Hospital | Sala de descanso del personal médico 07:15 La máquina de café zumbaba en un rincón. Mara no bebía. Solo miraba cómo el vapor subía, disipándose como lo hizo su identidad, su nombre, su lugar en el mundo. La puerta se abrió sin anuncio. La abuela Valverde entró como si aquel hospital le perteneciera. —¿Temes que haya cambiado de opinión? —preguntó, dejando sobre la mesa una carpeta ya conocida. —No. Temo que no tengas límites —respondió Mara, sin girarse. —No los tengo cuando se trata de proteger lo que es mío. —Él no es una propiedad. —Tú tampoco —sentenció la anciana—. Pero eso no te impidió actuar como si lo fuera. Mara se giró entonces, la mirada clavada en los ojos de la mujer que tantas vidas había marcado desde las sombras. —¿Qué quiere ahora? —Que cumplas tu pro

