LA MUERTE

1121 Words
CAP. 20 - LA MUERTE Menos mal que lo hice, que volví. Falleció Don José, el padre de Ro, un señor que tuve el honor de conocer. Muy buena gente, de trabajo. Debía acompañar a Ro, estaba destrozada- Habían sido muy compañeros- Lo internaron cuando salíamos para Brasil. La vida: hizo que para mí todo fuese memorable, mientras que para mi amiga fue fatídico. Luego de la pandemia, el tiempo de velar los cuerpos se acortó. La revolución de la vida diaria que conllevó la llegada del virus también impactó en la forma de despedirse de los allegados fallecidos. Al principio, los adultos mayores tuvieron que aceptar un adiós a la distancia de sus familiares y conocidos, ya que no se les permitía el ingreso a las salas velatorias, Y se debían cremar. Nunca estuve de acuerdo con los velorios. Exhibir un cuerpo, maquillado, sólo para que los cercanos pudiesen aceptar. Eso no me gusta. Aceptar que vamos a morir debe ser algo con lo que debemos lidiar desde niños, para que cuando arribe la primera muerte, no duela tanto. En Estados Unidos se reúnen y a modo de celebración, comen, beben, y rememoran anécdotas graciosas del occiso. Por mis lares se llora y se padece más con la exposición del finado en cuestión. Es durísimo. Ro escribió unas sentidas palabras, para homenajearlo, y empezó citando una estrofa de un tango que lleva por título: Bailarín Compadrito. El velatorio tuvo lugar en una conocida casa mortuoria de Rosario. Asistió mucha gente, ¡era muy estimado! -Araca, cuando a veces oís La Cumparsita Yo sé cómo palpita tu cuore al recordar Que un día lo bailaste de lengue y sin un mango Y ahora el mismo tango bailás hecho un bacán Pero algo vos darías por ser solo un ratito El mismo compadrito del tiempo que se fue Pues cansa tanta gloria y un poco triste y viejo Te ves en el espejo del loco cabaret- De fondo la imagen de un señor vestido como un compadrito. Una foto que rescató de cuando tenía 20 años y una sonrisa grandiosa. -Y cómo te lucías-, continuó Ro, -agotabas a las damas de cada reunión y luego me buscabas. Me enseñaste a bailar casi todo, pasodoble, cumbia, tango y folclore. Una energía que fluía sin descanso. Eso te llevó, un cuerpo que ya no respondía- José Ernesto Medina, ¡qué descanses en paz! - -Gracias, por ser el mejor también en la segunda etapa de mi vida, donde te re descubrí. Por ser muy buen compañero y el mejor abuelo. Por compartir charlas donde levantar la voz era moneda corriente, pero sin rencores. Agradezco las esperas siempre con el mate listo y tu presencia permanente. Tu esposa, la luz de tu mirada y yo, vamos a extrañarte. ¡Gracias! - Me acerqué a abrazar, a contener. Ella bajito seguía sin leer, tus nietos te valoran y el mundo que tuvo la fortuna de conocerte. Hay un auto que vira solo, hacia tu casa. Gracias. Por reivindicarme con el sexo opuesto, por hacer que crea que hay un amor puro para mí, como el que tuviste con mamá, por 64 años. El mejor amigo, el más ingenioso, el gruñón, el cómplice. Descansa, pá. Logramos que se sentara, con las chicas alrededor, cuidando lo que se podía, su corazón estaba roto. Nunca dejó de hablar, era como una erupción volcánica, rememorando que fue jugador de fútbol y hasta muy avanzada su edad, andaba en bicicleta. ¡Cómo olvidarlo! -Como un acróbata andabas por las callecitas del barrio, zigzagueante, con poco equilibrio. Saludando con la mano a todos, haciendo aún más peligroso tu andar. Nos sale a saludar la gente linda Y loco, pero, pero tuyo, ¡qué sé yo! Provoco campanarios con la risa Y al fin, te miro y canto a media voz Quereme así, piantao, piantao, piantao Trepáte a esta ternura de locos que hay en mí Ponéte esta peluca de alondras Y volá, volá conmigo ya Vení, volá, vení Balada para un loco. Astor Piazzolla -Te hubieras enojado, justo el autor que no te gusta. El tango para vos, es otra cosa. Otros autores, otros decires. Las reuniones con tus amigos los tangófilos eran una fiel demostración de sabiduría, de vida-. Y Ro siguió hablando, bajito, como si sólo don José pudiera escucharla, pero estamos todas, oyendo, sin juzgar. -Amabas el tango, el fútbol, el ser nacionalista. La justicia. La misma que decidió llevarte sin dignidad, por esos putos divertículos que te provocaban incontinencia. A vós, el más higiénico, el que siempre olía bonito. Peleaste con la vejez, papi, otro enemigo que apremia y no abandona. Y fuiste el mejor opositor, el alegre pintor de barrio. Al que todos querían. Y lloraron. A Don José, que prestaba herramientas y lo olvidaba, los favores no se cuentan. Mi dulce papá, él que alguna vez también fue infiel y la que no pudo olvidarlo fui yo. Hasta que mamá me puso límite. Don José el de la canchita, que convocaba a los niños de la calle y se los llevaba a sacar hierbas para organizar torneos- -Te fuiste encogiendo, de a poco, más flaquito, mucho hueso, pura risa. - -Si me parece verte…- Lloramos mucho cada recuerdo, dolía el dolor de Ro. El no volver a ver a Josecito, así lo nombrábamos, Josecito, el sabio. Yo quiero que celebren mi muerte, y no porque me haya ido, no, sino porque la muerte debe ser un paso, atravesar una etapa. Y me gustaría que sea a partir de risas y cantos. Una celebración con los recuerdos de lo que más amaba y me gustaba, que suene la música y no las plegarias. Si quieren bailar que bailen… Patricia es una médica que formó parte de mi vida y de mi familia. El día que falleció su mamá me contó que se organizó una fiesta donde todos oyeron la música que le agradaba. Se contaron anécdotas risueñas, saboreando manjares de su preferencia, en fin…la muerte como parte de la vida. Visto así mi mirada comenzó a cambiar. Su aceptación, como un ritual feliz y no de desconsuelo y pena. Los orientales no temen a la muerte, la entienden como un simple tránsito. En cambio, el hombre moderno, el de las sociedades industriales tiene una idea lineal y evolutiva del tiempo: la muerte es el final. No queremos perder el control de nada. Nos negamos a admitir que la naturaleza está por encima de todo. Sin miedo, no cuestionemos la muerte. Celebremos la vida y la muerte, como un desafío para poder seguir del mejor modo. A ver quién se atreve a escribir un libro de autoayuda con esta propuesta. Los espero en los comentarios , como siempre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD