Capitulo 6

2211 Words
Después de cenar, caminamos hasta la heladería del centro y compramos conos. Nos sentamos a observar a la gente, y nos vieron lamer los conos. Durante el paseo, hice todo lo posible para animar a Sarah para la entrevista de trabajo del martes. Pensé que la había llevado a un buen lugar. Le hice más preguntas y más sencillas para darle confianza al responder. Nos dimos un beso de buenas noches en su puerta y luego regresé a mi apartamento de al lado. El lunes tuve tiempo de escribirle un correo electrónico de "¡Ra, Ra!" a Sarah en el trabajo para animarla. Lo retrasé hasta las cinco. Pensé que lo necesitaría. Vi a Sarah el martes por la mañana para una de nuestras carreras más cortas: ocho kilómetros. Estaba nerviosa, ansiosa y no había dormido mucho. La elogié y la felicité por quién había sido, era y se estaba convirtiendo mientras corríamos. Creo que ayudó. Su entrevista fue justo después de comer. También dio muy buenas respuestas para cubrir la época de su carrera porno sin revelar demasiado. La invité a cenar conmigo esa noche y luego la despedí con un fuerte abrazo que le dije que recordara durante el interrogatorio. También le escribí un mensaje a la hora del almuerzo; y luego pensé en ella desde la una hasta la tarde. No sabía cuánto tiempo ni con cuánta gente iba a hablar. Además, podría haber sido una comprobación superficial de que era una persona real o un interrogatorio exhaustivo antes de asignarla a algún puesto. A las cuatro, recibí un mensaje de respuesta: un emoji de pulgar hacia arriba. Sonreí y la alegré un poco por dentro. Supongo que, de alguna manera, había pasado la prueba. Compré flores de camino a casa y llamé a la puerta de Sarah. —"¡Entrega, señora!",— dije desde el otro lado de la puerta. "—Oh, Doug. Eres tan... oh, Omnisciente, Omnisciente, Grande y Discreto Amo del Universo, Doctor Douglas Anthony Mallus, eres el... hombre más grande del mundo y de mi vida." Los brazos de Sarah me rodearon y sus labios se posaron sobre los míos mientras se arrojaba a mis brazos y me atraía hacia su cuerpo ardiente. Entonces empezó a chillar en medio del beso. Nos separamos y le dije: —"Dime. Dime". No solo tuve excelentes entrevistas para la agencia de empleo temporal, sino que también conseguí mi primer trabajo con Jaycor, el constructor de barcos cerca del aeropuerto. Voy mañana. Hicimos una videollamada con su director financiero y es muy amable. Empiezo a las ocho de la mañana. Giré a Sarah mientras la abrazaba. —"¡Lo lograste! ¡Qué maravilla! Sabía que lo harías. ¿Hubo alguna fricción?" —No, y sí que me preguntaron sobre mi época de 'trabajos esporádicos' en mi currículum. Supongo que omití que soy una maldita reina del porno. —Se rió y yo me reí. /////// —"Bien"—, dije,— "ahora el segundo paso"—. Sarah acababa de pasar su entrevista en la agencia de empleo temporal y había conseguido su primer trabajo. —¿Paso dos?—, preguntó Sarah. —¿Qué quieres decir? Conseguí trabajo. —Sí. El segundo paso es que la gente con la que trabajas te descubra—. Rodeé la palabra con comillas. —Oh, querido. ¿Crees que lo haré? —Sí. Dijiste que algunos de nuestros vecinos ya lo saben, y además, en internet, no eres precisamente el secreto mejor guardado del mundo. Todos los hombres se masturban. Muchos usan pornografía en internet hasta cierto punto. Tarde o temprano, alguien se dará cuenta de que la chica guapa de contabilidad es Candy Sweet. —¿Qué tengo que hacer?" Me puse un dedo en la mejilla. —¡Ay, Dios mío! Me descubriste. ¿Puedes guardar el secreto?" Negué con la cabeza. —"No, eso no funcionará. Quiere contarle a todo el mundo su descubrimiento y que la chica guapa de contabilidad es una estrella porno. —"¿Qué tal, 'Oh, alguien más fue descubierto por doubleganger'? O mejor aún, 'Ah, sí, lo hice un tiempo antes. No es para tanto—. Usé un tono despectivo. "—¿Quieres decir admitirlo?"