Capitulo 4

1772 Words
Tuve una clase de vuelo a primera hora de la tarde y estudié varios tipos de espacio aéreo antes y después. Mi instructor se llamaba Ken y, como había sido m*****o de la Fuerza Aérea, sabía mucho de lo que hacía. Llamé a la puerta de Sarah en punto a las siete. Vestía ropa informal: vaqueros, una camisa elegante y mocasines sin calcetines. Me abrió enseguida, con una sonrisa de oreja a oreja. —Mi casa es tu casa— dijo, y me indicó que entrara. Sarah llevaba una minifalda gris y una blusa amarilla de seda con lunares que dejaba ver un escote pronunciado. También llevaba tacones de aguja. No me imaginaba andar con ellos, pero le sentaban de maravilla a sus piernas desnudas. Llevaba maquillaje, cuidadosamente arreglado y sin exagerar. Estaba guapísima y radiante. Tenía esa mirada de asombro, incluso más de lo habitual. Me preguntaba si, al arreglarse, parecía vulgar o guarrilla, pero para nada. La decoración que había hecho en el apartamento era principalmente en blanco y n***o con toques de rojo, azul y cromo. Había comentado una semana antes que había comprado obras de arte para sus paredes desnudas. Era moderno y me encantó. Se lo dije. Estaba orgullosa de haber pintado también algunas de sus paredes. Fuimos a sentarnos en su nuevo sofá blanco. En la mesa de centro de cristal y cromo que teníamos delante había una botella de Chardonnay, dos copas y un abridor de vinos. Entiendo la indirecta, sobre todo porque todo el vino que solía beber tenía tapón de rosca o venía en lata. Hablamos de su decoración y llevamos nuestras copas mientras yo hacía un recorrido por el resto de su apartamento. En cierto modo, era un reflejo del mío. Todo estaba impecable, salvo una habitación de invitados que ella llamaba su cuarto de trastos y proyectos. Salimos a su balcón y miramos hacia el centro de la ciudad. Un hermoso atardecer se extendía ante nosotros. Abajo, los coches empezaban a tener dificultades para encontrar aparcamiento para salir por la noche. Un teatro cercano también estaba a punto de abrir, así que la gente se apresuraba para llegar a tiempo. —¿Has estado en el teatro?—pregunté. Sarah negó con la cabeza. —No, salvo como invitada. Las entradas eran demasiado caras y estaba ahorrando. Fui a algunos espectáculos en Las Vegas en mis citas con acompañantes, y solían ser cantantes famosas: Céline Dion, Kylie Minogue, Miranda Lambert y Shania Twain, por mencionar algunas. Ah, sí, también había un buen mago. Lo que vi lo pagó otra persona." —¡Vaya! Has visto mucho. —Nunca una producción teatral. Me encantaría ver algo como El Fantasma o Los Miserables algún día. —Vienen aquí. A ver si consigo entradas. Espero recibir un mensaje esta semana al respecto. —¿Corremos mañana? —Las ocho de la mañana—, sonreí. Sarah y yo terminamos nuestras copas. Tapé el vino con el corcho y lo guardé en su refrigerador. A juzgar por el contenido, comía sano. —¿Estarás bien caminando tanto con eso?—Señalé sus tacones altos. Ella rió: —Sí, claro. He recorrido kilómetros y kilómetros con zapatos como estos. Sé que son sexys y que transmiten confianza en el cuerpo. Era parte de la vestimenta habitual para alguien como yo en el sector. Había semanas, quizá meses, en que solo usaba esto, o iba descalza. Era parte de mi publicidad, mi marca y mi imagen". —Creo que lo entiendo—, dije. Sarah consiguió un chal y salimos del edificio. Nos cruzamos con otras dos parejas que reconocí de la reunión. Ambas sonrieron y nos saludaron mientras salíamos. Les devolvimos el saludo. La cena estuvo bien, pero el restaurante no tenía mucho ambiente, pero la comida era buena. Le prometí llevarla pronto a otro sitio con más ambiente. Sarah me contó nerviosa que tenía una entrevista de trabajo programada para el martes con una agencia de empleo temporal. —Nunca se me habría ocurrido buscar trabajo así si no me lo hubieras sugerido. Leyeron mi correo electrónico y mi currículum, y luego me llamaron". —Lamento que CSS no tuviera vacantes en su área de administración. Se nota que dejarías a todos boquiabiertos. Tienes muchísimas ganas de empezar. —Sí, necesito liquidez. He estado agotando mi colchón presupuestado antes de tener trabajo y eso tiene que parar; si no, tendré que vender algunas de mis inversiones para vivir, y no quiero hacerlo. Algunas tienen ganancias de capital considerables. —¡Vaya! ¿En qué inviertes? ¿Qué tal te va? Sarah dijo con naturalidad: —Uno de los chicos que quería que fuera su Sugar Babe era mayor, rico como el demonio y dirigía un fondo de cobertura. ¡Caramba!, yo era adolescente cuando lo conocí. Salimos intermitentemente durante más de cinco años, y durante ese tiempo, le saqué todo el jugo posible sobre inversiones. Fue un gran tutor y me cuidó durante un par de años más, aunque entonces solo éramos amigos. También me ayudó a poner las cosas en orden después de la muerte de Ruby. Esa conversación desencadenó una larga discusión sobre acciones, bonos, EFT y más. Sarah me explicó su "Triángulo de Riesgo". Me dejó boquiabierto cuando me contó que una inversión de $10,000 que hizo en Bitcoin, cuando nadie sabía de su existencia, se había disparado a un millón de dólares antes de que ella la desperdiciara. —¡Eres millonario!