Alexander –Detesto que me obliguen a venir a este maldito lugar. Expresó Marcela saliendo de la ducha con una toalla enrollada en el cabello y otra al cuerpo, buscó entre su bolso la caja de cigarrillos que la acompañaba a todas partes y encendió uno para llevárselo a la boca. –Deberíamos independizarnos ya ¿No crees? Buscar un departamento o una casa fuera del abuelo y mis padres, no me gusta ser arrastrada tan lejos de la ciudad. Le di la espalda sin molestarme en volver a mirarla, fisgoneé por la ventana tratando de disimular la incomodidad que me provocaba tenerla semidesnuda frente a mi. Era mi esposa, pero ya habíamos hablado de lo poco que me hacía gracia tanta intimidad entre nosotros. –¿Alex? ¿No lo has pensado todavía? Podríamos abandonar la casa y vivir con un poco más d