Capítulo 3 Ellos no murieron

1133 Words
Me sumergí en la tina hasta que mis dedos se arrugaron, quería diluirme, fluir... Después de bañarme, bajé a la cocina por un vaso de leche, no podía dormir, así que pensé que eso me ayudaría. Apenas me dirigía a la cocina, cuando vislumbre la sombra de una figura alta y esbelta en la sala, me asome y vi que era mi padre. Él es un hombre serio e inteligente, alto con su rostro enmarcado de arrugas y su cabello era una mezcla de cañas grises y blancas, evidenciando que pasaba de los cincuenta. Era más viejo que mi madre, casi diez años mayor. Él tenía un bufete de abogados, y solía viajar con frecuencia, por esa razón, mi padre no estaba en la ciudad cuando ocurrió todo. – Llegaste antes- le dije – Sí, quería ver como estaba todo – dijo soltando un suspiro – Ruth, ¿Cómo te sientes? -preguntó serio – No lo sé, estoy procesándolo -admití – Debe ser muy abrumador – habló como si hubiera leído mi mente. Abrumada, así me sentía. – Dejame abrazarte -extendió sus brazos hacia a mí y yo hundí mi cabeza en su pecho, el me abrazo dándome palmaditas en la espalda. – Geoffrey, llegaste – exclamó mi madre, y al oírla mi padre rompió el abrazo. Una sonrisa se dibujó en su rostro al verla, mi madre le respondió con una enorme sonrisa. Me encanta como se miran mis padres, como se sonríen, como se dicen tanto sin hablar, como se aman. – Jackie – exclamó mi padre y ella corrió a abrazarlo. – Pensé que volverías hasta mañana – habló con cierta extrañeza. – Sí, pero después de lo que me contaste quería estar con ustedes lo más pronto posible – dijo – Fue terrible, no me imagino lo que deben estar sufriendo sus familias – expresó mi madre – La manera en que fueron asesinados fue terrible -comentó mi padre En ese momento dejé de prestar atención en la conversación y me abstraje en mis pensamientos. Ellos no murieron; no murieron a causa de una enfermedad mortal, no fue en un incendio ni en un accidente de auto. Fue en ese momento en que verdaderamente fui consiente de lo que había pasado, ellos no murieron, Elton los mato. A ellos los asesinaron. – ¿Ruth? – Escuché que decían mi nombre – ¿Ruth? Eran mis padres, sus voces me sacaron de mis pensamientos –Mañana iré a un funeral – solté sin más. –¿De quién? – preguntaron ambos al mismo tiempo – Charlie, el hijo mayor de los Woodham – mencioné su apellido porque mi madre conocía a la madre de Charlie. Ellas asistían al mismo club, no eran amigas, pero se trataban con cordialidad. – De Lucy Woodham – recalcó mi madre, yo asentí con la cabeza, y ella se llevó las manos a la boca con asombró.   – ¿Era tu amigo? - preguntó mi padre – No, pero me gustaría ir a despedirlo– dije no muy convencida de mis palabras porque ni siquiera yo estaba del todo segura de las razones por las que quería ir al funeral, Charlie y yo nos llevábamos bien. – Podríamos acompañarte para darle nuestras condolencias a su familia -sugirió mi padre – Sí – dijo mi madre –No puedo dimensionar la tristeza que ha de estar viviendo la familia de ese chico, sus padres, no es natural que los padres entierren a sus hijos… Mi padre abrazo a mi madre, quien estaba al borde de las lágrimas. – Pero antes ir al funeral, me gustaría ir al hospital. – ¿Te sientes mal? – me preguntó mi madre y pasó su mano por mi frente para revisar mi temperatura –No, es un compañero que está hospitalizado - aclaré – El chico que sobrevivió. – ¿Cómo se encuentra? – inquirió mi madre –Grave, y necesita donadores de sangre - expliqué – Yo estaba pensando en ir a donar – comenté. Mi padre negó con la cabeza – Será mejor que lo hagamos nosotros – señaló. – Pero ustedes no son compatibles, debe ser sangre O negativo - argumenté – Tú no puedes donar, eres menor de edad- explicó mi padre con seriedad – No lo sabía -admití con cierta vergüenza – Necesitas nuestro consentimiento para donar - agregó – ¿Entonces? ¿Puedo? - pregunté ­­­­Mi padre volteo a ver a mi madre como buscando una respuesta, soltó un suspiro de resignación y dijo – Mañana, por la mañana yo te llevaré al hospital – continuó – Después todos nos vamos al funeral. – Ahora ve a dormir – me indicó mi madre – Mañana será un día largo. – Buenas noches – les dije – Anda ve a descansar – me pidió mi padre. Subí a mi recamara, apagué la luz y me dispuse para dormir. –Supongo que esta es la despedida –dijo Elton mientras soltaba su abrazo. Puse mi mano es su mejilla, para acariciarla y le dije –Adiós, Elton - le di la espalda y comencé a caminar alejándome de él. Detuve mi caminar y giré para observarlo una última vez más, para guardar su imagen. Pero lo ví, sosteniendo su arma con ambas manos, apuntándome con su arma como si quisiera dispararme directo en la cabeza. Me quede inmóvil. Cuando me miró, soltó una carcajada. No entendía porque Elton se reía como si fuera una broma muy graciosa, reía casi hasta quedar sin aire, pero no dejaba de apuntarme. Parecía Elton, pero en su rostro se veía la marca de la muerte, sabía que quería matarme. En ese momento, mis piernas respondieron, me di la vuelta y corrí a prisa. Escuché un disparo a mis espaldas y caí al suelo. Abrí mis ojos de golpe, e inexplicablemente ya no estaba en el instituto, sino en mi recamara. Me llevé las manos al pecho y sentí mi corazón acelerado, pero estaba bien, solo tenía la respiración un poco agitada. Suspiré y me sentí aliviada de que solo fue una pesadilla. La recamara estaba levemente iluminada por la luz de la calle y no podía ver con claridad, pero entonces, la luz de un coche que pasaba iluminó un rincón, en donde estaba el cuerpo de inerte de Elton sobre un charco de sangre, con la marca de un disparo en la frente. Desperté, tomé mi celular para encender la linterna y revisar si todo estaba en orden, quería comprobar si había visto bien, pero ya no estaba la mancha de sangre ni el cuerpo de Elton. Todo había sido producto de mi imaginación. Trate de dormir, pero no podía dejar de pensar lo que había soñado, y en lo mucho que los sueños pueden parecerse a la realidad.
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