Hospital privado de la Fundación Valverde | Habitación 318 04:00 La madrugada abrazaba el hospital con esa quietud cruel que solo conoce quien ha perdido el sueño por amor. En la penumbra de la habitación, Mara permanecía sentada junto a la cama de Francisco, con la espalda encorvada, el rostro escondido entre las sombras y el alma hecha pedazos. Él dormía sedado, ajeno al temblor que nacía en sus manos. —Te juro que no era el plan —murmuró ella, como si temiera despertar los fantasmas—. No era mentirte. No era quedarme callada tanto tiempo. Pero, ¿cómo se vuelve a alguien que se dejó morir con tu nombre en los labios? Sus dedos rozaron con suavidad la mano vendada de Francisco, buscando perdón donde solo halló quietud. —¿Cómo se dice "te amo" sin parecer una burla… cuando has pasado

