Capítulo 8. No es un juego, tío. Es mi derecho. Salvatore, consciente de la tormenta que se avecinaba, se limitó a asentir siguiendo a sus tíos hasta el salón principal, sabía perfectamente que ellos intentarían sabotear su matrimonio para mantenerse en el poder. Ellos no iban a aceptar que él, y no ellos, consiguieran mantener el control de la familia y de las empresas Colombo. Pero, a pesar de todo, Salvatore también sabía que tenía algo a su favor, las reglas de la familia Colombo. Casado, Salvatore era el heredero legítimo del imperio Colombo, y tenía derecho a exigir la totalidad de las acciones familiares. Si bien aún no sería el dueño absoluto de la compañía familiar, pues al morir sus padres y su abuelo la administración aprovechó el momento de luto para poner a la venta la mit