— exclamé. —Supongo que se podría decir eso, pero si dependiera solo de ese dinero, estaría arruinado en pocos años. Tengo inversiones más estables que pagan dividendos, y también una escala de bonos. Hugh, mi amigo, me introdujo en Apple cuando nos conocimos, y luego en Monster Beverage y NVIDIA casi antes de que supieran lo que era un chip. Invertí todo mi dinero en ellos. A todos les ha ido muy bien; a él también. Me recosté y le dije: —¿Puedo darte todo mi dinero y ver qué puedes hacer con él?" —¿Tienes dinero?—preguntó Sarah. —La verdad es que no. Estoy patas arriba. Tengo 40.000 dólares en préstamos estudiantiles, además de lo que me queda de la hipoteca del coche. Sé que eso es malo. Ah, y está la hipoteca del piso por los próximos veinticinco años. Además, solo tengo una cuenta corriente con un par de miles. Sarah sonrió: —Veré qué puedo hacer por ti. Echa un poco cuando estés listo». Ambos nos reímos. No creía que pudiera salir adelante en dos décadas. Después de cenar, caminamos despacio por la zona comercial del centro, tomados de la mano, mirando escaparates. Nos miraban mucho, aunque solo fuera porque Sarah parecía la mujer más guapa del estado. Pensé que tenía un aspecto normal, pero como le había dicho, ni siquiera estaba a la altura. Nuestro paseo por la bahía resultó ser una gran sorpresa para mí. Cuando estábamos cerca del puerto deportivo, Sarah nos detuvo, se giró hacia mí y me dio un beso que hizo hervir toda el agua de la bahía de tanto calor. Me quedé realmente atónito y me quedé allí en estado de shock. La mujer más hermosa y atractiva del mundo me había besado... románticamente. Y me gustó mucho. Me quedé paralizado, mirándola a la luz de una farola cercana. Dije una sola palabra: "¡Guau!". Sarah sonrió y me puso el brazo sobre su hombro, me tomó de la mano y caminamos un poco más. A menudo apoyaba la cabeza en mi hombro o pecho. Íbamos muy despacio. Los muchos otros que caminaban por nuestra ruta iban al menos el doble de rápido. Creo que ninguno de los dos quería que esos momentos terminaran. Demasiado pronto, llegamos a nuestro edificio. Subimos en el ascensor con el brazo todavía alrededor de Sarah. Llegamos a su puerta y me quedé paralizado otra vez. Quería besarla otra vez, pero... En cambio, acerqué a Sarah. La besé en la frente, en cada sien y luego en los labios. Era tan jugosa y tierna. La oí ronronear. Me interrumpí y dije: —Nos vemos mañana a las ocho—. Teníamos una carrera matutina en el calendario. Un poco asustada, me di la vuelta y salí corriendo hacia la puerta de mi apartamento. La mañana siguiente era domingo. Llamé a la puerta de Sarah y segundos después abrió. —Estoy lista. ¡Vamos!—. Parecía muy seria. Nos detuvimos en el césped bien cuidado del condominio y nos estiramos durante cinco minutos, antes de empezar a trotar hacia la bahía y el puente que lleva a las islas barrera. Estuvimos casi en silencio. Sarah me agradeció la cena y el paseo de la noche anterior, pero entonces vi una mirada diabólica en su rostro. Se giró hacia mí justo después de empezar a correr y bromeó: —Entonces, después de separarnos anoche, ¿viste uno de mis videos y te masturbaste?". Creo que caminamos unos cien metros antes de que se me ocurriera una respuesta adecuada a su atrevida pregunta. A decir verdad, me avergonzó que lo hubiera adivinado con precisión. Dije: —Sí. ¿Hablé demasiado alto...? Ah, ¿y qué hiciste?—. Intenté reírme para que dudara de mi veracidad. Seguimos trotando hacia la entrada del puente. Sarah finalmente dijo: —Más o menos lo mismo, solo que no pude encontrar ningún video de Doug Mallus en internet, así que tuve que conformarme con Bob". Unos pasos más adelante: —¿Bob? —Novio a pilas. BOB —Oh. Más adelante, —Sarah, estás fuera de mi liga. Yo estoy en las Pequeñas Ligas y tú estás en las mayores". —Bueno, aquí vamos de nuevo. Pienso más o menos lo mismo de ti—, dijo Sarah con tono firme. —Mírate, DOCTOR Mallus. Eres inteligente, brillante incluso, tienes un trabajo estupendo manteniendo a raya a las fuerzas del mal, ganas un dineral, tienes ambición y quieres tu propia compañía, y eres el hombre más amable que he conocido. Todos los hombres de mi entorno eran unos auténticos imbéciles de alguna manera... ¡TODOS! Todos querían acostarse conmigo, pero tú no me transmites esa vibra. Estoy orgullosa de que seas mi mejor amigo". Su última declaración me sorprendió. Habíamos sido bastante sinceras durante las pocas semanas que nos conocimos, pero pensé que el listón sería más alto para ser una "mejor" amiga. Entonces, me di cuenta de que quizá yo fuera su ÚNICA amiga en la ciudad. Nunca había mencionado a ninguna otra persona con la que interactuara que no fuera por negocios.
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