9 meses después…
Moscú, Rusia.
Ancel.
Somos el punto de atención.
Una expresión de aversión se asoma en mi rostro cuando nos miraron con desprecio y altanería. Me hice paso entre la multitud, caminé como si no existiera nadie más que yo, mostrando superioridad y arrogancia.
Algunos me observaban con incredulidad, mientras otros con odio. Ya decía que no era necesario asistir a este evento donde no somos bienvenidos, menos cuando la mitad de todos esos hombres nos aborrecen porque en algún punto del pasado arruinamos sus planes, no intencionalmente, solo que siempre estaba por delante mis propósitos que sus absurdos planes.
No me importa ser odiado, es lo menos resaltante en mi vida, pero se siente bien para mi ego ser un hombre temido. Todos en este evento tienen algo en mi contr
