Killian
El joven de trece años, azuzó a su caballo para que galopara en la pradera de los terrenos de su padre en la villa ubicada en campiña inglesa. Quería disfrutar del aire libre y el sol antes de regresar a sus lecciones de sucesión.
Su padre, pasaba la mayor parte de su tiempo en Londres debido al trabajo en la cámara de los lores, por lo que sólo lo veía unos pocos días al mes. En cierto modo era cómodo para el joven ya que tenía el tiempo libre una vez que terminaban sus clases y poco a poco ganó la confianza para que los sirvientes no lo buscaran o vigilaran si se desaparecía un par de horas porque era responsable. Si cumplía con sus expectativas, nadie lo iba a molestar.
Tampoco extrañaba a su padre ya que era una figura autoritaria y fría que se había concentrado en trabajar desde que su esposa murió a poco dar a luz a su heredero y no parecía interesado en volver a casarse por lo que su estadía en la villa de campo era una oportunidad para que ambos vivieran sus vidas sin recordarse uno al otro de lo que no tenían. Una esposa y una madre.
Agradecía que le hubiese dado todas las comodidades posibles, tutores traídos de la capital quincenalmente, clases de idiomas, su caballo, clases de equitación, comida deliciosa, ropas lujosas independiente de que viviera en el campo. Su padre estaba haciendo un gran esfuerzo para convertirlo en un futuro duque de Dorset y que pudiese ser comparado con la familia real. Eran parientes lejanos con sangre real, pero no eran riesgo para la lucha por el trono. Bastaba con la lucha de los dos príncipes, William y Andrew, de treinta y veintitrés años.
Lo único que compartía con el linaje real era su cabello n***o. Sus ojos azules y piel clara eran herencia de su madre. Ni siquiera compartía el color de ojos verde de la realeza que su padre se jactaba de poseer.
Su padre siempre le recordaba que debía prepararse de la mejor manera para convertirse en el asesor del futuro rey ya que el ducado debía asumir el liderazgo entre los nobles. Siempre le respondía que si con la condición de dejarle vivir en la mansión de la campiña. No le gustaba Londres, le parecía ruidoso y sucio, aquí podía respirar aire puro, tener tiempo y sin tener que asistir a esos aburridos compromisos entre familias nobles.
Tenía un plan para evitar ir a la academia y esa era una de las razones por las que se esforzaba tanto en sus estudios y en su conducta ya que sabía que cada semana enviaban un informe sobre su comportamiento.
Killian tiró las riendas para disminuir la velocidad del caballo n***o al que le había puesto de nombre Goliat cuando vio aparecer en la loma cercana un carruaje. No había noticias de que su padre fuera a regresar antes de lo programado por lo que permaneció alerta, acercándose a la barda que limitaba las tierras con el camino.
Cuando ya lo tuvo más cerca, pudo identificar el emblema del Conde Edwards, cuya finca colindaba con la del ducado. El conde no recibía mucha gente debido a que tenía un carácter hosco y solitario. Había escuchado de los sirvientes que bebía mucho aunque no podía asegurarlo ya que no lo había visto.
Curioso, hizo avanzar al caballo cerca de la barda a una distancia del carruaje y cuando estaba seguro que iba a las tierras del conde, apresuró el paso para llegar a la separación entre las propiedades donde la mansión de conde orientaba el frontis hacia la del ducado por lo que el carruaje quedaría a una distancia suficiente para ver a las personas que llegaban.
Agradeció que la propiedad del conde no fuera tan grande como la de ellos ya que si no, no podría ver a los recién llegados en ese momento ¿Desde cuando se había vuelto tan curioso? Parecía un niño de su edad y eso le hizo reír. Si su padre lo viera, lo estaría regañando por tres horas.
Varios sirvientes salieron a recibir el carruaje, ayudando con el equipaje mientras uno de ellos se acercaba a abrir la puerta, dejando salir a una dama elegantemente vestida."Vaya. Es muy hermosa"... pensó cuando la vio avanzar con gracia y elegancia, pero se quedó helado cuando tras ella, una niña bajó del carruaje sosteniendo una muñeca en sus brazos.
Cuando ella se inclinó para saludar, su sombrero voló y su boca formó una O perfecta que llamó la atención del niño. No logró ver bien su rostro, pero la curiosidad por las nuevas visitas del Conde, fue mayor que su decoro. Es porque no hay otros niños de mi edad aquí, pensó para convencerse. Tengo que dejar de meterme en lo que no me importa...
Suspiró antes de acomodarse en la montura del caballo mirando por última vez a las mujeres que entraban a la casa del Conde...
Tenía que regresar a sus clases y no tenía que gastar su tiempo en un comportamiento tan superficial...No,no, no.
Decidido, tiró las riendas para volver a la mansión.
El era una persona seria.
Convencido por sus argumentos, el pequeño duque se encaminó a la mansión sin saber que esa no sería la última vez que se encontraría con esa niña...
Viktoria POV
Viktoria bajó del carruaje curiosa por lo que veía. Cuando estaba por saludar, su sombrero voló de su cabeza y lo vio elevarse para luego dar tumbos en el suelo alejándose de los sirvientes los que trataban de agarrarlo.
Cuando giró a su izquierda en esa dirección, en la barda de separación con la propiedad del vecino, un niño de cabello n***o la miraba con seriedad. No podía decir cuántos años tenía, pero el porte sobre el caballo y su postura le llamaron la atención.
Ojala pudiese conocerlo para no sentirse sola en este nuevo lugar...
Decidida a ser feliz como le había prometido a su nana antes de partir, Viktoria siguió a su madre dentro de la mansión, la que sería su nuevo hogar a partir de ahora...