Jordan
–Ponle bien el cinturón…
Escuché a duras penas mientras luchaba por abrir los ojos aunque no tuviera éxito. Cuando al menos logré ver de reojo la figura de un hombre haciendo presión con sus manos y un objeto sobre mis caderas, alguien advirtió sobre mi regreso de conciencia.
–Argh... Se está despertando...
Entonces, volví a percibir el pañuelo húmedo sobre la boca y nariz, cayendo otra vez en un sueño profundo.
…
–Imbéciles… ¡¿Cuánto tiempo usaron esa porquería en ella?!
–Solo la usamos dos veces, cuando la atrapamos y cuando intentó despertarse en medio del vuelo…
–Traigan un analgésico ¡Rápido! Va a tener una jodida e insoportable jaqueca al despertar.
Me costó abrir los ojos. Temí hacerlo de nuevo y ser víctima de otra anestesiada furtiva. Solo me dediqué a escuchar las voces y pisoteadas en el suelo.
De pronto unas manos extrañas se colaron entre mi rostro, dándome pequeños golpes en la mejilla para tratar de reavivarme.
–Despierta, despierta por favor. Vuelve conmigo…
Susurró una voz algo apacible que pretendía no darme más dolor de cabeza del que ya se suponía que tendría al abrir los ojos.
–Abre los ojos preciosa, te prometo que ya no te pondrán más de esa porquería en el rostro.
Obedecí cuanto pude. Demoré más de lo pensado en abrirlos por completo, sin embargo mi cuerpo no lo hizo al mismo tiempo. Tan solo me quedé observando el rostro del desconocido hombre frente a mi, en lo que trataba de recordar qué pasó y cómo llegué hasta allí.
El tipo junto a mi era uno de cabello castaño, casi rubio. Traté de rememorar entre mis recuerdos para saber si lo había visto antes pero mi mente no se acordaba de haber divisado en el pasado aquellos ojos celestes, tampoco esas facciones delgadas o pestañas claras.
–Eres tan guapa como ella… –admitió sin vergüenza y sin quitarme los ojos de encima– Bienvenida, mi pequeña salvación.
–¿Qué? –Logré pronunciar todavía embargada por el sueño profundo y la poca capacidad de manejo en el cuerpo. El tipo extraño sonrió de lado y decidió apartarse un poco para darme tiempo de reacción– ¿Quié… ¿Quién eres?
–Lamento el trato tan brusco, por lo general mis hombres no están acostumbrados a lidiar con mujeres delicadas como tú.
Solo entonces pude mover la cabeza y las manos. Ya no sentía esa presión en la cadera por lo que pude acomodarme con más libertad, cuando por fin abrí los ojos y recuperé la cabalidad noté algo que me hizo desear la inconsciencia.
Estaba dentro de un avión. Un maldito aeroplano que a juzgar por su lujoso ambiente parecía privado. La puerta central estaba abierta, por lo que deduje que estaba varado en algún aeropuerto.
Entré en desesperación mientras miles de dudas se acumulaban en mi mente.
–Hey… para, tranquila. –Colocó sus manos sobre mis hombros para bloquear mis movimientos– Sé que tienes muchas preguntas y planeo responderlas todas. Ahora solo debes recuperarte y acompañarme.
–¿A dónde planean llevarme? –Pregunté tratando de aguantar las lágrimas.–
–Tu pregunta está equivocada querida Jordan, ya te traje hasta aquí. Hace más de 15 minutos aterrizaste en Italia.
No pude disimular mi sorpresa y horror. Algo dentro de mi supo que estar tan lejos de casa quitaba posibilidades de poder volver a ella.