Rode
Despierto por el sonido de mi despertador, me estiro con pereza entre las sábanas y estiro mi mano para tomar mi celular. Hoy es miércoles, ayer en la noche fue la dichosa cena donde, sin quererlo rechacé a Patrick, admito que me sentía un poco mal, pero era lo correcto.
Estaba consciente de todas las chicas a las que mi jefe veía a la semana, y que seguramente no dejaría de ver; solo por haber tenido una cena conmigo, aunque reconozco que fue bastante buena.
No me consideraba una mujer glamurosa como las chicas con las que él salía, así que me limitaría a continuar siendo la secretaria que él necesitaba. Aunque sus ojos azules chispeantes no salieran de mi mente desde la noche de ayer.
Suelto un pesado suspiro antes de levantarme, hoy tenía muchas cosas que hacer, y lo que menos quería era ver a Patrick, aunque seguro con lo frío que es, hace como si no hubiese pasado nada.
Dirijo mis pasos al baño y luego de hacer mis necesidades, me quito la ropa entrando en la ducha, el agua fría se desliza por mi cuerpo y yo cierro los ojos intentando relajarme antes de ir al trabajo.
El agua fría sirve para despertar mi adormilado cuerpo y sin esperar mucho tiempo salgo de la ducha, me envuelvo en una toalla y salgo del baño en busca de la ropa que quiero lucir hoy. Consiste en un vestido n***o de mangas largas que me llega hasta un poco más arriba de las rodillas.
Me maquillo con base de polvo, un poco de rubor para darle color a mis mejillas, y por último un labial color rosa.
Tomo mi bolso, las llaves y el teléfono, para ir saliendo finalmente de mi casa.
(♥♥♥♥)
Bajo del auto luego de haber pasado por un café a desayunar, dado que no me daría tiempo de hacerlo en casa, casi siempre iba con Nancy, pero ella estaba con Daniel, (su novio).
Así que dirijo mis pasos a la entrada del edificio, saludo a algunas personas en el camino, incluida mi amiga Claudia; quien me da una sonrisa amable para luego seguir atendiendo a una persona en la recepción.
Inhalo calmando mis nervios y un recuerdo de hace dos años, llega a mi mente.
Flashback
Mis pasos son indecisos, y mi respiración acelerada, todo mi cuerpo está en tensión al saber que hoy es mi primer día de trabajo con nada más y nada menos que Patrick Willians, ¡ese hombre es un sueño!
Mis piernas flaquean nada más de pensar en trabajar con él todos los días, es demasiado para mí saber que lo tendré a escasos metros. Suspiro intentando calmarme y me dirijo a la oficina que una de las chicas de recepción me indicó, por lo que pude ver, es una empresa bastante ocupada.
Llego a la puerta correspondiente para avisarle al señor Willians que ya estoy aquí. Toco con mis nudillos la puerta color gris frente a mí, y mis nervios se disparan al escuchar el ronco "pase" proveniente de dentro de la oficina.
Mis manos temblorosas se dirigen al pomo y armándome de valor abro la puerta, adentrándome en la oficina. Mis ojos viajan al hombre, quien está frente a mí que cautiva por completo mi atención, mi mandíbula amenaza con llegar al suelo y mis mejillas se sienten sumamente calientes, anunciándome que debo estar sonrojada. Mis manos temblorosas se entrelazan automáticamente, y me acerco a Patrick Willians, quien me da una mirada frívola ante mi indigna actitud.
Mientras intento no babear, mi nuevo jefe me mira de arriba abajo y me da una mirada aburrida.
—Bienvenida, Señorita...
—Ro... Ro... Rode Marshall —tartamudeo ofreciendo mi mano, la cual mira un instante antes de rodar los ojos haciendo que mi semblante decaiga.
—Aquí está su trabajo —dice pasándome unas carpetas—. Y espero que no intentes pasarte de lista, aquí somos profesionales —espeta fríamente, haciéndome asentir con la cabeza baja.
