Capítulo 22. Las acciones ya están a la venta. Mientras terminaba la llamada, Salvatore sintió una punzada en su interior llena de rabia y coraje que no se desvanecía. Sabía que, para mantener su posición en el mercado y consolidar su poder, debía proteger lo que consideraba suyo, y ahora Grazzia Colombo se había convertido en algo de su propiedad, por más que quisiera odiarla, maltratarla, o detestarla, esa jovencita se había convertido en una parte de él. Y no podía permitir ninguna amenaza en su contra, mucho menos una que se atreviera a poner en juego su propia integridad o la de su esposa. Su teléfono volvió a sonar, esta vez era Piero Rubini, el empleado que estaba a cargo de las acciones, Salvatore deslizó su dedo sobre la pantalla para responder. -- ¡Dime! – exclamó, -- Señor l