— dijo Sarah. —Admitirlo tiene una ventaja. Nadie puede chantajearte ni pensar que tiene ventaja para obligarte a hacer algo que no quieres. Tú tienes el control. Si amenazan con hacer algo basándose en lo que descubrieron, tienes la posibilidad de demandarlos hasta el cansancio, y deberían saberlo. Solo recuerda: tú tienes el control de tu vida. Sarah me abrazó de nuevo. Dijo: «—Tu idea de usar a Hugh Rothman como referencia fue el punto de inflexión del día. En mi primera entrevista, hablamos de mi experiencia con él —no del sexo, claro está— durante unos diez minutos. Le expliqué sus tutorías y su estrategia de inversión. No es ningún secreto. Hay un libro sobre él, pero lo habría mantenido todo oculto de no ser por ti». —"Son los pequeños detalles los que cuentan. ¿Puedo invitar a una chica guapa a cenar para celebrar?" Fuimos a cenar a Patrick's en Main Street. Sarah estuvo muy conversadora sobre la entrevista y luego ansiosa por cómo sería el resto de la semana en Jaycor. Le di algunos consejos y sugerencias para empezar a trabajar. Caminamos a casa. Todavía era temprano, así que invité a Sarah a mi apartamento a tomar un licor. Le gustó la idea. Por fin pude mostrarle algunas de mis decoraciones y obras de arte, aunque no estaban a la altura de las suyas. Saqué mi colección de botellas de licor y Sarah eligió un Grand Marnier. Estábamos sentadas juntas en el sofá. Le serví una copa de media copa, pero luego le di un sorbo mientras ella me observaba. Me giré hacia ella y la besé, metiendo mi lengua en su boca. Cuando abrió la boca, le di un chorro de licor con intenso sabor a naranja. Sarah gimió y profundizó nuestro beso. También se acercó más a mí, si eso era posible. Al separarnos, Sarah me miró y se acurrucó en mi regazo. Dijo: "—Vuelve a darme ese beso líquido, por favor". Lo hice, esta vez con una dosis un poco mayor de licor y mucha más lengua. Nuestras lenguas bailaron un rato antes de separarnos. Sarah regresó enseguida para más besos. También tomó una de mis manos y la colocó sobre uno de sus pechos, por encima de su blusa de cuello redondo. Media docena de besos después, dijo: «—Esto es insuficiente. Quiero que me sientas, que me sientas de verdad. Yo también quiero sentirte. Besas mejor que nadie que haya conocido. Quiero mucho más. Y esos besos líquidos me excitaron muchísimo». Mi polo desapareció en un instante, y luego su top y su sostén. Nos frotamos y entonces ella me acercó la cabeza y metió uno de sus generosos pechos en la boca. Ya sabía que Candy Sweet tenía areolas grandes con pezones robustos en el centro. Los había visto todas las noches desde que supe que mi vecina era estrella porno. Esa noche, sin embargo, los estaba viendo en persona, no en internet. Eran magníficos, mucho mejores que en los videos. Le froté a Sarah todo el torso, y ella se apretó contra mí y me hizo saber que estaba contenta con todo lo que estaba pasando, y especialmente contenta conmigo y con nuestro contacto físico. Me hizo chuparle cada pezón, y entonces tuvo una idea. Trabajaba en un club de striptease. Hacíamos bailes eróticos. Déjame mostrarte cómo se los hacía a mis clientes más especiales: los que daban grandes propinas. Sarah se paró frente a mí con su falda plisada y sus tacones de aguja. Empezó a mecerse al ritmo de una melodía que solo ella podía oír. Sus pechos se mecían al ritmo del resto de su cuerpo. Lentamente, se bajó la cremallera de la falda y luego se la quitó, dejándola en un charco sobre mi suelo de mármol. Sarah se quedó con sus zapatos CFM y sus braguitas blancas de encaje. Mi corazón latía más rápido y tenía la boca completamente seca. Esta era realmente la mujer más hermosa del mundo. Dios, su cuerpo era perfecto. Se balanceó y bailó un poco más, haciendo movimientos sensuales, y luego se quitó la ropa interior con un movimiento sensual y la depositó en mi regazo, encima de la erección que amenazaba con destrozarme los pantalones. Por supuesto, los recogí y al instante percibí su aroma femenino en su entrepierna. Era como el mejor perfume del mundo. Le dije: «Hueles delicioso». "—Baile erótico". Sarah se recostó en mi regazo mientras su cómodo trasero de corredora se balanceaba a centímetros de mi cara. Extendí