Cada día que pasaba, Kael sentía que su alma se desgarraba un poco más. La conexión que alguna vez compartió con Sky, esa unión sagrada entre compañeros predestinados, era ahora un vínculo tortuoso que lo mantenía encadenado a un sufrimiento interminable. Desde el momento en que Sky había sido arrastrada a las sombras, Kael había soportado un dolor constante, pero nada lo preparó para la tortura que vendría después, cuando Kai comenzó a usar el cuerpo de Sky para su satisfacción personal.
Era una sensación que Kael no podía describir, un dolor asfixiante, sofocante, que lo dejaba paralizado cada vez que Kai tomaba lo que no le pertenecía. Sentía como si un puño invisible apretara su corazón, cortándole la respiración, sumergiéndolo en una agonía tan profunda que a veces pensaba que no pod