—¿Qué esperas? Puedes irte —dice señalando la puerta.
Me muevo hasta donde me dice y dejo escapar un suspiro de alivio, este trabajo será más duro de lo que parece.
Fin del flashback...
Sacudo mi cabeza, alejando los pésimos recuerdos de mis primeros días de trabajo, donde fantaseaba con el magnate y me siento en mi escritorio buscando con la mirada mi carpeta de trabajo. La abro y tomo la lista de las chicas de la semana, mi mirada vaga por la hoja y me debato en si debo preguntarle, o llamar a la chica directamente como siempre lo he hecho. Miro la puerta de su oficina y me levanto decidida a acabar con la incertidumbre que me carcome.
Toco la puerta y luego de escuchar un leve "pase" me adentro a la oficina. La imagen que me da el magnate me deja sin respiración por un segundo, sus ojos se posan en mí mientras abotona su camisa, su cabello está desordenado y sus ojos azules brillantes. Él me mira con una sonrisa y yo solo puedo tragar grueso, al ver como cubre su trabajado pecho con una camisa. Miro alrededor, y de repente parece que he olvidado por completo a lo que venía.
—¿Se te ofrece algo Rode? —pregunta.
Su diversión hace que quiera rodar los ojos, pero la imagen de su pecho desnudo no sale de mi cabeza; haciendo que mis mejillas se tiñan en tonos rojizos, haciéndome lucir aún más patética.
¿Por qué me tienen que pasar estas cosas?
—Ehhh... Sí, quería preguntarle donde quiere que sea la cita con la chica de hoy, por lo que vi, la asignada para hoy es... Jade Sandler —murmuro sin mirarlo, dirigiendo mi vista a la hoja en mis manos.
—¿De verdad no te intereso en absoluto Rode? —pregunta con seriedad, escaneando mi rostro lentamente.
La pregunta se repite en mi mente y yo decido tomar valor y mirarlo a los ojos.
—No se trata de eso —cuestiono.
Él levanta una ceja, y se sienta en su escritorio.
—¿Entonces? —pregunta.
—No estoy dispuesta a ser una chica más de tus conquistas Patrick, me gustan las cosas duraderas, así que las distracciones están fuera de mis planes —digo sinceramente.
—¿Quién dijo que no quiero lo mismo que tú? —pregunta con una sonrisa.
Alzo las cejas algo sorprendida, pero no me inmuto.
—La chica de ayer en la mañana habla por sí sola —digo alzando una ceja.
Su ceño se frunce visiblemente pero entonces el recuerdo ilumina su rostro, y lo que hace me deja desconcertada.
Empieza a carcajearse. ¿Qué alguien me explique por qué...? O le faltan unas tuercas... O me perdí de algo.
Miro con confusión su reacción y él intenta calmar su risa; que debo decir que es hermosa.
Nunca lo había oído reír con tanto gusto, es más, el sujeto ni siquiera sonríe.
—¿Qué te causa tanta gracia? —pregunto desconcertada.
—Rode, ella era mi hermana —confiesa dejándome aún más desconcertada.
—¿Coquetea con su hermana? —pregunto con el ceño fruncido.
—¿Qué? ¡No! Solo fingimos, para ver su reacción —dice con una sonrisa divertida.
Abro la boca ofendida y me cruzo de brazos.
—Eso no lo justifica —bufo—. ¿Me dirá ya en qué lugar querrá la cita con Jade Sandler? —pregunto mirándolo mal. Él bufa y me dirige una mirada, para luego teclear algo en su computadora.
Miro con curiosidad como teclea y luego la impresora saca una hoja, la toma entre sus manos y me la tiende.
Dirijo mis pasos titubeantes a él y tomo la hoja entre mis manos, luego de darle una mirada curiosa empiezo a leer el contenido:
Miércoles; Rode Marshall
Jueves; Rode Marshall
Viernes; Rode Marshall
Sábado; Rode Marshall
Domingo; Rode Marshall
Cuando termino de leer, arrugo las cejas y me cruzo de brazos.
