Capítulo 5

1478 Words
Días después. — ¡No, no lo acepto! — Decía malhumorada por teléfono Jennifer — Tú me prometiste que yo te acompañaría, y me vienes y me dices esto. —Lo siento amiga—  Mary Luz estaba compungida por la reacción de su amiga, no pensó  que se molestaría tanto, el problema era que no había ido a ningún lado y que la noche de pasión que había tenido con el hermano de ella había dado fruto. Estaba  embarazada del único hombre que amaba de verdad, su único y primer amor, y  no podía contarle su mayor secreto. — Solo me limité a hacer el procedimiento sola, ni siquiera Luis me acompaño   — Ahora debía mantener su secreto escondido. — ¡Me importa un carajo Luis! — Respiraba enojada — Yo creí, … Bueno que tú… ah, tengo mucha rabia contigo, ahora mismo — dijo Jenny malhumorada colgó el teléfono con furia y dolor. Se encaminó hacia las escaleras de la gran casa estrellándose con J.A., que también venía de mal humor. —Bueno ¿Qué te pasa? — Bramó  él enfadado — últimamente parece que todo te molesta. —Lo siento, pero ahora tengo mucha rabia como para hablar—  se disponía a irse cuando él la sujetó del brazo. —Me podrías explicar — y sin soltarla la llevo a oficina — ¿Qué pasa ahora? —Que la traidora de Mary se embarazó y ni siquiera me aviso de la fecha de la inseminación, después que lo habíamos acordado para hacerlo juntas—  refunfuñaba enojada, mientras se sentaba en un sillón. Él la escuchaba atento  y pensaba en sus palabras. — Ella es libre y autónoma para llevar a cabo lo  que  ella desee, ese es su cuerpo—  razonaba él —  ¿No lo crees? Jenny resopló molesta consigo misma ahora. —Sí, pero…—bajó  la mirada. —Pero… ¿Qué? — La mirada inquisidora de él la hizo temblar, lo que la mantuvo callada—  ¿Qué? – bramó  él enojado. Él levantó la voz haciéndola estremecer. —Yo quería que tú fueras el donante— hablo bajito. —Pero,  ella no lo quería, porque me odia por lo del pasado — murmuro y se sentó frente al escritorio pasándose las manos por la cabeza desordenando su n***o cabello—  me comporte como un imbécil,  un granuja con ella, bien lo sabes. Jenny miró a su hermano, llevaba días extraño y muy callado y de malhumor. —Sí,  yo lo sé—  respiraba nerviosa, no le gustaba verlo enfadado.  Él  era de temer. Los ojos de Jesús Antonio era fuego.  —Yo  la quiero mucho, y pensé que si ella te daba un hijo… digo…  no,  si ella tenía un hijo de tu sangre  los lazos entre nosotras se afirmarían mucho  más—  dijo con voz melancólica —.   Para qué hablamos de eso, la muy tonta se embarazó y ni siquiera fuimos juntas. Él la mira muy serio y ve que ella está sufriendo por esa decisión. —Entonces si lo sabes, porque te enfadas tanto, solo déjalo pasar — miraba unos documentos — ¿Jenny ha llamado el detective Mendoza? Ella frunció el ceño. —No, Lucia fue la que te llamo como unas diez veces—  bajó la mirada y vio unos documentos y unas fotos en una de ella aparecía Luis y en otras aparecía Mary — ¿Qué haces con estas fotos? Él se tensó y extendió su mano con rapidez. — ¡Nada! —  Se las quito con brusquedad  —  ¿Ahora ya está  más calmada?—  le pregunto sin dejar de mirarla  mientras volteaba las fotos. Esa reacción a la joven hermana le pareció bastante extraña. Él era un hombre muy seguro. —Sí, me voy a mi cuarto —  se dirigió  a  la puerta —  J.A. ¿A quién estás buscando? —  La curiosidad se había clavado en su interior. — ¡A nadie!—  le corto de mala  manera y la vio alejarse preocupado, ella estaba muy triste por lo de su amiga. Suspiro preocupado por ella.   —Trata de relajarte, porque no te vas unos días con ella y trata de limar las asperezas y la apoyas, es ahora cuando más te va a necesitar, si se empeñó en  ser madre soltera. Ella lo miro con ojos tristes y con un gesto para marcharse de la oficina dejándolo abrumado en sus pensamientos. —Vamos arréglate y arregla el equipaje y yo te llevo a su apartamento — dijo él  para animarla — así  te pasas unos días con ella. Ella lo medito un rato y sorprendida por su oferta lo miro, él siempre huía de su amiga.   —Bueno, te aviso cuando esté lista — se marchó a preparar la maleta. Al quedar solo  tomo el teléfono y marco un número y espero mientras tamboreaba   un lapicero en el escritorio. —Señor Mendoza, cuénteme cómo va la investigación — pregunto impaciente después del saludo. —Señor Montalbán, el joven no da prenda del paradero de la muchacha que usted busca, pero ya le puse unos perros que lo seguirán fielmente  y apenas hagan contacto se lo informo. —Por favor manténgame informado, me urge encontrar a esa mujer —  corto la llamada. Se enfrascó con unos documentos  y leía  otros papeles que tenía en  frente. Por estar buscando a la joven Reina  tenía mucho trabajo represado. El sonido del teléfono lo saco de su abrumador trabajo. —Montalbán— respondió de manera mecánica  el teléfono. Tal vez por eso no presto atención al número que tanto había estado rehuyendo en esos últimos días. —Hola, amor — la melosa  voz de Lucia, lo disgusto — ¿Aún estás enojado conmigo? Él levantó la cabeza de los documentos y respiro muy profundo. Aun el timbre de su voz le provocaba náuseas. —No, no estoy enojado contigo, pero te agradecería que no me  vuelvas a llamar  — respiraba enojado. Al otro lado de la línea se escuchó un chillido agudo. —Amor,   me siento muy arrepentida por lo de nuestra ruptura — decía con voz quebrada y llorosa — estoy muy arrepentida. Los ojos de Montalbán  brillaron maliciosos. — ¿Estás dispuesta a embarazarte y darme los hijos que tanto yo deseo y dañar tu hermoso cuerpo y entorpecer tu adorada carrera? — La interrogo con incredulidad. Ella carraspeó por un instante. —Pues apenas nos casemos  no, pero si esperamos tan siquiera un año, te doy un hijo, pero solo un hijo — él sonreía sarcásticamente al oírla. Ella  era increíblemente fría y manipuladora y hasta ahora no se había dado cuenta, que ciego estaba. —Bueno, la verdad es ya tengo una mujer y ella está muy dispuesta a darme no solo un hijo,  sino que varios —mintió con descaro, aunque  no del todo, si llegaba a encontrar a Reina, le pondría el  cielo a sus pies,  con solo volver  a tenerla, lo haría. Esa mujer se había grabado con fuego en lo más profundo de su  ser. — ¡Eso es mentira! — Respiraba enojada— ¡Lo dices solo  para ofenderme y así devolverme el golpe que te di! —No Lucía, sinceramente, creo que nunca te amé, solo eras una bella mujer que me acompañaba a ciertos lugares y de vez  en cuando calentabas  mi cama— suspiro y botando el aire de sus pulmones  y continuó —  solo eso, y nada más. Sin esperar más respuesta colgó dejando a una mujer furiosa al otro lado de la línea, pero le importaba muy poco.  Ella  se había burlado de él y lo utilizo como  mejor pudo, y por lo que se enteró su último contrato de modelaje se le cayó.  Ella había subido unos cuantos kilos y no logro el anhelado contrato, y ayudo mucho el rumor de su ruptura,  y ahora había perdido el tan codiciado contrato por el cual él fue rechazado. No le importaba,  ahora mismo estaba muy ocupado en encontrar a Reina, al despertar esa mañana y encontrarse solo, lo enfureció en gran manera, pero lo que más le molesto es que ella  se marchara sin darle la más mínima importancia, se sintió usado. Ella era virgen, y ella se había llevado su semilla, no se creía el cuento de que se cuidara, por lo tanto quería saber si  ella  podría estar embarazada de él y saber con qué intenciones quería estar embarazada, ¿Sería para sacar lucros? ¿Chantaje? Aún sentía la miel de sus besos, y sus manos el calor de su piel.   La  deseaba con más ansias, no logro sacar toda la necesidad que ella le despertó. La encontraría aunque fuera lo último que hiciera en su vida. — ¡Ya estoy lista! — La voz de su hermana lo saco de sus profundos  pensamientos.
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