Jordan
La desesperación se instaló en mí cuando el extraño secuestrador vestido muy elegante, notó que apenas podía mover las piernas. Quizá por el miedo o por el cloroformo al que había sido expuesta, no lo supe bien y tampoco me importaba descubrir la razón.
Sin decir mucho, me tomó en brazos y sacó del avión para meterme a un auto deportivo de color n***o que esperaba al pie de las escaleras.
El camino fue una tortura completa. Esperaba recuperar mis fuerzas para poder hallar una forma de huir, aunque resultara un poco complejo ya que estaba sentada en medio de dos de los hombres que se encargaron de raptarme de casa poco tiempo antes.
"Abuelita, seguro estás muy preocupada. Perdón" pensé con suma tristeza, antes de detenernos frente a una casa grande y bien iluminada.
–Sé que debes tener muchas preguntas y lo entiendo. Me encantaría darte algo más de tiempo para asimilarlo pero es algo que ni siquiera yo tengo.
La casa era más lujosa por dentro que por fuera. Alcancé a pararme junto a una ventana y quedar estática allí, como una cobarde. No tenía ni idea de lo que planeaban hacer conmigo y sospeché que no era nada bueno.
El tipo luchaba por ser amable, pero eso no quitaba el hecho de haberme secuestrado y sacarme de Estados Unidos por un motivo desconocido.
–Es lógico que pienses que esto es un secuestro. No pude localizarte antes ni tener el plazo necesario para explicarte todo y hacer que me acompañaras por tu propia voluntad. –Esta vez actuó con más normalidad, fue directo al pequeño bar junto al sofá largo y se sirvió un poco de licor que encontró en una botella.–
–Quiero ir a casa, quiero regresar… ¡¡Quiero ir a casa!! –Grité temblando de miedo, en un acto de exasperación–
–Oye, oye… calma. No puedo hacer eso que me pides, pero al menos escucha lo que tengo para decirte ¿Si? No te secuestré, te traje al verdadero lugar al que perteneces. Tu hermana gozó por muchos años de él y ahora te toca a ti hacerlo.
"¿Mi hermana? ¿Pero de qué rayos está hablando este hombre?"
–Tu abuela nunca te lo contó, supongo que tendrá sus razones. Tus padres no te buscaron nunca y ahora estás aquí para…
–Esto debe ser una broma… ¿Pretendes que crea todo ese cuento? ¿Qué sigue después? ¿Presentarme ante una familia que no conozco y fingir que aparecí de la nada? ¿Crees que soy tan ingenua para tragarme ese cuento?
–Bueno, la verdad es que no te traje para que aparezcas como digna heredera perdida de la familia. La verdad es que te traje aquí para que reemplaces a tu hermana, a Jennifer.
Mi mente luchó por no sentir más ira. Repasé los hechos y todo resultaba irreal, primero el secuestro, luego el viaje a Italia y ahora un intento de historia ficticia con la que pretendían confundirme.
–Tenías una hermana gemela idéntica, tienes una familia y otra hermana mayor. No estás aquí para preguntar, solo para acatar lo que se te dice. Tienes que hacerte pasar por ella…
–No… –Negué buscando una salida. Aquel tipo estaba completamente loco– es absurdo y tonto…
–Mira el cuadro que está cerca a la puerta y luego piénsalo mejor.
No quise obedecer, tan solo corrí hasta la puerta y traté de abrirla pero no lo logré ni siquiera empujando. Luché por un momento con la manija hasta el cansancio.
Vi de reojo el retrato mencionado colgando de la pared y decidí ignorarlo a propósito.
–Basta, basta… –Advirtió acercándose a mis espaldas y cogiéndome la cara para obligarme a poner los ojos en la pared. Los cerré para no caer en su juego. – compruébalo por ti misma y permítenos una buena plática.
Entonces lo hice. Ante el forzoso estímulo por ojear el objeto no me quedó más remedio.
A los pocos minutos me arrepentí de haberlo hecho, de no ser así mi vida hubiera continuado teniendo sentido.