—¡Dios soy una… ¡— se lamentó la cobriza estando sentada frente a su escritorio, ya no sabía ni cómo definirse, ¡Lo había tocado!¡Por Dios!... ¿cómo es que él lograba hacerla responder con tanta facilidad? Ocultó su rostro entre sus manos. — Ahora ese chico creerá que soy alguna amante de Cedrick — se dijo en voz baja al recordar la vergüenza que pasó cuando el alto y delgado amigo del rubio entró a su habitación, y los encontró en una situación muy bochornosa… ambos se acomodaban sus prendas y lo peor, es que ni siquiera le pudo decir de su pequeña mentira. — ¿Por qué me pasan esta clase de cosas? — se cuestionó Aura a sí misma, su rostro volvió a arder al recordarlo, desde que se le ocurrió involucrarse con Cedrick ya nada era tranquilo, él se había metido en su vida práctic