tu abuela, la amable señora Francisca. –suspiró con cierto aire que me pareció jocoso– Quise decirle que te encuentras bien, que vas a regresar con ella cuando sea el momento.  De pronto un aire de impotencia y coraje mezclado golpeó mi mente. ¿Planeaba chantajear a mi abuela y mantenerla en sobresalto? Ni siquiera teníamos el suficiente dinero como para pagar un rescate.  –¡Desgraciado! –Grité tratando de abalanzarme a él en un arranque de bravura. El señor que me sacó de la habitación me detuvo antes de lograrlo– ¡¿Qué quieres de nosotras?! ¡¿Quieres chantajearnos?!  –Parece que ya estás asimilando las cosas, ayer ni siquiera tenías la fuerza de reclamarme como lo haces ahora. Es una buena señal. Ya te lo dije, lo único que deseo de ti es tu colaboración y apoyo.  Lo dijo de forma tan fría que por un momento llegué a creer que había calculado muy bien y repasado todo como un plan maquiavélico. Quizá llevaba tiempo pensándolo.  –Mira Jordan, en realidad no quiero hacerte daño. Tampoco planeo lastimar a tu abuela, sé que esto suena loco y retorcido pero en estos momentos eres la única salida que me queda.  Quiso sonar sincero y convincente pero mi instinto receloso ni siquiera cayó cuándo se atrevió a mirarme a los ojos. Bajé la mirada y traté de pensar bien, estábamos al aire libre, el paisaje era apto para escapar.  –¿Qué se supone que quieres que haga?  Pregunté acercándome para tratar de darle una distracción. Esta vez no me detuvieron.  –Mi nombre es Fabrizio, Fabrizio Praga y soy tu primo legítimo. Ven conmigo y finge ser Jennifer por un tiempo, te prometo que luego te devolveré a donde perteneces y desapareceré de tu vida… Ni siquiera terminé de escuchar esa loca proposición. Retrocedí un paso y emprendí marcha.  Corrí tan fuerte como mis piernas me lo permitieron y traté de guiarme por el instinto. El hombre junto al tal Fabrizio hizo un intento en vano por contenerme, saltee sus medidas de seguridad y me metí entre un grupo de árboles frente a la casa que me cubrieron muy bien.  Paré cuando me quedé sin aliento y necesité recuperar aire. Las piernas me flaquearon pero decidí continuar alejándome de aquel lugar aunque fuera caminando, al poco tiempo la continuidad de los árboles se volvió menos densa entre más me adentraba.   Mi heroica escapada terminó cuando llegué al final de la parcela de tierra en la que me encontraba, chocando con un enorme acantilado y la inmensidad del mar.   –Sabía que llegarías hasta aquí. –Comentó la voz de Fabrizio a mis espaldas. Mi tonta huida no había servido de nada– ¿Te has divertido? No ordené que te siguieran porque de todas formas no tienes escapatoria.  –¿Por qué me haces esto? –Cuestioné al borde del llanto y al verme sin salida–  –Te he dado mi proposición y ni siquiera te dignaste a escucharla. Fuiste muy tonta, era lo que más te convenía.  –No pienso escuchar nada. Él pareció ignorar mi negativa, centrándose más en su propósito central. –Dime Jordan ¿Puedes ver el acantilado que está allá?  Señaló con la mano un risco que se podía divisar hasta el fondo de nuestra ubicación. Parecía más alto y con aguas más turbias chocando al filo.   –A tu hermana la empujaron desde allí hace tres días. Murió al instante. Me quedé en silencio. Solo hasta ese momento me di cuenta de que yo también estaba al borde de la muerte.  –Es más alto que este, por eso murió en el acto.  Sé que esto es un poco apresurado pero no cuento con mucho tiempo, no lo planeaba así y me temo que tendrás que resolver tus dudas en el camino.  –¿Qué?... ¿A qué…  –Perdón, pero tienes que iniciar justo en donde tu hermana acabó.  El miedo que sentí luego de esas palabras no se comparó con ninguna experiencia pasada. Bastó con que Fabrizio se aprovechara de mi distracción e incomodidad para darme un leve empujón que me hizo perder el equilibrio y caer. Caí tan rápido y profundo en el agua como en la confusión.  Me enfrentaba a unas temibles olas y yo ni siquiera sabía nadar. 
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