Mary regreso a su apartamento y después de despedir a su amiga se dedicó a organizar los libros para su trabajo, un extraño olor a la preocupación, pero luego lo olvido. Eran más de las nueve de la noche, cuando el timbre sonó en varias ocasiones, ella arrellenada en un sofá y con un gran tarro de helado televisión. –¡No hay nadie! – Dijo al levantarse y caminar hacia la puerta – ¡Hola, amor hasta que te dignaste a visitarme! –Mi reina preciosa – el beso en la frente y el fuerte abrazo de Luis no pasaron desapercibido para el hombre que estaba sentado frente al volante, esperando tener la tranquilidad suficiente para enfrentar a esa mujer, lo puso furioso. –¿Por qué no habías venir? – pregunto consentida – no te veo desde hace varios meses. –Amor, lo que pasa es que un homb