la mano y le acaricié parte de una nalga y las caderas. Nunca sabré de dónde saqué el valor para tocarla. —Sin manos, amigo. El portero se llama Moose y te echará de aquí enseguida si ve eso. Me reí, y Sarah se acarició el cuerpo por encima de mis pantalones. Estaba excitadísima. Pude ver sus labios cuando se giró hacia mí, y estaban húmedos de excitación, pasión y anticipación. Mis pantalones se mojaron con algunas de sus secreciones, pero a ninguna nos importó. Ignoré la amenaza de un portero inexistente que nos interrumpiera y usé una mano para rodear y acariciar un pecho completo, y con la otra, acariciar su espalda, cadera y trasero. Sarah giró un poco en mi regazo y me besó: «Oh, Doug, te deseo. Quiero que me desees». Milagrosamente, perdí la ropa, y Sarah, la estrella porno de al lado, empezó a hacerme una mamada. He tenido muy pocas, pero sabía que esta era una de las mejores del mundo. Recordé haberla visto haciendo una mamada a un yo-yo incluso la noche anterior en un video de Candy. ¡Dios mío, qué suerte tenía! Sarah dijo que estaba listo. Se puso de pie, se contoneó frente a mí con las manos en la nuca y luego me montó en mi sofá, usando una mano para dirigir la erección más dura que jamás he tenido a lo largo de su húmeda raja hasta su resbaladizo interior. Deslizó lentamente su cuerpo por mi m*****o hinchado, disfrutando cada milímetro. Me preocupaba que la corriera en un milisegundo más. Dijo: «—Estoy a salvo, limpia y tomo anticonceptivos. Puedes tener sexo oral cuando quieras, y quiero que lo hagas conmigo a menudo, repetidamente y con frecuencia de ahora en adelante».— Se agachó y me besó como si el mundo fuera a acabarse. Seguimos besándonos y follando desde ese momento. Nunca sabré cómo aguanté cuatro cambios de postura. Pasamos cinco o diez minutos en cada uno, y nos pusimos cada vez más apasionados y cariñosos. Nuestros besos eran electrizantes. Por lo que pude ver, ya que no era un experto, Sarah se había corrido dos veces antes de que supiera que no podía aguantar más. Le advertí y me corrí profundamente dentro de ella. Estábamos en la postura del misionero, con sus piernas y brazos alrededor de mí. Se corrió una tercera vez, creo. "—Dios mío, Doug... eres el mejor—. Nuestros besos continuaron y ninguno parecía querer separarse. Así que nos quedamos juntos, arrullándonos y besándonos, mientras yo estaba profundamente dentro de ella. En un momento dado, Sarah se puso seria. "—Necesito que sepas algo. Sí, sé fingir un orgasmo ante la cámara o ante el chico con el que estoy. No, nunca lo haré contigo. Cuando sientas que te respondo, recuerda que es real y no mi habilidad para actuar". Le besé la nariz. —"Gracias. Quizás me lo preguntaba. Espero haber sido digno de ello. Sé que has tenido lo mejor de vez en cuando". Sarah se apartó. —No, no, no. Eso fue lo mejor... justo ahora. Mi mejor polvo de todos los tiempos. TÚ".— Sus ojos me gritaban sinceridad. "—¿Eh? Estás bromeando, ¿verdad? ¿Yo?" "—No; fue fabuloso. Marca la diferencia cuando amas a alguien y sabes que te ama". Al terminar su declaración, Sarah parecía preocupada por haber sobrepasado el límite entre nosotras al usar la palabra que empieza por "A". La abracé y jugué con uno de sus pezones erectos. Bien. Me alegra que sintamos lo mismo. Me preguntaba cómo decírtelo y con esto se acaba mi preocupación de que fuera una especie de patán porque no sentías nada por mí más que como vecino. Tomé el rostro de Sarah con ambas manos y nos miramos a los ojos: "—Sarah, te amo". —"Doug, te amo." Sarah rió y se sentó más erguida; y luego dijo: "—Oh, lo siento, lo dije mal. Omnipotente, Omnisciente, Grande y Discreto Maestro del Universo, Doctor Douglas Anthony Mallus, te amo". Nuestros besos no pararon hasta que llegamos a mi cama. Sarah corrió a casa a las seis de la mañana con una de mis batas y la ropa de la noche anterior. Logró atravesar el pasillo de quince metros hasta su puerta y luego entrar en su apartamento sin que ningún vecino la viera.
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