1 Llanus

4062 Words
Se supone que cocinaba huevos fritos sobre la sartén. Pero parecía estar un poco confundido con su acción. Ella entra y para su sorpresa lo encuentra, lo ve desde atrás de su prominente espalda al descubierto, suelta una corta risa y se acerca hasta la alacena para sentarse sobre el extenso mesón de mármol. —¿Qué haces Luci?—Pregunta la niña con voz burlona. Luci la ve de reojo y continúa moviendo la sartén sobre la hornilla. —Se supone que huevos fritos, pero no tengo idea de lo que estoy haciendo—Responde confundido. Aniel se ríe a carcajadas, al notar que el huevo está completo y rodando alrededor de la sartén. —¿Dónde está la sirvienta que contrate ayer? —Pregunta Llanus sentado desde del comedor. Su cabello n***o caía hasta sus hombros y los lentes con montura rectangular ocultaban la frialdad de su mirada, sus ojos azules se veían tan penetrantes como siempre, aun cuando la pequeña Aniel se encontraba presente. Lucifer se vuelve a verlo y sonríe guasón. —¡Le hice el mejor sexo oral de su vida y salió huyendo Llanus!—Grita al soltar la sartén y dirigirse caminando hasta dirigirse al comedor. —¡Hay una niña aquí carajos! —Grita Llanus al apartar la mirada de su tableta y volver a señalar a Aniel, sentada sobre el mesón de mármol—Aniel ponte los audífonos y termina de hacer el desayuno, por favor, ya que nuestro hermano depravado e inútil podría dejarnos morir de hambre si fuéramos humanos—Ordena con una voz pasiva. La niña de cabellera dorada, asiente y sonríe de medio lado, al ver a Lucifer hacer muecas exageradas frente a Llanus. —Aniel en algún momento deberá conocer eso…—Admite con obstinación—Seamos realista Llanus, algún día será una mujer—Gruñe, lleva sus manos atrás de su nuca y arquea una ceja. Lucifer se reclina en la cómoda silla y deja al descubierto su escultural cuerpo, levanta la mirada hacia su hermano quien sostiene su tableta con tensión y sonríe sardónico. Disfrutaba molestarlo y más con ostentosas declaraciones como esas, pero mejor que nadie sabía que odiaba el hecho de pensar que algún día Aniel se volviera mujer. —¡Habla ya! —Ordena Llanus al acomodarse los lentes y deslizarlos con sutileza sobre el puente de su perfilada nariz. Lucifer se remoja los labios son su lengua y le lanza una mirada lasciva, sus ojos color avellana resplandecen con la tenue luz de la mañana, acompañando así su declaración poco prudente. —Se orino después de hacerla venir Llanus, no soporto tanto placer—Gruñe al cruzarse de brazos en la silla—Fue muy placentero verla sufrir de esa manera—Responde con emoción. Lucifer se muerde un labio, mientras se sume en el recuerdo húmedo de la joven pelirroja que estaba a su servicio, antes de que ocurriera aquel incidente. —¡Esto es indignante! —Espeta Llanus al levantarse de la mesa y causar en la habitación un temblor. Sus alas se agitan con fuerza, en el mismo lugar en el que supone reposaba su cuerpo humano. Aniel se da la vuelta rápidamente, con los platos de comida servidos y bien arreglados para dirigirse hacia ellos, el vendaval sacude la cocina de tal manera, que la pobre niña termina por construir frente a ella una barrera, mientras Lucifer recibía todo el golpe aéreo contra él en el asiento. Los huevos fritos, el pan tostado y el tocino se salvaron de una caída al suelo. —Tú me indignas con tu virginidad intacta—Farfulla con ferocidad al recibir el vendaval. —¡Sabes cuánto tiempo tarde haciendo entrevistas!