apítulo 5 - LA REINA DEL FLOW
Rosa era otra del grupo Orates en Crisis y padecía de obesidad. Porque se obesa es estar enferma, en definitiva. Mujer buena, no, buenísima. La Reina del Flow. Todo parecía importarle un bledo, ella fluía. Aumentaba de peso constantemente, sabiendo que ponía su vida en riesgo, ella reía, hipnotizaba con su personalidad. Se la veía tan segura, tan sociable, tan actual…
Si quería saber sobre chimentos, ella. Si tu consulta giraba alrededor de micros, médicos, rotiserías, a ella debías consultar. Lo sabía todo. Ser invitada a una fiesta de cumpleaños. El de ella, claro, era lo más. Tan impredecible la concurrencia, que podías encontrar al gobernador de la provincia como a Beto, el linyera.
Con un estilo único, ella ordenaba, las hijas obedecían. Su residencia distaba mucho de ser ordenada, de tener lo que al resto de nosotras nos enseñaron: honraras tu casa y a tu esposo, a ser casi geishas. Nada que ver, eran mis expectativas, no las de ella y logró hacer muy feliz y dependiente a su marido, a la familia. Todo era amor a su alrededor. Y sí TODO lo que necesitamos es Amor, ¿quién estaba equivocada?
Vi una foto de cuando fue un jovencita, bellísima en su 1,75 de estatura. Cintura breve y piernas larguísimas. Caderas redondeadas y pies pequeños. De rostro agradable y cabello largo solía contar cuanto la perseguían los varones. Pero, el que supo ganar su corazón fue su actual pareja: un señor de aspecto ajado y sufriente, loco por ella. Sufriente desde mi demente percepción.
A pesar de tanta actitud yo olía que algo andaba mal en su vida y no hablo de su adiposis, era, creo, su relación con la madre, ¡ay, los padres siempre y cuánto mal podemos hacer, aún sin saberlo! Una foto familiar muestra a cuatro hermanos y a la madre, todos delgados. Y no es que ella se niegue a hablar, pero entiendo que algo oculta. Hay un silencio que descubrió una psicóloga al tocar el tema, que la hizo enojar mucho y dejar de verla. Algo hay. Quiero ayudarla, puf, yo y mi afán por hacer lo que no me piden…
Ya terminaron las reuniones, la pandemia y sigo buscando el porqué.
Debe operarse, hay un abdomen prominente y una hernia que se hace cada vez más visible que la anteceden cuando está llegando. Siempre tiene excusas para no empezar las dietas. Bajar de peso y ser intervenida. Es una bomba de tiempo. Lo sabe y es difícil enojarse con semejante personalidad.
Es una gordura con encanto; cuando nos liberaron del encierro, hicimos una reunión presencial, y fue grandioso. Nos disfrazamos, reímos y para comer, abandonamos los barbijos. Para jugar a juego de vernos sexys, algunas se mostraron renuentes, ella no. La más sexy, la más seductora, acariciaba el dintel de la puerta, apenas, sonriendo, de lado. Nadie dejó de aplaudir. Fue el juego de estatuas más lindas que Leticia en Final del Juego de Julio Cortázar, ¿recuerdan?
Rosa es una diva enorme, moviliza multitudes. Anda con 3 celulares y si suenan todos, les baja el volumen. Nada la altera. Encontrarla en su casa era una tarea titánica, a no ser que coincidieras en una reunión. Se moviliza en remis, sabe el nombre de cada conductor, pues los llamaba constantemente. Solía cubrir por día, entre 3 a 4 eventos. O sea la invitaban a todas las bodas, cumpleaños, divorcio y todo lo que fuera festivo o no tanto, porque nunca faltaba tampoco, a funerales.
-Caramba- se la oía decir, -la gente también fallece-.
Era infernal verla despedirse veloz pues se le hacía tarde para ir a otro acontecimiento. Cierta vez le contabilizamos 4: un desayuno con amigas, almuerzo de trabajo, merienda con las chicas de la escuela y cena con los del barrio. En otra ocasión deshecho un convite para poder dormir, se reía. Y su risa era contagiosa. Ella era divertida.
Con Liza era con la que mejor se llevaba. Una vez liberadas, no paraban…Quién sabe de qué huían ¡este síndrome de psicólogo detective de barrio!
Se encontraban en reuniones, se complementaban mucho en materia de humor, era lindo verlas. Ellas eran quienes convocaban al grupo que alguna vez fue de terapia.
El esposo de Ro, justificaba siempre sus salidas. Alguna vez, discretamente le pregunté si Marcos no se molestaba. –Al contrario- afirmó, -el prefiere que salga así no me estreso- ¡Juazzzz! A mí me costaba dejar mi hogar y a mi marido. Nunca me dijo que nó, tampoco se lo hubiera permitido, pero…
Nos gustaba compartir hasta las salidas.
Rosa necesitaba la permanente vibra de la calle. Ser la primera en ver el accidente, o al infiel engañando a una amiga. Insisto: ella lo sabía todo. Pero nunca pensó que lo que le pasaría a Liz fuera…
Fue en el último cumpleaños de Ro que a liza se la notó extraña. Se esmeraba en hacer chistes que resultaban casi agresivos. Y lo más raro, comió muchísimo. Ella se cuidaba aun sabiendo que cada año Rosi, se esmeraba por hacer que cada bandeja desbordara alimentos. Sándwiches triples que parecían cuádruples, pizzas de masa flaca y sabores variados también desbordantes. ¡Si implementó hasta comida para celíacos! Ni hablar de su mesa dulce, más que una mesa parecía una cuadra de panadería. Y el alcohol ¡Madre del Amor Hermoso! nadie salía caminado derecho. Los autos, adrede, se estacionaban mirando hacia donde debían salir, nada de maniobras o pasar vergüenza.
Hoy ya no importa el papelón, hemos aprendido mucho, pasarlo lo mejor posible, es lo que cuenta. Y el brindis y los cantos y desinhibirse. Ser uno más que nunca.
Quizás, al referirme a Marcos, su marido, dije que me parece sufriente cuando en realidad, el término adecuado sería complaciente. Hacer de todo para mantenerla a su lado. Él se quedó con la más linda, 20 años más joven, quién lo aceptó, así como era, sin que le importara hasta que su padre se opusiera. Él tenía hijos que no lo respetaban y una ex que lo desprecia, pero Rosa, su bonita Rosa, lo amó y mientras tantos se oponían, tanto la admiraba. Porque aun la mira así, luego de 24 años de matrimonio, como en aquella foto en que los vi. Es mérito de Ro, mi inquieta amiga, entonces yo, ¿vivo equivocada?
Y esto fue materia de discusión en alguna reunión post ida de nuestra amiga. Todavía le damos vuelta al tema ¿Quién es feliz y no se siente solo? Quién es capaz de salir de los modelos establecidos y dejar libre a su inteligencia emocional? Sin culpas y volar.