Capítulo 4

1294 Words
La situación en este momento es un poco tensa. —Carla por el amor de Dios, baja ese cuchillo y hablemos tranquilamente —digo levantando las manos — ¡No la escuches Carly, bien arriba el filo! —demanda Olivia—. ¡Ahora confiesa, Donavan! Abro los ojos, desesperada. — ¿Qué quieres que confiese? ¡No hay mucho que decir!  Olivia refunfuña por lo bajo. — ¡Ya dilo! —grita Carly demasiado cerca de mi rostro. — Esto puede durar toda el día, tu eliges si terminarlo tarde —dice Olivia, presionando la espátula en mi cuello del lado contrario de Carly—. O temprano. Ruedo los ojos, fastidiada. —Esto es ridículo —digo quitando sus brazos lejos de mi cuerpo—. Solo fue un insulso beso. Olivia ahoga un grito, claramente indignada. —No fue sólo un beso, fue el beso —hace hincapié en lo último—. Creeme que Luke no va tras una chica. Nunca ha buscado a las chicas, las chicas lo buscan a él. O al menos eso es lo que se conoce —reflexiona Carly, tomando asiento en el taburete de la isla de la cocina. Me imito su acción. —¿Y ustedes por qué me exigen que cuente todo si los vi coqueteando con los dobles de Garrix? —las acuso a ambas.  Olivia hace una mueca de asco, mientras que Carly baja la mirada. —Yo no hice nada indebido, únicamente bailé con este chico. ¿Cómo se llamaba? —cuestiona desinteresadamente, Olivia.  Claro que no está desinteresada pero no voy a añadir nada, por el momento. — ¿Nick? —pregunto, levantando una ceja. — Ese. Nick. Es atractivo pero no, ni siquiera para un juego —dice Olive mirando sus uñas. Ja, ¿realmente cree que voy a caer en eso? — ¡Oh vamos! No le sacabas los ojos de encima —acusa Carly, asiento dándole la razón. Olivia suelta una risita burlona antes de responder. —¿Y tu, Carla? ¿Qué me dices de Loooogan? —se burla Olivia, desviando rápidamente la atención. Carla se pone colorada al instante, lo que provoca mi sonrisa. —No voy a hablar porque no hay nada de que hablar —dice entrecerrando los ojos. Respiro hondo. —De acuerdo, esto es ridículo —digo levantando las manos, en señal de rendición—. ¿Qué esperamos de ellos? ¿Un revolcón, una aventura de unas semanas? Las tres parecemos pensarlo seriamente por varios segundos. —Aventura traviesa —decimos al unísono.  Reímos nuevamente al unísono.  Decidimos subir a mi habitación. —Oye, ¿y tu padre? No he visto su auto afuera —cuestiona Carly.  Me encojo de hombros. Probablemente esté trabajando como siempre, por lo que llegará sumamente tarde. —No lo sé —me acomo en la cama para estar frente a ellas para darles la gran noticia—. Esta mañana tuve una seria y extensa charla con él y creo que llegamos a un acuerdo. Hago una pausa, dramática. — ¿Y? —insisten al mismo tiempo. — Creo que al fin va a dejarme correr, en las grandes ligas —exclamo emocionada. La primera en soltar un grito es Carly. — ¿Hablas en serio? —chilla Olivia.  Sonrío enormemente.  Al fin las cosas comienzan a salir bien, por fin el mundo parece conspirar a mi favor.  (...) —No estuvo mal, nada mal, pero debes cuidar de las ruedas — explica mi padre. Frunzo el ceño, confundida. — ¿De qué hablas? ¿No están bien? —cuestiono bajando del auto para ver los neumáticos. Él suspira, secandose las gotas de sudor de su frente. —Nos dejarás en banca rota, Mía —dice riendo. Sonrío divertida y apenada al mismo tiempo. —Entonces trabajaré y sacaré adelante nuestro negocio papá —murmuro. Él gira a verme y me sonríe con ternura.  —No dudo que puedas hacerlo, mi niña —me abraza levemente—. ¿Qué dices si almorzamos en la cafetería? Asiento con una emoción digna de niña pequeña. Tener estos momentos con papá son excepcionales.  —Nada mejor —canturreo quitándome el equipo de carrera.  Me observo levemente el short blanco por si hay alguna mancha de aceite, veo una pequeña que me dedico a ocultarla con mi camisa a cuadros atada a la cintura. Me pongo mis lentes de sol favoritos y camino junto a mi padre. Al llegar, pedimos nuestra pizza favorita, refrescos y también el control remoto para poder ver las carreras. Es casi como si estuviéramos en casa, por eso es nuestra cafetería favorita. —Lamento interrumpir su almuerzo, ¿es usted Ryan Donavan? ¿El ex campeón de las Series Nascar? —pregunta un hombre junto a nuestra mesa.  Mi padre limpia su boca rápidamente y gira a verlo. Ambos parecen tener la misma edad.  Papá asiente en respuesta y extiende su mano. —Ryan Donavan. En placer, señor —dice mi padre con una sonrisa, la misma sonrisa que tengo yo—. Ella es mi hermosa hija, Mía.  Simplemente sonrío en respuesta. —El placer es mío. Me llamo Kyle Jones. Papá asiente. — ¿En que puedo ayudarlo, Kyle? El hombre carraspea. —Quería saber si cabría alguna posibilidad de entrenar a mi hijo.  Miro a mi padre fugazmente. Es una oportunidad única como amante de las carreras y corredor retirado precisamente es lo mejor que le podría pasar. Ya es hora de dejar el trabajo de oficina. —Toma asiento, Kyle. El hombre obedece y se sienta junto a mi lado.  —Recientemente el entrenador de mi hijo ha tomado una ruta distinta para su carrera y estoy seguro que sabe lo que un buen entrenador puede provocar en los sponsors —explica.  Mi padre asiente, sopesando la oferta.  Di que sí, papá.  —Adoramos el mundo de la carrera. Él está 100% comprometido, y sería un gran honor para mi familia que sea usted quien lo siga guiando en el mundo. Mi padre me observa como esperando una respuesta de mi parte. Le lanzo una media sonrisa en señal de apoyo que él capta a la perfección.  Él asiente seriamente. —El próximo fin de semana a las 8 am en el hipódromo. Preséntense el lunes en mi oficina —le entrega su tarjeta de presentación—. Mi abogado estará presente para ayudarlos a rellenar papeles y firmar seguros. Kyle asiente seriamente y se incorpora.  — Se lo agradezco mucho, señor Donavan. — Tengo el equipo perfecto para su hijo —dice mirándome. El hombre se va, no sin antes volver a agradecer. Suelto un chillido emocionado que contagia a mi padre. Está feliz, no tiene porque ocultarlo. —Dime cual es tu plan —digo yendo al punto. Piensa su respuesta mucho tiempo más de lo usual. —Que tu lo entrenes.  Me sorprendo al instante. Realmente no lo esperaba. —El equipo va a ser fácil encontrarlo. Tomará algo de tiempo y contactos encontrar buenos sponsors. Yo continúo con el trabajo de escritorio y tú te manchas un poco esos tacones. ¿Qué dices, princesa? ¿Te sientes lista? —cesutiona con una sonrisa. — ¿Realmente crees que estoy preparada? Me lanza una sonrisa que rebalsa de ternura. — Naciste lista, cariño. Este es tu mundo.  Se recuesta sobre su asiento y toma un sorbo de su refresco.  — Además, no voy a dejarte sola en el proceso —intenta tranquilizarme.  Con la mirada perdida, sumida totalmente en mis miedos y pensamientos, respondo: — La pagarás muy caro, papá. Él suelta una carcajada ___________________________________________ Hola a todos He aquí un nuevo capítulo  No olviden seguirme en **: @loslibrosdemica Saluditos
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