¡Tienes idea de cuantas personas tuve que tratar, para poder encontrar una que cumpliera con los estándares necesarios, para mantener ese departamento en perfecto estado! —Gritan con fuerza. El aura celestial que se originaba alrededor de su cuerpo empezaba a oscurecerse. —Ni idea—Increpa desinteresado—El punto es que era hermosa, no pudo resistirse a mis encantos—Explica al estirar sus manos—Mira…nuestro padre te está viendo ahora mismo y no creo que estas acciones iracundas, te dejen entrar al cielo nuevamente Llanus—Sonríe levemente y se encoje de hombros al decir una verdad. Llanus frunce los labios y respira profundo, abre la boca, luego la cierra y termina por volver se a sentar en la misma silla en la cual se encontraba leyendo anteriormente. Peina su cabello lacio hacia atrás con los dedos alargados de su manos y mira a Aniel con seriedad, ella empieza a reírse, mientras sirve los platos sobre la mesa y termina sentándose a un lado de Lucifer. Lucifer sostiene un tenedor y empieza a devorar el pan tostado con gran velocidad, observa famélico la comida que su pequeña hermana preparo y termina por descubrir que el plato posee un rostros armado con los huevos fritos y el tocino, se ruboriza de tanta ternura y termina mirándola con entusiasmo. Realmente ella brillaba más que él, en definitiva ella merece su título de ángel más que Llanus y él. Aniel balancea sus pies en la silla, mientras disgusta el desayuno que ella misma se dedicó a preparar. Llanus mira a Lucifer con frialdad sin que él se dé cuenta de tal actitud infantil. —El mejor desayuno de la vida—Admite Lucifer al sonreír ampliamente. —¿Tú crees? —Pregunta su hermana con incredulidad. —¡Pues claro!—Dicen con entusiasmo. Llanus sonríe de medio lado. Eso era lo único que lo cambiaba todo y era el hecho de que el mismo diablo no era tan malo como lo creían. Desde un principio, mucho antes de que su residencia en la tierra pareciera volverse eterna, Llanus protegía a su hermano, todo por orden de su padre, su querido padre, el mismo que lo condeno a vigilar la oscuridad y guiar a los muertos en ella, antes de que su nueva responsabilidad pasara a ser el pequeño y libertino Lucifer. —Desayunen rápido que tenemos cosas que hacer—Impera Llanus con severidad. Lucifer logra escuchar su móvil en un bolsillo de la bata, que usa dentro del amplio recinto. Llanus lo observa con una ceja arqueada, mientras Aniel le sirve café, estaba claro de que ya se les hacía tarde y Mefisto seguramente esperaba las órdenes de Lucifer. Y efectivamente en la pantalla del teléfono, se mostraba su nombre ampliamente. Luci bufa y contesta deslizando su dedo sobre la pantalla. —Mefisto—Su voz se endemonia drásticamente—¿Qué quieres?—Pregunta frustrado. Mira a Llanus con severidad y luego se toca el puente de la nariz con el dedo anular y el pulgar. En definitiva, estaba analizando una situación y seguramente esa situación, estaba relacionada con el casino. A lo largo de su vida en la tierra, tanto Llanus como Lucifer se aseguraron de tener ingresos y hacer estudios sobre los humanos, los casino infernales eran unos de esos lugares de estudio y entretenimiento, tenían una gran cantidad de ellos y Mefisto era quien los dirigía. Y mientras Lucifer hacia estragos en cualquiera de las ciudades en las que residían sus casinos, Mefisto se encargaba de llevar a cabo la dirección de cada uno de ellos, junto con Llanus. —Dice “que ya esta tarde y hay que inaugurar el casino remodelado en media hora”—Alega cortante. Chasquea la lengua y mira a Llanus. Ambos parecían entenderse sin siquiera hablar. —Ya que Lucifer no va a ir porque es un niño mimado, iré yo—Suspira algo frustrado por ser el remplazo de su hermano. —Excelente, mientras yo empezare a llamar empleadas para el hogar—Admite descaradamente mientras le daba un sorbo a la taza de café—Ya que mi intromisión oral, entre las piernas de las que se había contratado, termino en demasiado placer y vergüenza—Susurra con regocijo. Aniel suspira y termina de comer para desocupar su asiento. Se dirige con paciencia hasta el fregadero, lava los platos, mientras escucha la música que tanto logra tranquilizarla. —Eres un cáncer Lucifer—Gruñe Llanus al levantarse de la silla, acomodar