—¿Acaso no se rinde? —cuestiono irritada.
Él sonríe y niega con la cabeza.
—Desde que la vi en ese ajustado vestido. ¡Uff! Digamos que no, no es una opción —dice en un suspiro.
Mis mejillas adquieren un color carmesí aumentando su diversión.
—¿Me va a decir de una buena vez que es lo que quiere? —pregunto enojada.
Él me mira confundido y responde:
—Ya se lo dije, una segunda cita.
—¡No! —chillo—. Responde con sinceridad Patrick Willians, si quiere seguir teniéndome como su secretaria —digo, y él indica que proceda—. ¿Quiere meterse en mis sábanas o en mi vida? —espeto seriamente.
Él se levanta, haciendo que mi corazón bombee le sangre mucho más rápido, y se acerca lentamente a mí, hasta estar a escasos centímetros de mi cuerpo.
—A todo —responde, antes de unir sus labios con los míos en un beso rápido y desenfrenado.
«Oh no», es lo único que se me viene a la mente, al sentir esa suave boca sobre la mía.
(♥♥♥♥)
Suspiro sentándome en el café de siempre, miro el reloj esperando que mi hermana no me deje plantada.
Repiqueteo mis dedos en la mesa esperando y escucho la campana de la cafetería, indicando que alguien ha entrado, levanto la mirada, y veo a Nan que me sonríe desde lejos.
Sus pasos son rápidos hasta que está frente a mí.
—¡Rode! ¡Hermanis! ¿Qué tal todo? —pregunta sentándose frente a mí.
—Ni yo sé cómo estoy —musito mirando mi taza de café.
—¿Qué? ¿Qué pasó? —pregunta y yo sonrío tímidamente.
—Me besé con Patrick —confieso apretando los labios.
Mi hermana abre y cierra la boca, sabiendo a detalle los sucesos de la cena de ayer.
—¿¡Qué?! Pero... ¿No lo habías rechazado? —pregunta confundida.
—Sí, pero es insistente y me besó. ¿o lo besé? ¡Ahhh! No sé qué hacer Nan —suelto, dirigiendo mi inquieta mirada a ella.
—Sabes lo que te conviene hermana. Tú decides, lo único que te pido, es que no te enamores de él —dice mirándome preocupada.
Asiento con una sensación amarga en la garganta y suspiro.
—¿Cuándo visitaremos a mamá? —pregunta.
Alzo una ceja y me encojo de hombros, no quiero responder a esa pregunta, pero al final lo hago.
—Cuando esté dispuesta a volver a aceptarme como hija.
Mi hermana asiente en respuesta y luego de unos minutos ambas nos despedimos para irnos a casa.
Mis pensamientos se dirigen automáticamente a Patrick, quien dijo que pasaría por mí a las 7:00pm. Aún no sabía si quería dejarlo plantado o tirarme a sus brazos, porque sinceramente, el amor platónico que tuve por él hace dos años resurgía con mayor intensidad.
Dicen que donde hubo fuego cenizas quedan ¿no? Pues eso era lo que sentía, y necesitaba salir de ese agujero que yo misma había creado, o saldría herida, como hace 4 años. Necesitaba un respiro de la realidad en la que me encontraba.
Y sabía que, con Patrick Willians me hundiría aún más, estaba jugando con fuego; y no quería quemarme.
Llego a casa, bajo del auto y dirijo mis pasos adentro, mi vista se pasea por la casa y mis ojos se detienen en una persona que no esperaba ver aquí. Alguien que esperaba no volver a ver en mi vida que, en el momento crucial no estuvo a mi lado. El enojo empieza a crecer en mi interior y me acerco a él con pasos seguros, sus ojos color miel hacen que los recuerdos que había cerrado con llave en mi memoria, paseen por mi mente en un parpadeo.
—¿Qué demonios haces aquí Bryan?
Él sonríe ampliamente, dándome a saber que no piensa irse.