Capítulo 1. Si tuviera miedo

1194 Words
Era una mañana fría, el cielo estaba atiborrado de nubes. Era un día gris de otoño. Yo estaba leyendo un libro de Hemingway, tendida sobre la alfombra de mi habitación. El ruido del viento fue interrumpido por el sonido del timbre llamando a la puerta. – Ruth puedes venir -escuché a mi madre llamarme desde el primer piso, así que deje lo que estaba haciendo. – En seguida bajo -conteste con voz alta para asegurarme de que me oyera, mientras me ataba las agujetas. – Unos oficiales te buscan -añadió mi madre. Pude verlos mientras bajaba las escaleras, eran dos hombres de mediana edad, altos y robustos. Ambos usaban trajes viejos y despedían un ligero olor a tabaco mezclado con café. Al estar frente a ellos me sentía más pequeña y comencé a poner nerviosa sin razón. – Hola, buenos días -dije con un leve temblor en la voz. – Señorita Ruth, soy el inspector Joe Davis -dijo el que parecía mayor, y extendió su mano hacia mí con cordialidad. – Yo soy el detective Elias Crouse -habló el otro intentando esbozar una sonrisa. – Venimos a recabar testimonios sobre lo ocurrido - añadió con una voz rasposa. – Queremos que nos diga lo que sabe sobre el tiroteo- explicó el inspector Davis – Cuéntenos todo lo que recuerde de ese día – dijo el detective Crouse mientras sacaba una pequeña libreta del bolsillo de su saco. – Está bien -dije dejando escapar un pequeño suspiro. Recordaba lo que había pasado a la perfección, apenas había sido ayer. Aunque hubiera preferido no tener que decir nada, porque para mí era como si lo tuviera que vivir otra vez. – Elton llegó tarde, algo muy inusual en él –comencé mi relato y el detective comenzó a escribir – ¿Le dijo el motivo? – preguntó el inspector – No – respondí negando con la cabeza Eran las 7: 15 de la mañana y Elton no había llegado, ya era tarde, así que pensé que no vendría a la escuela. Por suerte, solo cinco minutos después, lo ví asomarse al salón desde el umbral de puerta. – ¡Tarde! – gritó la profesora de literatura al verlo – Que sea la última vez- sentenció. Elton asintió y entró casi a hurtadillas. – ¿Te quedaste dormido? -le pregunté extrañada, ya que él solía ser muy puntual – No, es que no quería venir -masculló con una leve sonrisa en los labios. Lo sujeté de la camisa acercándolo a mi – Si vas a faltar avísame para no venir -le susurré – Esa mañana, Elton estaba muy ansioso y pensativo, supuse que era algo relacionado con su familia – confesé – ¿A qué se refiere? – me miró intrigado – ¿Qué pasa con su familia? – inquirió – Su madre tiene Alzheimer y él la cuidaba casi todo el tiempo – respondí con vacilación porque no me parecía correcto hablar de los problemas de los demás. – Entiendo - dijo mientras peinaba su bigote con los dedos. – Bueno, me pidió que faltáramos a gimnasia – admití con cierta vergüenza. Voltee instintivamente a ver a mi madre, quien parecía algo desconcertada. – No es algo que hiciera con frecuencia – añadí para que mi madre no reprochará. – Odio gimnasia – me queje mientras echaba mi cabeza hacia un lado apoyándola en el hombro de Elton. – Entonces, no hay que ir – dijo apoyando su cabeza sobre la mía. Me separare de él, y lo miré sorprendida – ¿Por qué? – exclamé. – No habrá ninguna diferencia si vamos o no -argumentó. – Tienes razón -admití con pena. Era bien sabido que el coach Graham solo les prestaba atención a los jugadores de americano y a las porristas. – Vamos al patio trasero -me dijo. – Bueno, Elton y yo íbamos caminando hacia el patio que está detrás de la cafetería – tragué un poco de saliva y continué – Me dijo que me adelantara, que pasaría al sanitario. Yo lo esperé en una banquita alrededor de diez minutos, pero como no volvía lo fui a buscar, entonces escuché los disparos. El inspector se acomodó en el sillón – ¿Qué hizo en ese momento? –preguntó – Solo caminé hacia donde se oían los gritos, quería saber que sucedía - medité un momento antes de seguir con mi respuesta – Lo encontré en el corredor, mirando hacia todos lados apuntando con su arma. – Ven Ruth – dijo haciéndome una seña con la mano para que me acercara, en la otra mano sostenía un arma. Yo camine hacia él, estaba solo a un par de pasos de él, pero la distancia entre nosotros se sentía más larga, mis pasos más lentos, la atmosfera más pesada, el aire más seco.Cuando estaba parada frente a él, lo miré directo a los ojos; de alguna manera su mirada era más oscura, me preguntaba si de verdad era Elton, el chico que yo conocía. – No me mires como un maldito psicópata, solo hago justicia por mí, por ti y por todos- dijo mientras me sacudía de los hombros. Se inclinó un poco para estar a mi altura– ¿Me tienes miedo? – preguntó y apartó con gentileza un mecho de cabello que cubría uno de mis ojos. –No -negué con la cabeza –Si te tuviera miedo habría corrido- le dije con una sonrisa. –A ti no te haría daño -dijo mientras me abrazaba –A ti no -repitió. Me apretó más contra su cuerpo y sentí su pistola bajo mi nuca. – ¿Él la vio? ¿Le dijo algo? - el inspector soltó una pregunta tras otra Me parece que me quede callada unos segundos – Me dijo que no me haría daño – finalmente respondí – ¿Y después? -inquirió el inspector – Nada, ví a unos policías y me sacaron de ahí – dije – Eso es todo lo que recuerdo. – Gracias Ruth -dijo el inspector mientras se levantaba del sillón. – Una última pregunta- hablo de pronto el detective Crouse, quien hasta el momento no había dicho palabra –¿Como era su relación con Elton? – preguntó con genuina curiosidad. – ¿Eso importa? – Tal vez no, tal vez si - dijo ladeando la cabeza de un lado a otro – Buena – titubeé – Era mi amigo -admití – Su amigo -repitió – Por el momento es todo –dijo el detective haciendo una última anotación en su cuadernillo. – Probablemente necesitaremos que vaya a la comisaría a firmar una declaración. – habló dirigiéndose a mi madre – Es un procedimiento de rutina – añadió el inspector – Hasta luego- se despidieron ambos. Mi madre fue tras ellos para indicarles la salida Cuando ya se habían ido, exhalé con alivio soltando todo el aire que pude. Miré al piso, repensado lo que les había contado a los detectives. Entonces me percate que mis zapatillas blancas estaban manchadas por unas pequeñas gotas rojas ¿Sangre? Olvidé que eran los zapatos que había usado ayer, me pregunto si los detectives se habrán dado cuenta.
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