su corbata con delicadeza y llamar a Aniel—Vamos Aniel, llegaras un poco tarde al ballet—Anuncia al salir de la cocina. Una vez más, después de escuchar las puertas de la salida resonando en el amplio lugar, Lucifer se encontraba solo y con el principio de algo que él consideraba libertad, pero que en realidad era el resultado de una deplorable sensación de aburrimiento. El aburrimiento, que se había incrementado con el paso de los años y la sensación de vacío, que le provocaba tal sentimiento. Se inclina hacia atrás en la silla y suelta un largo suspiro, un suspiro muy prologando, para luego limpiarse la cara con rapidez y levantarse después de recuperar un poco la compostura. —Cada vez es más aburrido vivir en este lugar…siento que me hace falta algo mas—Susurra, mientras camina por el vestíbulo, después de haber lavado los platos—Sinceramente…perdí algo que no sé cómo encontrar—Afirma al detenerse en el medio del arco de la puerta hacia la biblioteca de Llanus. «Debí ir a la inauguración del Casino Galicia» Piensa hastiado bufando. Su cuerpo emana frustración y desosiego, parecía tener algo más en mente y no era exactamente algo santo y mucho menos decente. «Sería divertido hacer una urgía en pleno día» Se propone a aplaudir. Pero es drásticamente sacado de sus pensamientos. El timbre de la gran residencia resuena con fuerza en el recinto silencioso y llega a los oídos demoniacos de Lucifer, para hacerlo estremecerse de emoción. Pasa su lengua por sus labios resecos y se dirige entusiasmado hacia la puerta, conjeturando que posiblemente es una hermosa mujer o un hermoso hombre, que justo en esa instancia será víctima de sus famélicos deseos. —Apuesto que es la pelirroja sexy, que Llanus contrato ayer—Sonríe con picardía. Porque sabía que cuando pensaba y creía algo, nunca se equivocaba. Desde que abandono el infierno, sus únicos entretenimientos en la tierra eran; actos ilícitos, lujuriosos, pecaminosos y egoístas, que tenían el objetivo de llenarlo de placer. Pero después de miles de años, ya había perdido mucho el interés en esas clases de juegos, que no le llenaban de una forma que ni él llegaba a comprender. Vacío—Un vacío tan inexplicable, como la realidad misma— Una agobiante dificultad para encontrar una pieza faltante en su extravagante existencia. Cada paso hacia la puerta lo daba tan veloz, como le era demoniacamente posible y en menos de un segundo se encontró frente a la enorme entrada, estaba ansioso por conocer la magnitud de la sorpresa con la que estaba a punto de encontrarse y finalmente al estirar su mano para vislumbrar hacia las afueras. Se topó con la hermosa pelirroja, la misma que el día anterior, había complacido con sus talentos bucales. Sonrió ampliamente y le dirigió una mirada lasciva, en cuanto noto que traía puesto el traje bajo un amplio abrigo de color cafe, que en un principio le ordeno llevar puesto, mientras trabajara para ellos. —Buen día, cherry—Su voz gruesa resonó con dulzura. La chica bajo la mirada dando una reverencia tímida, para luego ser halada por Lucifer hasta donde se encontraba parado, su percepción del día había cambiado y por lo tanto, ese día tal vez no terminaría en una urgía, sino que sería participe de un apasionado desquite s****l. Cerró la puerta tras él. Para acercarse al recibidor. Ni siquiera recordaba con certeza el nombre de la chica, por ello solo le decía amablemente “Cherry”. El diablo si era muy lujurioso, tenía poder y si era muy astuto, pero lo peor de todo, era que siempre obtenía lo que quería. —Buen día Mi señor—Canta con suavidad, al entrar en la enorme mansión. Sus ojos cafés brillaban con la tenue luz del sol de la mañana, estaba claro que su piel de porcelana le resultaba tan atractiva al príncipe de las tinieblas, que sin quererlo se liberó, no solo de sus prendas en pleno recibidor, sino que también termino por mermar de su cuerpo un miasma afrodisiaco que condeno a la misma chica. Con el abdomen marcado al descubierto, tallado por el mismísimo Dios, revelaba más allá de su cintura al arma de placer y tortura más peligrosa en su poder, en esa instancia. La joven pelirrojo embelesada se arrodilló frente a él con desesperación en la mirada, parecía estar hambrienta de la misma arma que ocultaba, Lucifer sonrió ampliamente y la observo un largo rato antes de siquiera poder soltar las ataduras de su pantalón. Ella soltó un suspiro. Él se mordió un labio y termino acercando su entre pierna hacia ella. Ella traga saliva y baja la mirada llena de aparente vergüenza, sus mejillas y orejas se tornaron de un hermoso color arrebol. —Vamos Cherry…sé que lo quieres, no tienes que hacerte la difícil. Jadea. Y sujeta con su mano derecha el mentón de la chica, termina por esclarecerse con su hermosa mirada, tan angelical, la cual cumplía muchos de sus extraños estándares relacionados con sus atracciones sexuales. —Señor Luci…—Gime. Lucifer adentra sin piedad la punta de su m*****o en la pequeña boca de la chica, suelta un quejido de placer. Había pasado toda la noche pensando en ella, necesitaba explorar su cuerpo y desentrañar esa lasciva emoción que tanto le intrigaba al observarla. Ella soltó una arcada y empezó poco a poco a soltar lágrimas de place por sus ojos, estaba claro que el miasma afrodisiaco que Lucifer liberaba causaba un descontrol en su sistema. Él respiro profundo. Sonrió y empezó poco a poco a embestir su boca al envolver en su mano la cabellera roja, el movimiento rítmico que realizaba le hacía soltar gemidos de placer, mientras que la pelirroja sostenía sus muslos con descaro. Ella parecía estar disfrutando del m*****o de Luci, tanto como él disfrutaba del roce de sus labios alrededor de su pene. Gruño. La observó directamente a los ojos y halo su cabeza hacia atrás con cuidado, sabía que si era muy brusco podría matarla, debido a su enorme fuerza sobrehumana. Trago saliva, para posicionarla de espaldas y ajustar su torso sobre la mesa, derribó con una mano los jarrones chinos y levantó su falda con brusquedad, ella soltó un grito ahogado al sentir como rompía sus bragas. El ruido característico de la ropa al romperse resonó en el recibidor. El traje que él en una ocasión le mencionó, antes de hacerla venir el día anterior, termino siendo destruido poco a poco por él . La hermosa ropa de encaje y la lencería oculta por dentro del traje de sirvienta, fue detallado con gran precisión por Luci, mientras con descaro hacia que sus manos navegaran por las curvaturas de su cuerpo. Un cosquilleo repercutió en sus piernas y conforme los dedos largos del mismo diablo se introducían entre sus enrojecidos labios, ella soltaba sobre la mesa un largo gemido de placer. Lucifer se posicionó a su espalda y empezó a mover ambos dedos rítmicamente, hasta poder ser capaz de sentir la excitación de la hermosa pelirroja en su mano. La humedad recorría sus dedos hasta su muñeca y un poco más abajo, claramente estaba lista para recibir el juguete de su apuesto amo. Lucifer se mordió el labio inferior con picardía y se irguió frente a sus muslos, rozo una y otra vez la punta de su m*****o justo en la entrada de los labios de ella, para luego adentrarse poco a poco a usurpar con su demoníaca extremidad la hendidura de la pelirroja. Primero sintió el sitio apretado y luego percibió la calidez auténtica de su interior, rápidamente empezó a embestir lentitud, lleno de excitación. Justo en ese instante se encontraba nuevamente embriagado de placer, su m*****o se deslizaba con facilidad en sus adentros y el choque entre sus pieles erradicaba en una melodía de golpeteos incesantes. Los gemidos de la pelirroja empezaban a aumentar, conforme Lucifer empezaba a apretar sus redondos e hinchados muslos, para luego deslizar sus manos hacia el brazo derecho de ella su sujetar con brusquedad su brazo izquierdo, la colocó contra la reluciente mesa de madera y continuo hasta poder desgarrar la espalda de su atraje con sus afiliados dientes. El miasma afrodisíaco que llenaba la habitación se tornaba de un color lila, conforme Lucifer saciaba su hambre de lujuria. Él lame su cuello y aparta su cabello son desesperación, el sudor de su cuerpo humano empieza a llenar la piel tersa del diablo y este se embelesa de placer la sujetar a la chica y colocarla de frente a él. Para ese momento sería una total tortura, para ella no poseer en sus adentros, el mismo m*****o que tanto había deseado desde que lo miro por primera vez. Grito. —Cherry que mojada estas—Susurra al sujetarla por las caderas. Ella rodea su cuello con sus brazos, mientras se encuentra sentada sobre la misma mesa, llenándola de su amor líquido. —Señor...usted me pone así—Alega al suspirar. Su hermoso rostro se encontraba colorado y su cabello estaba despeinado, el rojo le sentaba bien a su piel pálida y provocaba más curiosidad carnal en Lucifer. —Me alegra escuchar eso. De tu hermosa boca Cherry—Susurra con dulzura al penetrarla nuevamente de una estocada. Se acerca a besarla y cargarla entre sus fuertes brazos, demostrando que una humana ingenua como ella pesaba lo mismo que una hormiga para él. Su cuerpo empezaba arder, a tal grado de ser capaz de carbonizar el mismo traje que él había pedido. Nunca le importó la ropa en primer lugar, solo deseaba contemplar adecuadamente su cuerpo y perturbar su pureza humana con su demoníacas acciones. Tenía que asegurarse de no matar a la hermosa humana sin querer antes de poder llegar al clímax. Jadeo. El cosquilleo que sentía al embestirla sin parar se volvía cada vez más complaciente, conforme podía sentir la calidez de su cuerpo mortal contra el suyo. Beso con calma sus hermosos labios rosado y se detuvo a tocar sus pechos, el pezón endurecido poseía un hermoso color rosa y los mismos cabían con perfección en una de sus manos, tocar su sensible piel le provocaba gritos ahogados, mientras masajear con lentitud su hermoso seno le provocaba a Lucifer emoción. «Necesito su alma» Piensa con malicia. Se estremece y gira un poco su cabeza hacia los lados, la hace un poco hacia atrás y pega su frente con la de ella, termina viéndola con dulzura a los ojos café, estaba sudada y parecía algo somnolienta, puesto que en ese mismo momento él estaba succionando toda fuerza vital que estuviera emanando de su ser. Debía dejar de tener ese pensamiento para poder liberarla, su pensamiento era tan poderoso como el miasma que emanaba su escultural cuerpo. «No te vayas a desmayar Cherry...» Pensó al observarla. Ella se mordió un labio y jadeo, termino por bajar su mano hasta el abdomen de Lucifer. —No te detengas—Susurra. Él sonríe levemente y continúa embistiéndola. Sujeta sus posaderas y las aprieta con fuerza, ella se hace hacia atrás y termina colocando su cabeza sobre la mesa con la espalda curvada, Luci se dirige hacia sus redondeados pechos y empieza poco a poco a succionar su pezón derecho. Traga saliva al sentir que su mojada hendidura empieza a apretar con más fuerza. Las piernas de la pelirroja rodean sus caderas, encerrando su m*****o en una apretada prisión. Lucifer suelta los pechos de la chica y se posiciona sobre ella para continuar embistiéndola. Jadea al sentir los dientes de la pelirroja sobre su hombro izquierdo y termina por sujetar su cabello y cadera para poder embestirla con más fuerza. Realmente disfrutaba del dolor, le encantaba sentir dientes apretando y rompiendo su carne. Gruñe, al observar con descaro a la hermosa pelirroja venirse y peinarse nuevamente, mucho antes de que él mismo pudiera ser capaz de venirse. Saca su lengua y respira profundo al oírla chillar de pena. El líquido caliente recorrió la mesa, para empezar a caer sobre la alfombra. Suspiro. Se hizo un poco hacia atrás mientras ella vaciaba su vejiga e inspeccionó su m*****o. «Ahora si me parece que tiene problemas con su vejiga» Frunce los labios y la observa con preocupación. La pelirroja lleva algunas lágrimas en los ojos y eso lo deja helado, estaba acostumbrado a ese tipo de actitudes y sobre todo cuando las cargaba de emociones como esas. No quería involucrarse con las humanas, pero el sexo para muchas mujeres les provocaba enamorarse de él. Lo sabía por la forma en la que lo miraba. —Lo siento—Susurra con vergüenza. Lucifer podía sentir la humedad en sus pies y entre sus piernas, pero no le prestó atención, se dirigió a sujetar sus mejillas y empezar a besarla nuevamente. —Yo aún no he acabado—Alega con picardía y vuelve a introducir su m*****o en su hendidura. Ella lo miró con ternura y él continuó embistiéndola, hasta por fin llegar a venirse dentro de ella. Gruño. La levantó y se dirigió con ella en brazos hasta el baño. —Señor yo enserio lo siento...de inmediato voy a limpiar—Su voz temblequea. Lucifer la mira mientras la deja en la tina. —Primero aséate, después veremos qué hacer con el pequeño accidente—Alega frío. Ella asiente. Él estaba irritado, ya había obtenido lo que quería de ella, así que ya no la necesitaba. Cerró la puerta del baño en el pasillo tras él y camino desnudo hasta el baño de su habitación, entro a la ducha y empezó poco a poco a pensar nuevamente en lo aburrida que era su vida. Salió y encendió el televisor. La chica aún continuaba en el baño, era de esperarse, estaba completamente avergonzada, pero a lucifer eso no le importaba. Cerró los ojos, sentado en la cama, con la parte de abajo cubierta por una toalla y pudo escuchar el anuncio con la voz de un hombre en las noticias. —Luego de la reunión para la remodelación del casino Monte Carlos , se descubre el cuerpo de un guardia sobre una mesa de apuestas privadas, el hombre cuyo nombre es Cristian Herrera termina por ser examinado en la morgue de Mónaco, el director Llanus Grenoble habla abiertamente sobre el tema luego de que la misma policía se presentará en el lugar, por los momentos la inauguración será pospuesta debido a este inexplicable acontecimiento, debido a que es la primera vez en muchos años que se presentan en Mónaco actos criminales... Esperamos el reporte policiaco sube el suceso. Lucifer contiene la respiración. Uno de sus demonios había sido asesinado, en el mismo lugar en el que se supone estaría su refugio. Llanus aún no había vuelto a la mansión y la pelirroja ya se encontraba tocando la puerta de su habitación. Respiro profundo. —Pasa Cherry—Impera. —Mi señor ya realice la limpieza...—Lleva puesta la chaqueta amplia con la cual ocultaba el traje que Lucifer carbonizo. Frunce los labios y se levanta de la amplia cama para poder acercarse a la chica. —Gracias Cherry... Muy rico y todo pero debes olvidar todo lo que paso—Admite con indiferencia la observarla directamente a los ojos. Ella frunce el ceño y se llena de horror su mirada. Los ojos de lucifer brillan de un color ámbar y luego de eso, la chica se queda petrificada. —Busca un buen trabajo y olvídame—Ordena al sujetar su cuello. Ella asiente con la mirada perdida. —Vete de aquí—Insta con dulzura la besarla. Siempre se despedía así tanto de las chicas como de los chicos con los que estaba sexualmente, era raro cuando los usaba más de dos veces, pero siempre borraba sus memorias. «Los humanos son tan fáciles de manipular» logra pensar al escuchar la puerta del recibidor cerrarse con fuerza. —Bueno ya me liberé...—Susurra y se gira a ver el televisor plano—Pero ahora tengo un asunto más fastidioso que resolver—Gruñe.
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